miércoles, 31 de diciembre de 2008

GAZA: LA LÓGICA DEL PODER COLONIAL

Nir Rosen

Pasé la mayor parte de los gobiernos de Bush informando desde Iraq, Afganistán, el Líbano, Somalia y otros conflictos. He publicado en la mayoría de las principales publicaciones. Las principales cadenas de televisión me han entrevistado e incluso he testificado ante el comité de relaciones exteriores del Senado. El gobierno de Bush comenzó su presidencia mientras palestinos eran masacrados y la termina con la perpetración por Israel de uno de sus mayores masacres en la historia de sus 60 años de ocupación de tierras palestinas. La última visita de Bush al país que decidió ocupar terminó con el lanzamiento de sus zapatos por un educado chií iraquí secular hacia su persona, como expresión de los sentimientos de todo el mundo árabe salvo sus dictadores que se han ligado imprudentemente a un odiado régimen estadounidense.

Una vez más, los israelíes bombardean a la población hambrienta y encerrada de Gaza. El mundo contempla en vivo en la televisión y en Internet la situación apremiante vivida por 1,5 millones de gazanos; los medios occidentales justifican mayormente la acción israelí. Incluso algunos medios árabes tratan de comparar la resistencia palestina con el poder de la maquinaria militar israelí. Y nada de esto constituye una sorpresa. Los israelíes acaban de concluir una campaña de relaciones públicas a escala mundial para conseguir apoyo para su ataque, logrando incluso la colaboración de Estados árabes como Egipto.

La comunidad internacional es culpable directamente por esta última masacre. ¿Se mantendrá impune ante la cólera de un pueblo desesperado? Hasta ahora, ha habido grandes manifestaciones en el Líbano, Yemen, Jordania, Egipto, Siria e Iraq. El pueblo del mundo árabe no olvidará. Los palestinos no olvidarán. “Todo lo que habéis hecho a nuestro pueblo está registrado en nuestros libros de notas,” como dijo el poeta Mahmoud Darwish.

Analistas políticos, responsables de las decisiones gubernamentales y los que tienen que implementar esas decisiones me han pedido frecuentemente mi consejo sobre lo que pienso que EE.UU. debe hacer para promover la paz o ganar los corazones y las mentes en el mundo musulmán. Demasiado parece fútil, porque se requeriría una revolución de tales proporciones en la política estadounidense que sólo una verdadera revolución en el gobierno estadounidense podría conducir a los cambios necesarios. Una publicación estadounidense me pidió que contribuyera un ensayo a una discusión sobre si el terrorismo o los ataques contra civiles podrían ser justificados de alguna manera. Mi respuesta es que una publicación estadounidense no debiera preguntar si ataques contra civiles pueden ser justificados de alguna manera. Es una pregunta que se deben hacer los débiles, los americanos nativos del pasado, los judíos en Alemania nazi, los palestinos de nuestros días.

El terrorismo es un término normativo y no un concepto descriptivo. Una palabra vacía que significa todo y nada: es utilizada para describir lo que hace el Otro, no lo que hacemos nosotros. Los poderosos – sea Israel, EE.UU., Rusia o China – siempre describirán la lucha de sus víctimas como terrorismo, pero la destrucción de Chechenia, la limpieza étnica de Palestina, la matanza lenta de los palestinos que quedan, la ocupación estadounidense de Iraq y Afganistán, con las decenas de miles de civiles que ha matado… nunca merecerán el título de terrorismo, aunque el objetivo eran civiles, y aterrorizarlos era el propósito.

La contrainsurgencia, popular ahora en el Pentágono, es otra manera de decir la supresión de las luchas por la liberación nacional. El terror y la intimidación son tan esenciales para esa supresión como la conquista de corazones y mentes.

Las reglas normativas son determinadas por relaciones de poder. Los que poseen poder determinan lo que es legal e ilegal. Acorralan a los débiles con prohibiciones legales para impedir que se resistan. Que los débiles se resistan es ilegal por definición. Conceptos como terrorismo son inventados y utilizados normativamente como si un tribunal neutral los hubiera producido, en lugar de los opresores. Lo peligroso en este uso excesivo de la legalidad reside en que en realidad la socava, disminuyendo la credibilidad de instituciones internacionales como Naciones Unidas. Se hace obvio que los poderosos, los que hacen las reglas, insisten en la legalidad simplemente para preservar las relaciones de poder que les sirven, o para mantener su ocupación y colonialismo.

El ataque contra civiles es el postrero, más desesperado y básico método de resistencia cuando se enfrentan probabilidades aplastantes y la erradicación inminente. Los palestinos no atacan a civiles israelíes con la expectativa de que vayan a destruir Israel. La tierra de Palestina es robada día tras día; el pueblo palestino está siendo erradicado día tras día. Como resultado, reaccionan como pueden para aplicar presión a Israel. Los poderes coloniales utilizan estratégicamente a los civiles, estableciéndolos para reivindicar tierras y desposeer a las poblaciones nativas, sean los indios en Norteamérica o los palestinos en lo que es ahora Israel y los Territorios Ocupados. Cuando la población nativa ve que existe una dinámica irreversible que se apodera de su tierra e identidad con el apoyo de un poder abrumador, es obligada a recurrir a cualesquiera métodos de resistencia que pueda utilizar.

No hace mucho, Qassem al-Mughrabi, de diecinueve años, un palestino de Jerusalén estrelló su coche contra un grupo de soldados en una intersección. “El terrorista,” como lo llamó el periódico israelí Haaretz, fue muerto a tiros. En dos incidentes separados en julio pasado, palestinos de Jerusalén también usaron vehículos para atacar a israelíes. Los atacantes no formaban parte de una organización. Aunque esos palestinos también fueron muertos, altos funcionarios israelíes llamaron a que demolieran sus casas. En un incidente separado, Haaretz informó que una mujer palestina cegó a un soldado israelí en un ojo lanzando ácido a su cara. “La terrorista fue arrestada por fuerzas de seguridad,” dijo el periódico. ¿Una ciudadana ocupada ataca a un soldado ocupante, y ella es la terrorista?

En septiembre, Bush habló ante Naciones Unidas. Ninguna causa puede justificar la destrucción de una vida humana, dijo. Sin embargo, EE.UU. ha matado a miles de civiles en ataques aéreos contra área pobladas. Cuando se lanzan bombas contra áreas pobladas a sabiendas de que habrá un cierto daño civil “colateral”, pero se acepta como que es algo que vale la pena, entonces es deliberado. Cuando se imponen sanciones, como EE.UU. hizo durante Iraq de la era de Sadam, que matan a cientos de miles, y luego se dice que sus muertes valieron la pena, como lo hizo la Secretaria de Estado Albright, uno está matando deliberadamente gente por un objetivo político. Cuando se trata crear “choque y pavor”, como lo hizo el presidente Bush cuando bombardeó, uno se involucra en terrorismo.

Tal como la película tradicional de vaqueros estadounidense presentó a estadounidenses blancos cercados, y a los indios como agresores, todo lo contrario de lo que fue la realidad, del mismo modo, los palestinos se convirtieron en los agresores y no en las víctimas. Desde 1948, 750.000 palestinos fueron deliberadamente sometidos a la limpieza étnica y expulsados de sus casas, cientos de sus aldeas fueron destruidas, y sobre su tierra se establecieron los colonos, que pasaron a negar su existencia misma y a librar una guerra de 60 años contra los nativos restantes y los movimientos de liberación nacional que los palestinos establecieron en todo el mundo. Cada día, se roba más de Palestina, matan a más palestinos. Si alguien se llama sionista israelí se está involucrando en el desposeimiento de todo un pueblo. No es que, como palestinos, tengan el derecho de utilizar todos los medios necesarios, es porque son débiles. Los débiles tienen mucho menos poder que los fuertes, y pueden hacer mucho menos daño. Los palestinos no habrían atentado contra cafés o utilizado misiles de fabricación casera, si hubieran tenido tanques y aviones. Sólo en el contexto actual sus acciones son justificadas, y existen límites evidentes.

Es imposible hacer una afirmación ética universal o establecer un principio kantiano que justifique todo acto de resistencia contra el colonialismo o la dominación por un poder aplastante. Y hay otros problemas que me cuesta responder. ¿Puede justificarse si un iraquí ataca a EE.UU.? Después de todo, su país fue atacado sin provocación, y destruido, con la creación de millones de refugiados, cientos de miles de muertos. Y esto, después de 12 años de bombardeos y sanciones, que mataron a muchos y destruyeron las vidas de muchos otros.

Podría argumentar que todos los estadounidenses se benefician de las hazañas de su país sin tener que pagar el precio, y que, en el mundo de hoy, la máquina imperial no son sólo los militares sino una red militar-civil. Y también podría decir que los estadounidenses eligieron dos veces un gobierno de Bush y eligieron representantes que no hicieron nada por detener la guerra, y que el propio pueblo estadounidense no hizo nada. Desde la perspectiva de un estadounidense, o de un israelí, y otros poderosos agresores, si uno es fuerte, todo lo que hace es justificable, y nada que hagan los débiles es legítimo. Es sólo cuestión del lado que uno elige: el lado de los fuertes o el lado de los débiles.

Israel y sus aliados en Occidente y en regímenes árabes como en Egipto, Jordania y Arabia Saudí han logrado corromper a la dirigencia de la OLP, sobornarlos con la promesa de poder a costa de la libertad para su pueblo, creando una primicia – un movimiento de liberación que colabora con el ocupante. Pronto tendrán lugar las elecciones israelíes y, como de costumbre, estas elecciones van acompañadas por la guerra para popularizar a los candidatos: No se puede ser primer ministro de Israel sin suficiente sangre árabe en sus manos. Un general israelí prometió retrasar décadas a Gaza, tal como amenazaron con retrasar décadas al Líbano en 2006. Como si estrangular a Gaza y negar a su pueblo combustible, electricidad o alimento no la hubieran retrasado ya en décadas.

El gobierno democráticamente elegido de Hamas fue un objetivo para ser destruido desde el día mismo en que ganó las elecciones en 2006. El mundo dijo a los palestinos que no pueden tener democracia, como si el objetivo fuera radicalizarlos aún más y como si eso no fuera a tener consecuencias. Israel afirma que apunta a las fuerzas militares de Hamas. Eso no es verdad. Está atacando a los policías palestinos y matándolos, incluyendo a algunos como el jefe de policía, Tawfiq Jaber, quien era en realidad un ex funcionario de Fatah quien permaneció en su puesto después que Hamas tomó control de Gaza. ¿Qué pasará con una sociedad sin fuerzas de seguridad? ¿Qué esperan que suceda los israelíes cuando fuerzas más radicales que Hamas conquisten el poder?

Un Israel sionista no es un proyecto viable a largo plazo y los asentamientos israelíes, la expropiación de tierras y las barreras de separación han imposibilitado hace tiempo una solución de dos Estados. Sólo puede haber un Estado en Palestina histórica. En las próximas décadas, los israelíes se verán enfrentados a dos opciones. ¿Harán una transición pacífica hacia una sociedad igualitaria, en la que los palestinos tengan los mismos derechos, como Sudáfrica post-apartheid? ¿O seguirán considerando que la democracia es una amenaza? Si es así, uno de los dos pueblos será forzado a partir. El colonialismo sólo ha funcionado cuando la mayoría de los nativos han sido exterminados. Pero a menudo, como en Argelia ocupada, son los colonos los que huyen. En última instancia, los palestinos no estarán dispuestos a llegar a un compromiso y buscar un Estado para ambos pueblos. ¿Quiere el mundo que se radicalicen aún más?

No nos engañemos: la persistencia del problema de Palestina es el motivo principal para todo militante anti-estadounidense en el mundo árabe y más allá. Pero ahora el gobierno de Bush ha agregado Iraq y Afganistán como agravios adicionales. EE.UU. ha perdido su influencia en las masas árabes, incluso si todavía puede aplicar presión a los regímenes árabes. Pero los reformistas y las elites en el mundo árabe no quieren tener nada que ver con EE.UU.

Un gobierno estadounidense fracasado se va, la promesa de un Estado palestino es una mentira, mientras más palestinos son asesinados. Un nuevo presidente llega al poder, pero el pueblo de Oriente Próximo tiene una experiencia demasiado amarga con los gobiernos de EE.UU. como para tener alguna esperanza de cambio. El presidente electo Obama, el vicepresidente electo Biden, y la Secretaria de Estado entrante Hillary Clinton no han demostrado que su idea de Oriente Próximo sea diferente en algo de la de los gobiernos anteriores. Mientras el mundo se prepara para celebrar un nuevo año ¿cuánto va a tardar antes de que se le haga sentir una vez más el dolor de aquellos cuya opresión ignora o apoya?

lunes, 29 de diciembre de 2008

sábado, 27 de diciembre de 2008

SISTEMAS COMPLEJOS, CAOS Y VIDA ARTIFICIAL

Sergio A. Moriello

Un sistema es un conjunto de elementos o partes que interaccionan entre sí a fin de alcanzar un objetivo concreto. De aquí se desprenden dos implicancias fundamentales. Primero, que existe una influencia mutua entre sus elementos componentes, es decir, que el cambio experimentado en uno de ellos repercute y afecta inevitablemente al resto. Y segundo, que una serie de elementos reunidos (es decir, un conjunto), que no persigue un propósito común (un objetivo), de ninguna manera constituye un sistema. En síntesis, para que el comportamiento de un sistema esté adecuadamente descripto, es necesario conocer, además de sus elementos, las interacciones o relaciones entre ellos. Pero no sólo eso: también se requiere saber sus estados (los valores instantáneos de todos los elementos) y sus transiciones (los cambios dinámicos de esos estados). En otras palabras, se deben describir tanto la estructura (lo que es el sistema) como la función (lo que hace el sistema), dos enfoques complementarios de una misma realidad.

Un sistema es algo más (y algo menos) que la simple suma de sus elementos constitutivos. Por un lado, emergen propiedades nuevas que no pueden atribuirse a ninguno de ellos; y, por otra parte, se reprimen o inhiben algunas de sus propiedades intrínsecas. Existen varios ejemplos de ellos. Partiendo de harina, agua, sal y levadura, y a través de un proceso de cocción, surge el pan, algo totalmente diferente y que tiene otros atributos o cualidades que los ingredientes con los que se origina. Los cardúmenes, los enjambres y las manadas se comportan -como conjunto- de manera distinta a como lo hacen sus individuos componentes. Una neurona por sí misma no posee ningún tipo de inteligencia, pero miles de millones de ellas interactuando entre sí pueden originar una mente, algo totalmente diferente. Este comportamiento surge únicamente cuando el sistema se considera como un todo, como algo global y colectivo.

Dado que todo sistema se encuentra inmerso en un medio ambiente, en general, éste va a afectar tanto su funcionamiento como su rendimiento. Para medir, en cierta forma, esta influencia o interacción aparece el concepto de "permeabilidad". Los sistemas escasamente permeables (es decir, aquellos que no intercambian o intercambian poca materia, energía o información con el entorno) se conocen con el nombre de "sistemas cerrados". Por el contrario, los sistemas mediana y altamente permeables son los que presentan alguna o mucha interacción con el medio ambiente y se denominan "sistemas abiertos". Por supuesto, existen diferentes grados de permeabilidad; de este modo, un sistema que interactúa poco con su entorno recibe el nombre de "parcialmente abierto". Asimismo, y dentro de la categoría de sistemas abiertos, están aquellos que son influidos pasivamente por el medio ambiente, llamados "no adaptativos", y los que reaccionan y se adaptan al entorno, llamados "adaptativos".

Los sistemas también pueden dividirse en dinámicos y estáticos, según modifiquen o no su estado interno a medida que transcurre el tiempo. Un sistema particular que, a pesar de estar inmerso en un entorno cambiante, mantiene su estado interno, se llama "homeostático". En otras palabras, la homeostasis define la tendencia de un sistema a su supervivencia dinámica. Los sistemas altamente homeostáticos siguen las transformaciones del contexto a través de ajustes estructurales internos. Un ejemplo típico de este tipo de sistema lo constituye una compañía. No obstante, vale aclarar, si el sistema no puede acomodarse al "esfuerzo tensional" (estrés) que padecen por parte del medio ambiente -modificando su estructura o su función- puede transformarse o deteriorarse parcial o totalmente, temporal o permanentemente. La resistencia de un sistema al estrés depende tanto de su estructura como de su función.


Sistemas complejos

Los sistemas complejos se caracterizan fundamentalmente porque su comportamiento es imprevisible. Sin embargo, complejidad no es sinónimo de complicación: este vocablo hace referencia a algo enmarañado, enredado, de difícil comprensión. En realidad, y por el momento, no existe una definición precisa y absolutamente aceptada de lo que es un sistema complejo, pero pueden darse algunas peculiaridades comunes. En primer término, está compuesto por una gran cantidad de elementos relativamente idénticos. Por ejemplo, el número de células en un organismo, o la cantidad de personas en una sociedad. En segundo lugar, la interacción entre sus elementos es local y origina un comportamiento emergente que no puede explicarse a partir de dichos elementos tomados aisladamente. Un desierto puede contener billones de granos de arena, pero sus interacciones son excesivamente simples comparadas con las que se verifican en las abejas de un enjambre. Por último, es muy difícil predecir su evolución dinámica futura; o sea, es prácticamente imposible vaticinar lo que ocurrirá más allá de un cierto horizonte temporal.

En la naturaleza se pueden encontrar una gran cantidad de ejemplos de sistemas complejos que se extienden desde la física hasta la neurología, desde la economía hasta la biología molecular, desde la sociología hasta las matemáticas. Por ese motivo, esta clase de sistemas no constituye un caso raro ni excepcional sino que se manifiesta en la inmensa mayoría de los fenómenos que se observan a diario. Sin embargo, y a pesar de su gran diversidad y abundancia, se pueden identificar conductas dinámicas genéricas, no importa su naturaleza (física, química, biológica o social); entre ellas, las leyes de crecimiento, la autoorganización y los procesos colectivos emergentes. Como ejemplos de sistemas complejos se pueden mencionar -entre otros- una célula, un cerebro, un organismo, una computadora, un ecosistema, una sociedad de insectos, un sistema inmunológico o una economía de mercado.

La mayoría de los sistemas complejos son inestables, se mantienen delicadamente equilibrados. Cualquier variación mínima entre sus elementos componentes puede modificar, de forma imprevisible, las interrelaciones y, por lo tanto, el comportamiento de todo el sistema. Así, la evolución de esta clase de sistemas se caracteriza por la intermitencia (o fluctuación), aquella situación en la que el orden y el desorden se alternan constantemente. Sus estados evolutivos no transcurren a través de procesos continuos y graduales, sino que suceden por medio de reorganizaciones y saltos. Cada nuevo estado es sólo una transición, un período de "reposo entrópico", en palabras del Premio Nobel ruso-belga Ilya Prigogine.

Estos sistemas nunca llegan a un óptimo global, al estado de mínima energía. En general, crecen progresivamente hasta que llegan al límite de su desarrollo potencial. En ese instante, sufren un desorden, una especie de ruptura que induce una fragmentación del orden pre-existente. Pero después, comienzan a surgir regularidades que organizan al sistema de acuerdo con nuevas leyes, produciendo otra clase de desarrollo. Este comportamiento es típico en los sistemas naturales: por ejemplo, el tránsito, en los insectos, del huevo a la larva y de ésta a la crisálida. En consecuencia, la organización de los sistemas complejos se da en diferentes niveles. Las leyes que gobiernan la causalidad de un dado nivel, pueden ser totalmente diferentes a las de un nivel superior.


Auto-organización

El orden y el desorden se necesitan el uno al otro, se producen mutuamente; son conceptos antagónicos, pero, al mismo tiempo, complementarios. En ciertos casos, un poco de desorden posibilita un orden diferente y, a veces, más rico. Así, por ejemplo, un organismo puede seguir viviendo a causa de la muerte de sus células; o una organización se perpetúa gracias a la desvinculación de sus miembros. La variación y el cambio son etapas inevitables e ineludibles por las cuales debe transitar todo sistema complejo para crecer y desarrollarse. Cuando esta transformación se consigue sin que intervengan factores externos al sistema, se hace mención a un proceso de "auto-organización".

La auto-organización se erige como parte esencial de cualquier sistema complejo. Es la forma a través de la cual el sistema recupera el equilibrio, modificándose y adaptándose al entorno que lo rodea y contiene. En esta clase de fenómenos es fundamental la idea de niveles. Las interrelaciones entre los elementos de un nivel originan nuevos tipos de elementos en otro nivel, los cuales se comportan de una manera muy diferente. Por ejemplo, entre otros, las moléculas a las macromoléculas, las macromoléculas a las células y las células a los tejidos. De este modo, el sistema auto-organizado se va construyendo como resultado de un orden incremental espacio-temporal que se crea en diferentes niveles, por estratos, uno por encima del otro.

Los sistemas autoorganizados se mantienen dentro del estrecho dominio que oscila entre el orden inmutable y el desorden total, entre la constancia rígida y la turbulencia anárquica. Una condición muy especial, con suficiente orden para poder desarrollar procesos y evitar la extinción pero con una cierta dosis de desorden como para ser capaz de adaptarse a situaciones novedosas y evolucionar. Es lo que se conoce -desde antaño- como "transiciones de fase", o -más modernamente- como lo llama el doctor en Ciencias de la Computación, antropólogo y filósofo estadounidense Christopher Langton: el "borde del caos". Es en esta delgada franja en donde se ubican los fenómenos que edifican la vida y las sociedades.

Por último, se puede aclarar que, aunque no es posible analizar matemáticamente la evolución de muchos de estos sistemas, se los puede explorar -sin embargo- a través de experimentos numéricos (con sistemas informáticos). Esto se debe a que, desde el punto de vista computacional, son sistemas irreducibles; es decir, la única forma de estudiar su evolución es mediante la observación directa (o sea, permitiendo que evolucionen). Para su estudio, en consecuencia, se emplean potentes sistemas computacionales en donde se simulan sus componentes, sus conexiones y sus interacciones, observándose la dinámica emergente.


Sistemas caóticos

Durante el siglo pasado, los científicos clasificaban a los sistemas según su grado de predictibilidad. Así, un sistema es determinístico cuando su comportamiento es bastante predecible, determinado, cuando parece seguir unas ciertas reglas y es probabilístico -o estocástico- cuando no hay certeza de su estado futuro, sólo una probabilidad, cuando aparece un orden estadístico, un orden promedio. No obstante, esta burda y tosca clasificación sufrió severos embates durante el último medio siglo. Por ejemplo, se descubrió que muchos sistemas dinámicos no lineales se comportan -en ciertas condiciones- de forma tan compleja que parecen probabilísticos, aunque, en realidad, son determinísticos. En otras palabras, a pesar de que las reglas -a nivel local- son muy simples, el sistema -a nivel global- puede tener un comportamiento inesperado, no predecible. Se trata de un "sistema caótico".

Una de las singularidades que caracterizan a los sistemas caóticos es que dependen sensiblemente de las condiciones iniciales. Un insignificante cambio en las condiciones de partida se amplifica y propaga exponencialmente a lo largo del sistema y es capaz de desencadenar -a futuro- un comportamiento totalmente diferente o, incluso, una imprevista catástrofe. Es decir, configuraciones iniciales casi idénticas, sometidas a influencias externas casi iguales, acaban transformándose en configuraciones finales absolutamente distintas. Y es este el motivo por el cual es prácticamente imposible hacer una predicción del estado final de estos sistemas complejos.

Sin embargo, el caos no es más que un desorden solamente en apariencia, tiene muy poco que ver con el azar. Aunque parecen evolucionar de forma aleatoria y errática, estos sistemas tienen -en realidad- un cierto orden interno subyacente. Por eso, aun cuando son impredecibles, también son determinables. Esto significa que su estado futuro está determinado por su estado actual y obedece estrictas leyes naturales de evolución dinámica (en forma de complicadas ecuaciones diferenciales no lineales). Pero estos sistemas son tan irregulares que jamás repiten su comportamiento pasado, ni siquiera de manera aproximada. Por ejemplo, y aún cuando se conozcan con gran precisión las ecuaciones meteorológicas y se puedan medir las variables críticas (temperatura, humedad, presión, masa y velocidad del viento), es muy difícil predecir con exactitud las variaciones climáticas más allá de un cierto tiempo posterior. Otros sistemas caóticos lo constituyen los fluidos en régimen turbulento, la dinámica de la atmósfera, las reacciones químicas, la propagación de enfermedades infecciosas, los procesos metabólicos de las células, el mercado financiero mundial, los movimientos de grupos animales (cardúmenes o enjambres), la aparición aperiódica de epidemias, la arritmia del corazón, la red neuronal del cerebro humano, etc.

El caos parece formar parte de la estructura misma de la materia y está muy ligado a los fenómenos de auto-organización, ya que el sistema puede saltar espontánea y recurrentemente desde un estado hacia otro de mayor complejidad y organización. Un ejemplo típico es el agua que se desliza a través de una canilla en un goteo desordenado y, súbitamente, forma un chorro ordenado. Estos sistemas se caracterizan por su flexibilidad y adaptación (y, en consecuencia, por su estabilidad), lo cual les permite enfrentar las condiciones cambiantes e impredecibles del entorno. Operan bajo una extensa gama de condiciones, ya que parecen estar formados por una compleja estructura de muchos estados ordenados, aunque normalmente ninguno de ellos se impone sobre los demás (a diferencia de un sistema ordenado, que presenta un único comportamiento). Por lo tanto, se puede controlar su evolución con ínfimas correcciones, a fin de forzar la repetición de ciertas trayectorias. En otras palabras, si se los perturba adecuadamente, se los puede obligar a que tome uno de los muchos posibles comportamientos ordenados.


Fractales y naturaleza

La teoría del caos estudia la evolución dinámica de ciertas magnitudes. Al representar geométricamente el conjunto de sus soluciones, aparecen modelos o patrones que los caracterizan. Existe un comportamiento caótico cuando dichos modelos -a lo largo de extensos períodos de tiempo- oscilan de forma irregular, aperiódica; parecen girar asintóticamente en las inmediaciones de ciertos valores, como si describieran órbitas alrededor de ellos. Estos valores se conocen con el nombre de "atractores caóticos", "atractores extraños" o, simplemente, "atractores" (debido a que parecen atraer las soluciones hacia ellos) y su particularidad es que presentan propiedades fractales.

Un "fractal" es una estructura geométrica que tiene dos características principales: la "auto-semejanza" y la "dimensión fraccionaria". La auto-semejanza significa que posee la misma estructura cualquiera sea la escala en que se la observa; es decir, a través de sucesivas amplificaciones (diferentes cambios de escala) se repite su forma fundamental (conserva el mismo aspecto). Por otro lado, la dimensión fraccionaria mide el grado de irregularidad o de fragmentación de un objeto: una dimensión entre 1 y 2 significa que se comparten las propiedades de una recta y de un plano. No obstante, la fractal no tiene el mismo significado que las dimensiones del tradicional espacio euclidiano: fractales con dimensiones enteras (1 y 2), no se parecen en nada a una línea o a un plano, respectivamente.

En general, las formas encontradas en la naturaleza son ejemplos de fractales: vasos sanguíneos y sus capilares, árboles, vegetales, nubes, montañas, grietas tectónicas, franjas costeras, cauces de ríos, turbulencias de las aguas, copos de nieve, y una gran cantidad de otros objetos difíciles de describir por la geometría convencional. Como se puede apreciar, se trata de formas en perpetuo crecimiento. Por eso, cuando se observa una imagen o una fotografía de un fractal, se lo está viendo en un determinado instante de tiempo, congelado en una etapa precisa de su desarrollo. Y es justamente este concepto de proceso natural de crecimiento o de desarrollo lo que vincula a los fractales con la naturaleza.

Una estructura fractal es aquella que se genera por la repetición incansable de un proceso bien especificado (o sea, está gobernado por reglas determinísticas). Así, la naturaleza es capaz de crear eficazmente infinidad de formas -con diferentes grados de complejidad- únicamente reiterando innumerablemente el mismo proceso. E ínfimas modificaciones en las condiciones iniciales o en los parámetros de ese proceso pueden provocar imprevisibles cambios finales. Es por eso que la mayoría de los procesos caóticos originan estructuras fractales. Y es por eso, también, que muchos fenómenos naturales aparentan tener una enorme complejidad, aunque -en realidad- poseen la misma regularidad geométrica (concepto de auto-semejanza). Sólo así se explica que existan 6.000 millones de seres humanos diferentes, a pesar de que el proceso de gestación sea idéntico, y que una mínima diferencia en el código genético de chimpancés y humanos haya engendrado especies tan distintas. Este proceso también puede esclarecer, en buena medida, cómo la escasa información contenida en una célula germinal es capaz de originar seres tan increíblemente complejos.

El desarrollo de un sistema se verifica al pasar de un estado más general y homogéneo (indiferenciado) a otro más especial y heterogéneo (diferenciado). Esta transición se da gracias a la "especialización" y a la "división del trabajo": progresivamente algunos elementos se encargan de acciones específicas, al tiempo que se observa una subordinación a elementos dominantes (llamadas, a veces, "partes conductoras"). De esta forma, se instala en el sistema un "orden jerárquico" de partes o procesos. Este principio de diferenciación es muy frecuente tanto en biología como en psicología y, aun, en sociología. En el desarrollo embrionario, por ejemplo, las células se van agrupando y subordinando a los llamados "organizadores". En el cerebro también se comprueba una superposición de "estratos neuronales" que adoptan el papel de partes conductoras. Algo similar ocurre en el comportamiento social: para poder diferenciarse, un conjunto de personas debe agruparse alrededor de uno o varios líderes.


Redes complejas

Muchos sistemas biológicos, sociales o de comunicación se pueden describir adecuadamente a través de redes complejas cuyos nodos representan individuos u organizaciones, y los enlaces simbolizan las interacciones entre ellos. Una clase importante de redes son aquellas que cumplen con las reglas de un "mundo pequeño", cuya topología exhibe dos rasgos esenciales: todo nodo está fuertemente conectado con muchos de sus vecinos pero débilmente con algunos pocos elementos alejados (fenómeno conocido como apiñamiento, agrupamiento o "clustering") y todo nodo puede conectar a cualquier otro con sólo unos cuantos saltos (en otras palabras, existe una pequeña "distancia" entre ellos) . Esto implica dos cosas: que la información se transfiere muy rápidamente entre dos elementos cualquiera, y que existe un pequeño número de nodos claves por donde circula un gran porcentaje del tráfico total. Son redes de mundo pequeño las conexiones neuronales en algunos gusanos, el patrón de difusión de una epidemia, la estructura de una red de transmisión eléctrica, la navegación a través Internet, las proteínas en una célula humana, los patrones lingüísticos, las redes de colaboración social, las relaciones entre especies de un ecosistema, etc.

Muchas de estas redes de mundo pequeño son también "redes independientes de la escala" (scale-free networks), que se caracterizan por un escaso número de nodos con muchos enlaces (denominados "concentradores" o "hubs") y una enorme cantidad de nodos con muy pocas conexiones . Este tipo de estructura explica por qué algunas redes son generalmente muy estables y robustas (frente a posibles errores aleatorios), pero muy propensas a ocasionales colapsos catastróficos (por posibles ataques maliciosos). En efecto, si se elimina una gran fracción de nodos al azar, la red todavía es capaz de funcionar con normalidad; pero si se quita alguno de los concentradores, el sistema puede sufrir una hecatombe. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando fallece o desaparece el líder de un partido político o de un equipo de fútbol. Esta topología también es capaz de explicar la gran capacidad de crecimiento de estas redes y por qué algo insignificante puede transformarse en un fenómeno de colosales proporciones si encuentra el camino adecuado.

Ahora bien, ¿cómo surge este tipo de orden? Aparentemente, estas redes siguen el mismo patrón de auto-organización de los sistemas complejos: los nuevos nodos agregados tienden a formar conexiones con aquellos que ya están bien conectados (las partes conductoras mencionadas en el apartado anterior). En otras palabras, los nodos no se conectan entre sí al azar, sino que se agrupan o apiñan en torno a los hubs, los nodos más atractivos. Por ejemplo, los nuevos artículos científicos citan a otros ya bien establecidos y las nuevas páginas web se conectan a los buscadores más conocidos. De allí que los hubs también parecen ser los responsables de mantener la cohesión de este tipo de redes e, incluso, de permitirle evolucionar, ya que pequeñas perturbaciones en ellos pueden ocasionar cambios en el funcionamiento de la red. Asimismo, algunos investigadores especulan -es necesario aclarar- que los sistemas naturales evolucionan hacia redes de mundo pequeño, porque tienen una elevada tolerancia a las fallas (la conexión de cualquier pareja de nodos puede establecerse a través de varios caminos alternativos), y hacia redes independientes de la escala, porque utiliza más eficientemente los recursos que las redes aleatorias (resuelve adecuadamente el conflicto entre las necesidades de bajo costo y alto rendimiento).

Aun cuando su funcionamiento puede ser muy diferente entre una red y otra, el hecho de que compartan la misma topología permitiría estudiar las más complejas a partir de las más simples. Así, por ejemplo, si las redes neuronal y genética pertenecieran a la misma categoría genérica, los científicos podrían aprender mucho más sobre el sistema nervioso escudriñando el sistema genético, el cual es relativamente más sencillo. Pero también, quizás, se podrían responder algunas preguntas de difícil respuesta: ¿cuánto depende el funcionamiento de una red de su topología?, ¿cómo mejorar la confiabilidad de estas redes?, ¿cómo diseñar redes que evolucionen de manera estable?


Vida artificial

La vida se constituye en el ejemplo más acabado de estructuras muy complejas que surgen a partir de estructuras mucho más simples. Se trata de una propiedad emergente, resultado de la interacción entre sus elementos y de la dinámica propia del sistema. En efecto, cualquier forma de vida es -en esencia- un sistema altamente complejo, con una estructura físico-química particular, que exhibe una elevada organización y se sitúa en el borde del caos. Entre sus características definitorias, se pueden incluir su capacidad para: la autorreproducción, el almacenamiento de información, el crecimiento, la adaptabilidad (al entorno), la interdependencia (con otras formas de vida) y la evolución.

La "Vida Artificial" (en inglés Artificial Life o, abreviadamente, A-Life) es un campo del conocimiento muy joven (nació a fines de 1987) que tiene como objetivo el desarrollo de sistemas artificiales que muestran las características distintivas de los sistemas vivos naturales. De acuerdo con Christopher Langton -"padre" de esta disciplina- es "el estudio de la vida natural, donde 'vida' se entiende que incluye, más bien que excluye, a los seres humanos y sus artefactos". Investiga algunos procesos que transcurren a diferentes niveles (molecular, celular, orgánico, social-evolutivo), y su aspecto más abarcativo incluye desarrollos meramente teóricos, experimentos biológicos y químicos, y simulaciones sobre computadoras. La importancia de su estudio radica en que los sistemas naturales constituyen excelentes fuentes inspiradoras para el desarrollo de la tecnología. En efecto, el biológico es un modelo muy optimizado que ayuda al ser humano a solucionar -con extraordinaria eficacia- muchos problemas complejos no convencionales que surgen de la interacción con el entorno. De allí que la aplicación de esta nueva disciplina se perfila como una de las ramas más innovadoras y revolucionarias de lo que será la computación durante el transcurso del presente siglo.

La Vida Artificial es conceptualmente parecida a la Inteligencia Artificial, aunque -por supuesto- existen una serie de diferencias clave. Mientras la última intenta comprender y abstraer la esencia conceptual de la inteligencia, la primera intenta comprender y abstraer la esencia conceptual de los sistemas vivos. No obstante, la línea divisoria entre ellas es bastante borrosa y se va debilitando a medida que pasa el tiempo, a tal punto que muchos investigadores predicen que convergerán en el futuro. La inteligencia, en definitiva, es un producto de la evolución; y dado que la vida biológica y la inteligencia son mutuamente dependientes, también la Vida Artificial y la Inteligencia Artificial exhiben una cierta codependencia.

La arquitectura básica de estos sistemas consiste en un abrumador número de "criaturas" relativamente simples, que forman densas redes de interacción y operan paralela y simultáneamente sin que exista un control central. Los comportamientos individuales no están programados implícitamente; los científicos sólo se limitan a darles un conjunto reducido de reglas de interacción que especifican lo que debe hacer cada una de ellas de acuerdo con la situación en que se encuentre. Nadie es capaz de saber con precisión qué actitud tomará cualquiera de ellas en un momento dado. Y, debido a que se verifica un fenómeno de emergencia de alto nivel (es decir, inteligente) a partir de interacciones de bajo nivel (o sea, entre entidades no inteligentes), el conjunto puede resolver problemas que cada uno de sus individuos componentes es incapaz de realizar.


Inteligencia de enjambre

El comportamiento complejo, que un observador podría considerar intencional, puede ser -de hecho- el resultado de las numerosas interconexiones que se establecen entre una enorme cantidad de entidades individuales. Por ejemplo, considerada aisladamente una hormiga es una criatura sumamente tonta, estúpida, capaz únicamente de ejecutar -aunque de forma fiel y obstinada- un pequeño conjunto de rutinas innatas, pero condicionada por el entorno circundante. No obstante, tomadas en grupo, son capaces de erigir sociedades complejas con sofisticadas actividades como agricultura, ganadería, arquitectura, ingeniería e, incluso, prácticas de esclavitud. De esta forma, podría considerarse al hormiguero como un macroorganismo, que presenta un comportamiento global inteligente. Es decir, nadie planifica, nadie ordena ni controla, pero surge un comportamiento colectivo -quizás instintivo- o una necesidad que las "obliga" a trabajar juntas persiguiendo un fin común.

Utilizando como ejemplo la conducta social de los insectos, modernamente los investigadores en ciencias de la computación desarrollaron algoritmos muy útiles para resolver algunos problemas prácticos muy complicados; un enfoque conocido como "inteligencia de enjambre". En este caso, las hormigas artificiales son agentes de software que se simulan en una computadora. Una aplicación interesante de esta técnica es la de encontrar el camino más corto para establecer las rutas en Internet; en otras palabras, cómo encaminar eficientemente los mensajes entre los nodos de la red (los routers). Vale la pena aclarar que resolver este problema se torna actualmente muy importante, ya que cuanto mayor es el "tráfico" de los paquetes de datos, mayor es el costo de la conexión a Internet (ya que se incrementa el tiempo para pasar de un nodo a otro).

El algoritmo de búsqueda funciona de la siguiente manera. Cada hormiga virtual -de un conjunto enormemente grande de ellas- sale en busca de "alimento" alrededor de su "hormiguero" (el punto de partida), de una forma más o menos al azar. Entonces, cada insecto "marca" el camino realizado con una "feromona" (la cual guarda una cierta relación con la "longitud" o distancia recorrida) que otras pueden seguir. Dado que la feromona se "evapora" con el tiempo, las "buenas" rutas (las más cortas) se hacen más atractivas que las "malas" para el resto de las hormigas, con lo cual se intensifica cada vez más el rastro de feromonas en esa ruta. Al final del proceso, lo habitual es que se seleccione el rastro más fuerte, que justamente es la ruta más corta entre el punto de partida y el punto de llegada. Lo interesante de esta técnica es que las hormigas pueden adaptarse al entorno: dado que éste es dinámico, es posible que surjan determinadas complicaciones, como el bloqueo o la congestión en las rutas. Debido a que la concentración de feromonas se mantiene durante un cierto tiempo y a que exploran sin cesar nuevos trayectos, las hormigas establecen instintivamente rutas alternativas, con lo cual siempre están preparadas para responder a los cambios del entorno.

Otros usos de esta técnica son en el análisis de datos financieros, en la resolución de problemas de producción industrial y en la búsqueda de páginas interesantes por la web. Sin duda, a medida que transcurra el tiempo, seguirán apareciendo más aplicaciones prácticas de la inteligencia de enjambre. Si la computación ubicua forzará a que todos los objetos tengan incrustado un chip (desde las alhajas hasta los muebles, pasando por los artículos de librería y los electrodomésticos), será necesario desarrollar algoritmos de control que permitan la comunicación eficaz y eficiente de todos estos desperdigados pedazos microscópicos de silicio.


Amenazas

¿Puede el ser humano crear nuevas formas de vida? ¿Es imprescindible que sean de tipo orgánico para considerarlas como tales? Más específicamente, ¿puede considerarse como un ser vivo algo virtual, algo que carece de una existencia física? ¿Puede estar viva una entidad o un grupo de entidades que únicamente existe como una simulación computacional? Es decir, si algo ejecuta complicados movimientos como un insecto y se comporta como tal, pero no tiene un cuerpo físico material, tangible, sino que adopta la forma abstracta de microcódigos de programación en el interior de una supercomputadora... ¿es un insecto? Y en el supuesto caso de que no lo sea, entonces ¿qué es? En otras palabras, ¿cómo exactamente debe comportarse algo -en este caso, una entidad- para que alguien -en este caso, una persona- pueda afirmar que está vivo?

Asimismo, y por carecer de una definición unánimemente aceptada del concepto de vida, aparecen interrogantes paradójicos. Por ejemplo: ¿están "vivos" los virus? Algunos de ellos pueden permanecer latentes por mucho tiempo al cristalizar en una célula orgánica muerta y volver a la actividad cuando consiguen otra oportunidad para infectar. De igual forma, se podría preguntar si se encuentra vivo un embrión congelado. En estos casos, la línea que divide lo viviente de lo inerte (tan evidente hace sólo unas décadas), aparece ahora tan difusa que -a veces- es extremadamente difícil distinguir lo vivo de lo muerto.

Si bien este tipo de "vida virtual" (erigida a través de programas de computadora) quizás sea difícil de aceptar, ¿qué ocurre con la "vida seca", aquella formada por autómatas físicamente tangibles? Este concepto, ¿no se acerca más a la "vida húmeda", es decir, la compuesta por organismos biológicos? ¿Y qué pasará cuando la sinergia entre la ingeniería genética y la nanotecnología sea capaz de producir/engendrar nuevas y originales entidades? Miles de millones de años de evolución natural produjeron un mundo donde la supervivencia y el bienestar de cada organismo está ligado -muchas veces fuertemente- al de innumerables especies. Todo está tan interrelacionado y delicadamente equilibrado que la muerte (o el nacimiento) de una especie puede causar devastadores efectos sobre algunas otras (a veces, muchas). Sin dudas, el dejar evolucionar libremente a estas "nuevas especies" dispare fantasías de descontrol, ya que podrían evolucionar -siguiendo reglas lamarckianas- mucho más rápido que los humanos, y quizás los condicionen como nunca antes…

viernes, 26 de diciembre de 2008

LOS PELIGROS DE SER ARABE EN OCCIDENTE

Robert Fisk

Recientemente tuve oportunidad de hablar ante unos 600 musulmanes canadienses. Fue una cena realizada en un salón de banquetes de Ottawa, a la que también fueron invitados el imán de una mezquita local, el jefe de la policía capitalina y oficiales uniformados del ejército canadiense.

El imán se sentó entre el jefe policiaco –un tipo genuinamente decente, que quería que los musulmanes lo consideraran su amigo– y yo, y hasta hicimos bromas sobre esas “revisiones al azar” que los musulmanes venidos de Medio Oriente y un tal R. Fisk suelen recibir en los aeropuertos de Estados Unidos y Canadá. Todo marchó bien hasta que me levanté a hablar.

Advertí a los presentes que tal vez no les gustaría todo lo que iba yo a decir. Y, en efecto, cuando les dije que estaban en plena libertad de condenar a Israel y Estados Unidos –que, de hecho, deben condenarlos cuando abusan de los derechos humanos, ocupan países de otros pueblos y asesinan civiles inocentes–, pero que quería saber por qué rara vez los escucho condenar a los despiadados estados policiacos de Medio Oriente y otras zonas del sureste de Asia de los que ellos provienen, me saludó el silencio. Unos diplomáticos musulmanes estaban como estatuas, lo cual dejaba traslucir la crueldad de sus regímenes. El único aplauso inmediato surgió cuando mencioné que cuando soldados occidentales comenzaron a matar musulmanes en tierras musulmanes había llegado el momento de retirar esos soldados.

De ese comentario surgieron dos fenómenos interesantes. El primero fue que tanto el jefe de la policía como los militares canadienses se unieron al aplauso. La malhadada participación militar canadiense en Afganistán es tema de considerable controversia en las fuerzas armadas del país norteamericano. He descubierto que, una vez que los políticos han emitido sus órdenes, los soldados dejan conocer su punto de vista.

Mucho más revelador, sin embargo, fue el largo paseo que di al día siguiente por la tundra helada de Canadá, durante el cual dos musulmanes del país –sí, llevaban barba– me explicaron por qué su comunidad guardó silencio sobre las iniquidades perpetradas por las dictaduras en sus países de origen. Había yo insinuado que tal vez dependían del apoyo económico y político de esos regímenes y, hasta cierto punto, estuvieron de acuerdo.

“Señor Robert, tiene que entender algo –dijo de pronto el conductor del auto–. Aquí en Canadá operan agentes del mukhabarat. Siempre que hay una disputa, aunque sea entre familias, alguien que esté enojado puede acusar a su antagonista de ser opositor al régimen. Tenemos que recordar que nuestros familiares siguen viviendo en países árabes y que los pueden arrestar. O a nosotros, cuando vayamos a visitarlos.”

Por supuesto. Sólo un occidental –alguien que da por sentado automáticamente que quien ostente un pasaporte canadiense está seguro– podría haber dejado de notar esa falla de la valiente sociedad multiétnica canadiense: no que vastas comunidades procedentes de todas partes del mundo vivan en una tierra de libertad, sino que esa libertad está sobrecogedoramente limitada por la crueldad y la falta de libertad que imperan en las naciones de las que muchas de ellas provienen.

Y así comencé a enterarme de lo que significa ser árabe en Canadá. No se necesita más que una desacuerdo allí para que un email llegue a Trípoli, a El Cairo, Damasco o el golfo Pérsico para informar a los déspotas locales que su doble ciudadano –Mohamed, Hassan, Abdulrahman o como se llame– es un subversivo en potencia y, por lo tanto, un terrorista. Y tan grande es la cooperación entre nuestras amadas instituciones occidentales de inteligencia y los torturadores de esas repulsivas dictaduras, que comparten semejante “información”.

Así pues, pasados unos días de que el mensaje original se transmite al mundo árabe, el mukhabarat informa en privado al servicio canadiense de inteligencia –organismo en verdad ingenuo, conocido como CSIS– que el tal Mohamed o como se llame es “terrorista”. Y en este punto, la persona en cuestión comienza a ser vigilada por el CSIS como un peligroso terrorista en Canadá.

En ese momento entendí exactamente por qué mis comentarios en el salón de banquetes de Ottawa fueron recibidos con un silencio glacial. No hace mucho, por ejemplo, Maher Arar, quien reside en Canadá, fue levantado por los esbirros de la FBI cuando estaba en tránsito en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York y “transferido” a una prisión subterránea en Siria, donde fue torturado, por cortesía de la información proporcionada por el CSIS y la Real Policía Montada de Canadá.

Más tarde, el gobierno canadiense indemnizó a Arar con 10 millones de dólares por tan indignante experiencia. Pero, ¿quién quiere hablar contra el gobierno de su país de origen si con eso va acabar en compañía de un torturador bien adiestrado?

Así como Tariq Ali reveló el año pasado en la London Review of BooksEn el nombre del padre–, ha iluminado con su antorcha escarlata la versión británica de estos inicuos procedimientos. la cara negra de la leyenda de Benazir Bhutto, mi abogada favorita, Gareth Peirce –quien cobró fama por la película

En esa misma publicación, presentó el recuento más detallado hasta la fecha de las fraudulentas promesas hechas por las autoridades británicas a los árabes que eligieran regresar a sus salvajes lugares de origen –en vez de languidecer en una especie de arresto domiciliario– de que no serían torturados ni aprisionados cuando llegaran allá.

Por ejemplo, cuando Benaissa Taleb y Rida Dendani fueron deportados a Argelia, un diplomático británico les prometió que sólo estarían detenidos unas horas. Pero ambos fueron interrogados y golpeados durante 12 días en Argel, y luego sentenciados a pasar varios años en prisión. Cuando Dendani dirigió una súplica desesperada a la Comisión Especial de Apelaciones sobre Inmigración del gobierno británico, ésta ni siquiera se molestó en contestarle. Y no había ninguna razón para esa negativa.

Como Peirce ha revelado ahora, a partir de documentos judiciales y memorandos privados entre la Oficina de Asuntos Internos y Anthony Blair (en verdad me apena tener que mencionar el nombre de este despreciable individuo), cuando unos servidores públicos advirtieron que unos egipcios podrían sufrir torturas si se les deportaba a El Cairo, se les respondió con estas palabras: “Mándenlos a su tierra”. Cuando la Oficina de Asuntos Internos expresó su preocupación porque las seguridades ofrecidas por Egipto no eran confiables, Blair escribió: “Ya es demasiado. ¿De qué nos sirve todo esto?”

¿Seré el único que reacciona con algo más que disgusto ante el hipócrita sermón que ese hombre detestable pronunció hace poco en la catedral de Winchester? Porque es su insensible e inmoral reacción a esos casos de deportación –igual a la de incontables líderes políticos como él hacia los musulmanes de Europa y Norteamérica– lo que condujo a ese silencio hueco y sobrecogedor en el salón de banquetes de Ottawa. Ahora me doy cuenta de que, si yo hubiera estado entre el público, también habría guardado silencio.


DISCURSO DE HAROLD PINTER, FALLECIDO AYER, EN AGRADECIMIENTO AL NOBEL DE LITERATURA 'ARTE, VERDAD Y POLÍTICA'. DICIEMBRE 2005

En 1958, escribí lo siguiente:

'No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente cierta o falsa; puede ser al mismo tiempo verdad y mentira.'

Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se aplican a la exploración de la realidad a través del arte. Así que, como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo; como ciudadano he de preguntar: ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira?

La verdad en el arte dramático es siempre esquiva. Uno nunca la encuentra del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. Claramente, es la búsqueda lo que motiva el empeño. Tu tarea es la búsqueda. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad en la oscuridad, chocando con ella o capturando una imagen fugaz o una forma que parece tener relación con la verdad, muy frecuentemente sin que te hayas dado cuenta de ello. Pero la auténtica verdad es que en el arte dramático no hay tal cosa como una verdad única. Hay muchas. Y cada una de ellas se enfrenta a la otra, se alejan, se reflejan entre sí, se ignoran, se burlan la una de la otra, son ciegas a su mera existencia. A veces, sientes que tienes durante un instante la verdad en la mano para que, a continuación, se te escabulla entre los dedos y se pierda.

Me han preguntado con frecuencia cómo nacen mis obras teatrales. No sé cómo explicarlo. Como tampoco puedo resumir mis obras, a menos que explique qué ocurre en ellas. Esto es lo que dicen. Esto es lo que hacen.

Casi todas las obras nacen de una frase, una palabra o una imagen. A la palabra le sigue rápidamente una imagen. Os daré dos ejemplos de dos frases que aparecieron en mi cabeza de la nada, seguidas por una imagen, seguidas por mí.

Las obras son “The Homecoming” y “Old times”. La primera frase de “The homecoming” es “¿Qué has hecho con las tijeras?" La primera frase de “Old times” es “Oscuro”.

En ninguno de los casos disponía de más información.

En el primer caso alguien estaba, obviamente, buscando unas tijeras, y preguntaba por su paradero a otro de quien sospechaba que probablemente las había robado. Pero, de alguna manera, yo sabía que a la persona interrogada le importaban un bledo tanto las tijeras como el interrogador.

En “Oscuro”, tomé la descripción del pelo de alguien, el pelo de una mujer, y era la respuesta a una pregunta. En ambos casos me vi obligado a continuar. Ocurrió visualmente, en una muy lenta graduación, de la sombra hacia la luz.

Siempre comienzo una obra llamando a los personajes A, B y C.

En la obra que acabaría convirtiéndose en “The Homecoming”, ví a un hombre entrar en una habitación austera y hacerle la pregunta a un hombre más joven sentado en un feo sofá con un periódico de carreras de caballos. De alguna forma sospechaba que A era un padre y que B era su hijo, pero no tenía la certeza. Esta posibilidad se confirmaría sin embargo poco después cuando B (que más adelante se convertiría en Lenny) le dice a A (más adelante convertido en Max), “Papá, ¿te importa si cambiamos de tema de conversación? Te quiero preguntar algo. Lo que cenamos antes, ¿cómo se llama? ¿Cómo lo llamas tú? ¿Por qué no te compras un perro? Eres un chef de perros. De verdad. Crees que estás cocinando para perros.” De manera que como B le llama a A “Papá” me pareció razonable asumir que eran padre e hijo. A era claramente el cocinero y su comida no parecía ser muy valorada. ¿Significaba esto que no había una madre? Eso aún no lo sabía. Pero, como me dije a mí mismo entonces, nuestros principios nunca saben de nuestros finales.

“Oscuro”. Una gran ventana. Un cielo al atardecer. Un hombre, A (que se convertiría en Deeley) y una mujer, B (que luego sería Kate) sentados con unas bebidas. ¿Gorda o flaca?, pregunta el hombre. ¿De quién hablan? Pero entonces veo, de pie junto a la ventana, a una mujer, C (que sería Anna), iluminada por una luz diferente, de espaldas a ellos, con el pelo oscuro.

Es un momento extraño, el momento de crear unos personajes que hasta el momento no han existido. Todo lo que sigue es irregular, vacilante, incluso alucinatorio, aunque a veces puede ser una avalancha imparable. La posición del autor es rara. De alguna manera no es bienvenido por los personajes. Los personajes se le resisten, no es fácil convivir con ellos, son imposibles de definir. Desde luego no puedes mandarles. Hasta un cierto punto, puedes jugar una partida interminable con ellos al gato y al ratón, a la gallina ciega, al escondite. Pero finalmente encuentras que tienes a personas de carne y hueso en tus manos, personas con voluntad y con sensibilidades propias, hechos de partes que eres incapaz de cambiar, manipular o distorsionar.

Así que el lenguaje en el arte es una ambiciosa transacción, unas arenas movedizas, un trampolín, un estanque helado que se puede abrir bajo tus pies, los del autor, en cualquier momento.

Pero, como he dicho, la búsqueda de la verdad no se puede detener nunca. No puede aplazarse, no puede retrasarse. Hay que hacerle frente, ahí mismo, en el acto.

El teatro político presenta una variedad totalmente distinta de problemas. Hay que evitar los sermones a toda costa. Lo esencial es la objetividad. Hay que dejar a los personajes que respiren por su propia cuenta. El autor no ha de confinarlos ni restringirlos para satisfacer sus propios gustos, disposiciones o prejuicios. Ha de estar preparado para acercarse a ellos desde una variedad de ángulos, desde un surtido amplio y desinhibido de perspectivas que resulten. Tal vez, de vez en cuando, cogerlos por sorpresa, pero a pesar de todo, dándoles la libertad para ir allí donde deseen. Esto no siempre funciona. Y, por supuesto, la sátira política no se adhiere a ninguno de estos preceptos. De hecho, hace precisamente lo contrario, que es su auténtica función.

En mi obra ¨The Birthday Party” creo que permito el funcionamiento de un amplio abanico de opciones en un denso bosque de posibilidades antes de concentrarme finalmente en un acto de dominación.

“Mountain Language” no aspira a esa amplitud de funcionamiento. Es brutal, breve y desagradable. Pero los soldados en la obra sí que se divierten con ello. Uno a veces olvida que los torturadores se aburren fácilmente. Necesitan reírse de vez en cuando para mantener el ánimo. Este hecho ha sido confirmado naturalmente por lo que ocurrió en Abu Ghraib en Bagdad. “Mountain Language” sólo dura 20 minutos, pero podría continuar hora tras hora, una y otra y otra vez, repetirse de nuevo lo mismo de forma continua, una y otra vez, hora tras hora.

“Ashes to ashes”, por otra parte, me da la impresión de que transcurre bajo el agua. Una mujer que se ahoga, su mano que emerge sobre las olas intentando alcanzar algo, que se hunde y desaparece, buscando a otros, pero sin encontrar a nadie, ya sea por encima o por debajo del agua, encontrando únicamente sombras, reflejos, flotando; la mujer es una figura perdida en un paisaje que está siendo cubierto por las aguas, una mujer incapaz de escapar de la catástrofe que parecía que sólo afectaba a otros.

Pero, de la misma forma que ellos murieron, ella también ha de morir.

El lenguaje político, tal como lo usan los políticos, no se adentra en ninguno de estos territorios dado que la mayoría de los políticos, según las evidencias a las que tenemos acceso, no están interesados en la verdad sino en el poder y en conservar ese poder. Para conservar ese poder es necesario mantener al pueblo en la ignorancia, que vivan sin conocer la verdad, incluso la verdad sobre sus propias vidas. Lo que nos rodea es un enorme entramado de mentiras, de las cuales nos alimentamos.

Como todo el mundo aquí sabe, la justificación de la invasión de Iraq era que Sadam Husein tenía en su posesión un peligrosísimo arsenal de armas de destrucción masiva, algunas de las cuales podían ser lanzadas en 45 minutos, capaces de provocar una espeluznante destrucción. Nos aseguraron que eso era cierto. No era cierto. Nos contaron que Iraq mantenía una relación con Al Quaeda y que era en parte responsable de la atrocidad que ocurrió en Nueva York el 11 de Septiembre de 2001. Nos aseguraron que esto era cierto. No era cierto. Nos contaron que Iraq era una amenaza para la seguridad del mundo. Nos aseguraron que era cierto. No era cierto.

La verdad es algo completamente diferente. La verdad tiene que ver con la forma en la que Estados Unidos entiende su papel en el mundo y cómo decide encarnarlo.

Pero antes de volver al presente me gustaría mirar al pasado reciente, me refiero a la política exterior de Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Creo que es nuestra obligación someter esta época a cierta clase de escrutinio, aunque sea de una manera incompleta, que es todo lo que nos permite el tiempo que tenemos.

Todo el mundo sabe lo que ocurrió en la Unión Soviética y por toda la Europa del Este durante el periodo de posguerra: la brutalidad sistemática, las múltiples atrocidades, la persecución sin piedad del pensamiento independiente. Todo ello ha sido ampliamente documentado y verificado.

Pero lo que yo pretendo mostrar es que los crímenes de los EE.UU. en la misma época sólo han sido registrados de forma superficial, no digamos ya documentados, o admitidos, o reconocidos siquiera cómo crímenes. Creo que esto debe ser solucionado y que la verdad sobre este asunto tiene mucho que ver con la situación en la que se encuentra el mundo actualmente. Aunque limitadas, hasta cierto punto, por la existencia de la Unión Soviética, las acciones de Estados Unidos a lo ancho y largo del mundo dejaron claro que habían decidido que tenían carta blanca para hacer lo que quisieran.

La invasión directa de un estado soberano nunca ha sido el método favorito de Estados Unidos. En la mayoría de los casos, han preferido lo que ellos han descrito como “conflicto de baja intensidad”. Conflicto de baja intensidad significa que miles de personas mueren pero más lentamente que si lanzases una bomba sobre ellos de una sola vez. Significa que infectas el corazón del país, que estableces un tumor maligno y observas el desarrollo de la gangrena. Cuando el pueblo ha sido sometido - o molido a palos, lo que viene a ser lo mismo – y tus propios amigos, los militares y las grandes corporaciones, se sientan confortablemente en el poder, tú te pones frente a la cámara y dices que la democracia ha prevalecido. Esto fue lo normal en la política exterior de Estados Unidos durante los años de los que estoy hablando.

La tragedia de Nicaragua fue un ejemplo muy significativo. La escogí para exponerla aquí como un ejemplo claro de cómo ve Estados Unidos su papel en el mundo, tanto entonces como ahora.

Yo estuve presente en una reunión en la embajada de los EE.UU. en Londres a finales de los ochenta.

El Congreso de Estados Unidos estaba a punto de decidir si dar más dinero a la Contra para su campaña contra el estado de Nicaragua. Yo era un miembro de una delegación que venía a hablar en nombre de Nicaragua, pero la persona más importante en esta delegación era el Padre John Metcalf. El líder del grupo de EE.UU. era Raymond Seitz (por aquel entonces el ayudante del embajador, más tarde él mismo sería embajador). El Padre Metcalf dijo: “Señor, dirijo una parroquia en el norte de Nicaragua. Mis feligreses construyeron una escuela, un centro de salud, un centro cultural. Vivíamos en paz. Hace unos pocos meses un grupo de la Contra atacó la parroquia. Lo destruyeron todo: la escuela, el centro de salud, el centro cultural. Violaron a las enfermeras y las maestras, asesinaron a los médicos, de la forma más brutal. Se comportaron como salvajes. Por favor, exija que el gobierno de EE.UU. retire su apoyo a esta repugnante actividad terrorista.”

Raymond Seitz tenía muy buena reputación como hombre racional, responsable y altamente sofisticado. Era muy respetado en los círculos diplomáticos. Escuchó, hizo una pausa, y entonces habló con gravedad. 'Padre', dijo, 'déjame decirte algo. En la guerra, la gente inocente siempre sufre'. Hubo un frío silencio. Le miramos. Él no parpadeó.

La gente inocente, en realidad, siempre sufre.

Finalmente alguien dijo: 'Pero en este caso “las personas inocentes” fueron las víctimas de una espantosa atrocidad subvencionada por su gobierno, una entre muchas. Si el Congreso concede a la Contra más dinero, más atrocidades de esta clase tendrán lugar. ¿No es así? ¿No es por tanto su gobierno culpable de apoyar actos de asesinato y destrucción contra los ciudadanos de un estado soberano?"

Seitz se mantuvo imperturbable. 'No estoy de acuerdo con que los hechos tal como han sido presentados apoyen sus afirmaciones'. dijo.

Mientras abandonábamos la embajada un asistente estadounidense me dijo que había disfrutado con mis obras. No le respondí.

Debo recordarles que el entonces presidente, Reagan, hizo la siguiente declaración: 'La Contra es el equivalente moral a nuestros Padres Fundadores'.

Estados Unidos apoyaron la brutal dictadura de Somoza en Nicaragua durante cuarenta años. El pueblo nicaragüense, guiado por los sandinistas, derrocó este régimen en 1979, una impresionante revolución popular.

Los sandinistas no eran perfectos. Tenían una claro componente de arrogancia y su filosofía política contenía un cierto número de elementos contradictorios. Pero eran inteligentes, racionales y civilizados. Se propusieron conseguir una sociedad estable, decente y plural. La pena de muerta fue abolida. Cientos de miles de campesinos pobres fueron librados de una muerte segura. A unas 100.000 familias se le dieron títulos de propiedad sobre tierras. Se construyeron dos mil escuelas. Una notable campaña educativa redujo el analfabetismo en el país a menos de una séptima parte. Se establecieron una educación y un servicio de salud gratuitos. La mortalidad infantil se redujo en una tercera parte. La polio fue erradicada.

Estados Unidos denunció estos logros como una subversion marxista/leninista. Desde el punto de vista del gobierno de Estados Unidos, se estaba estableciendo un ejemplo peligroso. Si a Nicaragua se le permitía fijar normas básicas de justicia social y económica, si se le permitía subir los niveles de salud y educación y alcanzar una unidad social y un respeto nacional propio, los países vecinos se plantearían las mismas cuestiones y harían lo mismo. En ese momento había por supuesto una feroz resistencia al status quo en el Salvador.

He hablado anteriormente de 'un entramado de mentiras' que nos rodea. El presidente Reagan describía habitualmente a Nicaragua como un 'calabozo totalitario'. Esto fue aceptado de forma general por los medios, y por supuesto por el gobierno británico, como un comentario acertado e imparcial. Pero la realidad es que no estaba documentada la existencia de escuadrones de la muerte bajo el gobierno sandinista. No había constancia de torturas. No estaba probada la existencia de una brutalidad sistemática u oficial por parte de los militares. Ningún sacerdote fue asesinado en Nicaragua. De hecho, había tres sacerdotes en el gobierno, dos jesuitas y un misionero Maryknoll. Los calabozos totalitarios estaban en realidad muy cerca, en El Salvador y en Guatemala. Estados Unidos había hecho caer en 1954 al gobierno elegido democráticamente en Guatemala y se calcula que unas 200.000 personas habían sido víctimas de las sucesivas dictaduras militares.

Seis de los más eminentes jesuitas del mundo fueron asesinados brutalmente en la Universidad de Centro América en San Salvador en 1989 por un batallón del regimiento Alcatl entrenado en Fort Benning, Georgia, EE.UU. Ese hombre extremadamente valiente, el arzobisbo Romero, fue asesinado mientras se dirigía a la gente. Se calcula que murieron 75.000 personas. ¿Por qué fueron asesinadas? Fueron asesinadas porque creían que una vida mejor era posible y que debía conseguirse. Esta creencia los convirtió de forma inmediata en comunistas. Murieron porque se atrevieron a cuestionar el status quo, la interminable situación de pobreza, enfermedad, degradación y opresión que habían recibido como herencia.

Estados Unidos finalmente hizó caer el gobierno Sandinista. Supuso varios años y una resistencia considerable, pero una persecución económica implacable y 30.000 muertos al final minaron la moral del pueblo nicaragüense. Exhaustos y condenados a la pobreza una vez más. Los casinos volvieron al país, la salud y la educación gratuita se acabaron. Las grandes empresas volvieron en mayor número. La 'Democracia' había prevalecido.

Pero esta “política” no estuvo, de ninguna manera, limitada a Centroamérica. Fue realizada a lo largo y ancho del mundo. No tenía final. Y ahora es como si nunca hubiese pasado.

Estados Unidos apoyó y en algunos casos crearon todas las dictaduras militares de derechas en el mundo tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Me refiero a Indonesia, Grecia, Uruguay, Brasil, Paraguay, Haití, Turquía, Filipinas, Guatemala, El Salvador, y, por supuesto, Chile. El horror que Estados Unidos infligió a Chile en 1973 no podrá ser nunca purgado ni olvidado.

Cientos de miles de muertes tuvieron lugar en todos estos países. ¿Tuvieron lugar? ¿Son todas esas muertes atribuibles a la política exterior estadounidense? La respuesta es sí, tuvieron lugar y son atribuibles a la política exterior estadounidense. Pero ustedes no lo sabrían.

Esto nunca ocurrió. Nunca ocurrió nada. Ni siquiera mientras ocurría estaba ocurriendo. No importaba. No era de interés. Los crímenes de Estados Unidos han sido sistemáticos, constantes, inmorales, despiadados, pero muy pocas personas han hablado de ellos. Esto es algo que hay que reconocerle a Estados Unidos. Ha ejercido su poder a través del mundo sin apenas dejarse llevar por las emociones mientras pretendía ser una fuerza al servicio del bien universal. Ha sido un brillante ejercicio de hipnosis, incluso ingenioso, y ha tenido un gran éxito.

Os digo que Estados Unidos son sin duda el mayor espectáculo ambulante. Pueden ser brutales, indiferentes, desdeñosos y bárbaros, pero también son muy inteligentes. Como vendedores no tienen rival, y la mercancía que mejor venden es el amor propio. Es un gran éxito. Escuchen a todos los presidentes de Estados Unidos en la televisión usando las palabras, “el pueblo americano”, como en la frase, “Le digo al pueblo estadounidense que es la hora de rezar y defender los derechos del pueblo americano y le pido al pueblo americano que confíen en su presidente en la acción que va a tomar en beneficio del pueblo americano”.

Es una estratagema brillante. El lenguaje se usa hoy en día para mantener controlado al pensamiento. Las palabras “el pueblo americano” producen un cojín de tranquilidad verdaderamente sensual. No necesitas pensar. Simplemente échate sobre el cojín. El cojín puede estar sofocando tu inteligencia y tu capacidad crítica pero es muy cómodo. Esto no funciona, por supuesto, para los 40 millones de personas que viven bajo la línea de pobreza y los dos millones de hombres y mujeres prisioneras en los vastos “gulags” de las cárceles, que se extienden a lo largo de todo Estados Unidos.

Estados Unidos ya no se preocupa por los conflictos de baja intensidad. No ve ningún interés en ser reticente o disimulado. Pone sus cartas sobre la mesa sin miedo ni favor. Sencillamente le importan un bledo las Naciones Unidas, la legalidad internacional o el desacuerdo crítico, que juzga impotente e irrelevante. Tiene su propio perrito faldero acurrucado detrás de ellos, la patética y supina Gran Bretaña.

¿Qué le ha pasado a nuestra sensibilidad moral? ¿Hemos tenido alguna vez alguna? ¿Qué significan estas palabras? ¿Se refieren a un termino muy raramente utilizado estos días – conciencia? ¿Una conciencia para usar no sólo con nuestros propios actos sino para usar también con nuestra responsabilidad compartida en los actos de los demás? ¿Está todo muerto? Mirad Guantánamo. Cientos de personas detenidas sin cargos a lo largo de tres años, sin representación legal ni un juicio conveniente, técnicamente detenidos para siempre. Esta estructura totalmente ilegal se mantiene como un desafío de la convención de Ginebra. Esto no es sólo tolerado sino que difícilmente planteado por lo que se llama “la comunidad internacional”. Esta atrocidad criminal está siendo cometida por un país, que se declara a sí mismo como “el líder del mundo libre”. ¿Pensamos en los habitantes de la bahía de Guantánamo? ¿Qué es lo que dicen los medios? Lo reseñan ocasionalmente – una pequeña mención en la pagina seis. Ellos han sido consignados a una tierra de nadie de la que, por cierto, puede que nunca regresen. En la actualidad muchos están en huelga de hambre, alimentados a la fuerza, incluidos los residentes británicos. No hay sutilezas en estos procesos de alimentación. Ni sedaciones ni anestésicos. Solo un tubo insertado sobre tu nariz y dentro de tu garganta. Tú vomitas sangre. Esto es tortura. ¿Qué ha dicho la secretaria británica de exteriores sobre esto? Nada. ¿Qué ha dicho el primer ministro británico sobre esto? Nada ¿Por qué no? Porque Estados Unidos ha dicho: criticar nuestra conducta en la bahía de Guantánamo constituye un acto poco amistoso. O estáis con nosotros o contra nosotros. Así que Blair se calla.

La invasión de Iraq ha sido un acto de bandidos, un evidente acto de terrorismo de estado, demostrando un desprecio absoluto por el concepto de leyes internacionales. La invasión fue una acción militar arbitraria basada en una serie de mentiras sobre mentiras y burda manipulación de los medios y, por consiguiente, del publico; un acto con la intención de consolidar el control económico y militar de Estados Unidos sobre Oriente Próximo camuflado – como ultimo recurso – todas las otras justificaciones han caído por ellas mismas – como una liberación. Una formidable aseveración de la fuerza militar responsable de la muerte y mutilación de cientos y cientos de personas inocentes.

Hemos traído tortura, bombas de racimo, uranio empobrecido, innumerables actos de muerte aleatoria, miseria, degradación y muerte para el pueblo Iraqui y lo llamamos “llevar la libertad y la democracia a Oriente Próximo”

¿Cuánta gente tienes que matar antes de ser considerado un asesino de masas y un criminal de guerra? ¿Cien mil? Más que suficiente, habría pensado yo. Por eso es justo que Bush y Blair sean procesados por el Tribunal Penal Internacional. Pero Bush ha sido listo. No ha ratificado al Tribunal Penal Internacional. Por eso si un soldado o político americano es arrestado Bush ha advertido que enviaría a los marines. Pero Tony Blair ha ratificado el Tribunal y por eso se le puede perseguir. Podemos proporcionarle al Tribunal su dirección si está interesado. Es el número 10 de Downing Street, Londres.

La muerte en este contexto es irrelevante. Ambos, Bush y Blair colocan la muerte bien lejos, en los números atrasados. Al menos 100.000 iraquíes murieron por las bombas y misiles estadounidenses antes de que la insurgencia iraquí empezase. Estas personas no existen ahora. Sus muertes no existen. Son espacios en blanco. Ni siquiera han sido registrados como muertos. 'No hacemos recuento de cuerpos', dijo el general estadounidense Tommy Franks.

Al inicio de la invasión se publicó en la portada de los periódicos británicos una fotografía de Tony Blair besando la mejilla de un niño iraquí. 'Un niño agradecido' decía el pie de foto. Unos días después apareció una historia con una fotografía, en una página interior, de otro niño de cuatro años sin brazos. Su familia había sido alcanzada por un misil. Él fue el único superviviente. '¿Cuando recuperaré mis brazos?' preguntaba. La historia desapareció. Bien, Tony Blair no lo tenía en sus brazos, tampoco el cuerpo de ningún otro niño mutilado, ni el de ningún cadáver ensangrentado. La sangre es sucia. Ensucia tu camisa y tu corbata cuando te encuentras dando un discurso sincero en televisión.

Los dos mil estadounidenses muertos son una vergüenza. Son transportados a sus tumbas en la oscuridad. Los funerales son discretos, fuera de peligro. Los mutilados se pudren en sus camas, algunos para el resto de sus vidas. Así los muertos y los mutilados se pudren, en diferentes tipos de tumbas.

Aquí hay un extracto del poema de Pablo Neruda: “Explico Algunas Cosas”:

Y una mañana todo estaba ardiendo

y una mañana las hogueras

salían de la tierra

devorando seres,

y desde entonces fuego,

pólvora desde entonces,

y desde entonces sangre.

Bandidos con aviones y con moros,

bandidos con sortijas y duquesas,

bandidos con frailes negros bendiciendo

venían por el cielo a matar niños,

y por las calles la sangre de los niños

corría simplemente, como sangre de niños

Chacales que el chacal rechazaría,

piedras que el cardo seco mordería escupiendo,

víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre

de España levantarse

para ahogaros en una sola ola

de orgullo y de cuchillos!

Generales

traidores:

mirad mi casa muerta,

mirad España rota:

pero de cada casa muerta sale metal ardiendo

en vez de flores,

pero de cada hueco de España

sale España,

pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,

pero de cada crimen nacen balas

que os hallarán un día el sitio

del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía

no nos habla del sueño, de las hojas,

de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,

venid a ver

la sangre por las calles,

venid a ver la sangre

por las calles!

Quisiera dejar claro que citando el poema de Neruda no estoy comparando de ninguna manera la República Española con el Iraq de Saddam Husein. Cito a Neruda porque en ningún otro sitio de la lírica contemporánea leí una descripción más insistente y cierta del bombardeo contra civiles.


He dicho antes que Estados Unidos está ahora siendo totalmente franco poniendo las cartas sobre la mesa. Éste es el caso. Su política oficial es hoy en día definida como "Dominio sobre todo el espectro". Ése no es mi término, es el suyo. "Dominio sobre todo el espectro" quiere decir control de la tierra, mar, aire y espacio y todos sus recursos.


Estados Unidos ahora ocupa 702 bases militares a lo largo del mundo en 132 países, con la honorable excepción de Suecia, por supuesto. No sabemos muy bien como ha llegado a estar ahí pero de hecho está ahí.


Estados Unidos posee ocho mil cabezas nucleares activas y usables. Dos mil están en sus disparaderos, alerta, listas para ser lanzadas 15 minutos después de una advertencia. Está desarrollando nuevos sistemas de fuerza nuclear, conocidos como "destructores de búnkeres". Los británicos, siempre cooperativos, están intentando reemplazar su propio misil nuclear, Trident. ¿A quién, me pregunto, están apuntando? ¿A Osama Bin Laden? ¿A ti? ¿A mí? ¿A Joe Dokes? ¿China? ¿París? ¿Quién sabe? Lo que sí sabemos es que esta locura infantil - la posesión y uso en forma de amenazas de armas nucleares - es el corazón de la actual filosofía política de Estados Unidos. Debemos recordarnos a nosotros mismos que Estados Unidos está en un continuo entrenamiento militar y no muestra indicios de aminorar el paso.


Muchos miles, si no millones, de personas en Estados Unidos están demostrablemente asqueados, avergonzados y enfadados por las acciones de su gobierno, pero, tal y como están las cosas, no son una fuerza política coherente - todavía. Pero la ansiedad, la incertidumbre y el miedo que podemos ver crecer cada día en Estados Unidos no es probable que disminuya.


Sé que el presidente Bush tiene algunos escritores de discursos muy competentes pero quisiera prestarme voluntario yo mismo para el empleo. Propongo el siguiente breve discurso que él podría leer en televisión a la nación. Lo veo solemne, con el pelo cuidadosamente peinado, serio, confiado, sincero, frecuentemente seductor, a veces empleando una sonrisa irónica, curiosamente atractiva, un auténtico macho.


"Dios es bueno. Dios es grande. Dios es bueno. Mi dios es bueno. El Dios de Bin Laden es malo. Él suyo es un mal Dios. El dios de Sadam también era malo, aunque no tuviera ninguno. Él era un bárbaro. Nosotros no somos bárbaros. Nosotros no cortamos las cabezas de la gente. Nosotros creemos en la libertad. Dios también. Yo no soy bárbaro. Yo soy el líder democráticamente elegido de una democracia amante de la libertad. Somos una sociedad compasiva. Electrocutamos de forma compasiva y administramos una compasiva inyección letal. Somos una gran nación. Yo no soy un dictador. Él lo es. Yo no soy un bárbaro. Él lo es. Y él. Todos ellos lo son. Yo tengo autoridad moral. ¿Ves mi puño? Esta es mi autoridad moral. Y no lo olvides"


La vida de un escritor es extremadamente vulnerable, apenas una actividad desnuda. No tenemos que llorar por ello. El escritor hace su elección y queda atrapado en ella. Pero es cierto que estás expuesto a todos los vientos, alguno de ellos en verdad helados. Estás solo, por tu cuenta. No encuentras refugio, ni protección - a menos que mientas - en cuyo caso, por supuesto, te habrás construido tu propia protección y, podría decirse, te habrás vuelto un político.


Me he referido un par de veces esta tarde a la muerte. Voy a citar ahora un poema mío llamado "Muerte"

¿Dónde se halló el cadáver?

¿Quién lo encontró?

¿Estaba muerto cuando lo encontraron?

¿Cómo lo encontraron?

¿Quién era el cadáver?

¿Quién era el padre o hija, o hermano

o tío o hermana o madre o hijo

del cadáver abandonado?

¿Estaba muerto el cuerpo cuando fue abandonado?

¿Fue abandonado?

¿Por quién fue abandonado?

¿Estaba el cuerpo desnudo o vestido para un viaje?

¿Qué le hizo declarar muerto al cadáver?

¿Fue usted quien declaró muerto al cadáver?

¿Cómo de bien conocía el cadáver?

¿Cómo sabía que estaba muerto el cadáver?

¿Lavó el cadáver?

¿Le cerró ambos ojos?

¿Enterró el cuerpo?

¿Lo dejó abandonado?

¿Le dio un beso al cadáver?

Cuando miramos un espejo pensamos que la imagen que nos ofrece es exacta. Pero si te mueves un milímetro la imagen cambia. Ahora mismo, nosotros estamos mirando a un círculo de reflejos sin fin. Pero a veces el escritor tiene que destrozar el espejo - porque es en el otro lado del espejo donde la verdad nos mira a nosotros.


Creo que, a pesar de las enormes dificultades que existen, una firme determinación, inquebrantable, sin vuelta atrás, como ciudadanos, para definir la auténtica verdad de nuestras vidas y nuestras sociedades es una necesidad crucial que nos afecta a todos. Es, de hecho, una obligación.


Si una determinación como ésta no forma parte de nuestra visión política, no tenemos esperanza de restituir lo que casi se nos ha perdido: la dignidad como personas.