miércoles, 29 de diciembre de 2010

hacia un nuevo decenio

Alberto Piris

No es fácil hacer el recuento de los factores que más han influido en el curso del año que ahora concluye ni determinar cuáles de entre ellos han tenido mayor impacto en nuestra sociedad o presentan una mayor incertidumbre ante el año que va a comenzar. Hago a continuación una síntesis apretada para un apunte de fin de año.

La última bomba que ha estallado en el terreno internacional, cuyos plenos efectos apenas han empezado a sentirse todavía, no lo ha hecho en las ahora discutidas aguas coreanas o en las ensangrentadas poblaciones del Oriente Medio. Ha explosionado en el vasto e impreciso territorio del mundo "web" con la revelación de los documentos diplomáticos filtrados por WikiLeaks a un limitado número de diarios de amplia difusión, desde los cuales el eco ha alcanzado los rincones más lejanos del mundo. Lo ha hecho tras otras conmociones anteriores, causadas por las filtraciones sobre actividades militares en Iraq y Afganistán, que dejaron en entredicho la retórica con la que se ha venido intentando adornar la invasión y ocupación de ambos países.

Casi todos los analistas de esta última andanada, dosificada poco a poco por los cinco diarios que han recibido el privilegio de tan exclusiva primicia, coinciden en señalar que los verdaderos agentes protagonistas de las relaciones internacionales muestran un enorme desdén por los procedimientos establecidos, las limitaciones legales y los usos habituales. Si en sus declaraciones públicas suelen insistir en el respeto que sienten por todo esto, en el forcejeo diario entre bastidores se percibe que lo consideran como una molesta traba que conviene soslayar. Se advierte así, a los ojos de todo el que quiera enterarse, la endeble cultura democrática sobre la que se sustentan las relaciones internacionales de los países que más alardean de democracia e incluso pretenden exportarla a cañonazos.

Consecuencia de lo anterior es la necesidad de mentir y engañar a los pueblos. Aunque esto ya quedó bien de manifiesto en los prolegómenos de la invasión de Iraq, las pruebas inculpatorias aireadas ahora por WikiLeaks son demoledoras. Consecuencia de ello es el descrédito de la actividad política en general y el peligro que esto representa para la subsistencia de un mínimo y creíble nivel de democracia que frene las constantes tentaciones de los autoritarismos de cualquier signo.

Si lo anterior ya dibuja un cuadro deprimente, más lo es la evolución de la actual crisis económica, con el sometimiento de la política a los misteriosos e indefinidos mercados y la sensación de impotencia de gobernantes y gobernados frente a las esotéricas fórmulas y exigencias propuestas por quienes, al fin y al cabo, no son sino la elite y la cúspide del feroz capitalismo financiero: los especuladores aferrados a la obtención de los máximos beneficios en el más corto plazo.

Ha sido un poeta granadino -Luis García Montero-, y no un economista, quien ha atinado describiendo la situación con estas palabras: "El capitalismo ha puesto en marcha una verdadera revolución de los ricos contra los pobres, de los mercados contra la soberanía cívica. No tomar conciencia de lo que está en juego significa renunciar para siempre al Estado, a la política y a la democracia". Grave diagnóstico que suscribo en su totalidad.

Y como ya es habitual en los últimos años, el terrorismo sigue estando en los primeros planos de la actualidad. En sus diversas facetas y alentado por odios y fanatismos de frecuente base religiosa, llena los espacios de los medios de comunicación, alienta los temores de la gente y somete por miedo la voluntad de las personas a los arbitrarios dictados de los tecnócratas de la seguridad. Sin embargo, sus efectos, el número de sus víctimas y el peligro que representa el terrorismo para la humanidad palidecen ante el efecto brutal, instantáneo, demoledor y universal de la especulación financiera, capaz de hundir a vastos sectores de la humanidad en el paro, la miseria y la desesperación.

En este océano de ambiciones y codicia que parece abarcarlo todo, brillan sin embargo algunos faros aislados de esperanza, como ese reducido pero selecto número de personas capaces de dedicar sus esfuerzos e incluso arriesgar su vida por los demás, por los más necesitados, por los desposeídos, por esos que, desde las alturas del poder, no son otra cosa que simples perdedores: unos cuantos miles de millones de seres humanos. También brilla la esperanza en esas organizaciones verdaderamente solidarias que, mirando más allá de lo que hoy se observa, aspiran a imaginar y elaborar unas nuevas formas de hacer política, de gestionar los bienes y recursos de la humanidad y de avanzar poco a poco por el camino de convertir en realidad esa utópica trilogía de libertad, igualdad y fraternidad, tan enaltecida con las palabras como menospreciada en las obras. Al comenzar el segundo decenio de este siglo XXI no todo está perdido, pero cada vez brillan con más debilidad esos aislados faros de la esperanza.

domingo, 26 de diciembre de 2010

año nuevo, economía vieja

Carlos Berzosa Alonso-Martínez*

Dejamos el año 2010 y entramos en el nuevo con la crisis económica a cuestas. Han pasado más de tres años desde que se inició y no parece que las cosas vayan a cambiar de un modo significativo, sobre todo para los desempleados. Se dijo por parte de muchos economistas que la crisis tendría una forma de V de manera que tras la caída vendría una fuerte recuperación. Se mantuvo que 2009 sería un mal año y que luego empezaríamos a ver las cosas mejor en 2010. Pero acaba este año y no se observa un panorama despejado.

La crisis económica ha supuesto el fracaso de la economía de mercado. De ahí se deduce una cosa clara y es que los fundamentos económicos tendrían que cambiar para encontrar una senda de desarrollo diferente a la que hemos vivido en los últimos años. Una crisis supone que muchas personas son arrastradas al paro y a la incertidumbre, se generan muchos damnificados, pero también es una ocasión para cambiar y remediar los males que nos han conducido a la situación actual. Sin embargo nada de esto último se está haciendo y se vuelve una vez más a las andadas del fundamentalismo de mercado. Se llevan a cabo políticas de ajuste sin mecanismos compensatorios que permitan un ajuste con rostro humano, tal como enunció las Naciones Unidas a finales de los años ochenta del siglo pasado.

Mientras tanto, no se pone coto a los excesos de la globalización neoliberal y las finanzas, que son en gran parte los responsables de la gran recesión. Se hace recaer los costes de la crisis en las víctimas de la misma, y sin embargo, el mundo de las finanzas sigue tan campante, proporcionando elevados salarios a sus ejecutivos, concediendo bonus, dando sumas elevadas de indemnizaciones por despido a sus directivos y proporcionado a estos unas jubilaciones de lujo.

Se premia a los que han conducido a la economía al borde del abismo, al tiempo que los directivos de estas entidades pregonan la flexibilidad del mercado laboral, la disminución de la indemnización por despido, la eliminación de la contratación colectiva y la rebaja de las pensiones. En suma, predican para los demás lo que ellos no están dispuestos a hacer ni para ellos mismos ni para el grupo selecto de directivos que les rodea. Las desigualdades económicas que provocan estas actuaciones no dejan de ser alarmantes y son un escándalo social. No es que se pueda acusar a todas las entidades financieras de ser responsables de esta crisis, pero sí a muchas de ellas y sobre todo a un sistema global de comportamiento. John Cassidy lo explica muy bien en su libro “Por qué quiebran los mercados”, (RBA, 2010).

Las teorías económicas que han sustentado el comportamiento económico que se ha dado desde los años ochenta del siglo XX siguen en pie, y reaparecen con fuerza para imponer sus criterios e incluso favorecer aún más si cabe al mercado frente a la política de regulación, de intervención y de cohesión social. Sus soluciones no pueden ser las nuestras, por eso resulta interesante leer a Susan George en “Sus crisis, nuestras soluciones” (Icaria, 2010). A su vez un antiguo dirigente estudiantil de mayo del 68, Daniel Cohn- Bendit, escribe un pequeño tratado de imaginación política, como él mismo subtitula, y cuyo título “¿Qué hacer? (RBA; 2010), nos recuerda a Lenin, aunque en este caso se trate de algo muy distinto, en su formulación y en sus proposiciones, fundamentalmente ecológicas.

Desde luego, hace falta imaginación en estos momentos y no repetir machaconamente las viejas recetas económicas de ajuste, en la que insisten los economistas convencionales que hablan con prepotencia y como sentando cátedra, dando la impresión de que tienen las recetas adecuadas para salir de la crisis, cuando no solamente no fueron capaces de predecirla, sino incluso de no acertar en su desarrollo y desenvolvimiento. En los últimos tiempos nos han bombardeado con ideas que han demostrado ser mitos falsos y que no han funcionado ni para asegurar la estabilidad económica ni un crecimiento económico equitativo, sino que nos han conducido al desastre actual. En Francia se publica “Manifeste d´économistes atterrés” (Les liens qui libèrent, 2010) en el que se exponen 10 falsas evidencias, 22 medidas para salir del impase. Este pequeño manifiesto, firmado por gran cantidad de economistas, pretende hacer progresar la idea según la cual la ciencia económica debe esclarecer la pluralidad de elecciones posibles.

En suma, se inicia un nuevo año pero no con una nueva economía, sino con la vieja, tanto en ideas como en hechos, que necesita profundas reparaciones, pero que no se hacen en la escala que sería necesario hacer. Hay proposiciones diferentes efectuadas desde posiciones progresistas, que sin embargo no tienen audiencia en los medios de decisión internacional ni nacionales. Los partidos socialistas se doblegan ante el paradigma dominante y los poderes de los mercados, y no se está sabiendo articular una nueva izquierda capaz de transmitir otra política económica, otra economía.

Y finalizo deseando feliz año nuevo, que eso sí, si nadie lo remedia será con ideas económicas viejas y respuestas obsoletas para los problemas nuevos. De esta forma será muy difícil que el año sea feliz, cuando hay tantos perdedores y la brecha de la desigualdad se ensancha todavía más.


http://www.ucm.es

lunes, 20 de diciembre de 2010

rumores de guerra

Paul Rogers*

Un artículo reciente señalaba que una buena cantidad de acontecimientos políticos ocurridos a finales de 2010 contribuían a aumentar las posibilidades de un ataque militar israelí a las instalaciones nucleares iraníes. Entre ellos se mencionaban: los resultados de las elecciones parlamentarias de mitad de mandato en Estados Unidos que fortalecieron a los republicanos que apoyan incondicionalmente a Israel y estarán en condiciones de limitar la capacidad del gobierno de Barack Obama para condenar el eventual ataque, y la creciente preocupación israelí por los desarrollos de misiles de Irán y por su presunto programa de fabricación de armas nucleares. Los acontecimientos que se sucedieron después, entre ellos la información contenida en la última tanda de documentos publicados el 28 de noviembre pasado por Wikileaks, fortalecen sensiblemente este argumento.

El nuevo material difundido por Wikileaks revela el inmenso tesoro de las comunicaciones diplomáticas secretas de las embajadas estadounidenses del mundo entero con el Departamento de Estado. Entre los temas más salientes de la cobertura que ofrecieron los medios se destaca el informe de algunos diplomáticos a propósito de la antipatía que sienten varios líderes árabes por Irán; el ejemplo más llamativo es la declaración del rey Abdullah de Arabia Saudí en la que exhorta a Washington a “cortarle la cabeza a la serpiente”.

Esta revelación puede ser interesante más por lo explícito de los comentarios que por el sentimiento mismo, que no es ninguna novedad. Pero mucho menos publicitada -hasta que fue recogido por el Weekly Standard, el periódico más destacado de los neoconservadores de Washington- fue una afirmación saudí según la cual Irán estaba albergando a una red de miembros de al-Qaida, entre ellos a uno de los hijos menos conocidos de Osama bin Laden, Ibrahim. Este detalle alimenta un punto de vista más amplio que está ganando adeptos en Washington, que sostiene que Irán representa cada vez más un peligro aún mayor de lo que se suponía.

Cualquier conexión entre Irán y los responsables de los atentados del 11 de setiembre -por remota que parezca- es bienvenida por aquéllos que en Estados Unidos (sobre todo, pero no exclusivamente, de la derecha republicana) que ya se adhieren a la creencia de que las ambiciones nucleares de Irán no son más que el último ejemplo de una perfidia consumada, ejemplo que ofrecería una justificación adicional para atacar al régimen iraní o, al menos, para apoyar una operación similar por parte de Israel. La lógica salta a la vista: Irán apoya a al-Qaida y está desarrollando armas nucleares, un proceso que terminará con al-Qaida dotada de armas nucleares y un ataque aún más catastrófico a Estados Unidos.

LA MENTALIDAD

La divulgación política de este argumento en el Weekly Standard, con la consiguiente popularidad que ha alcanzado, resulta reforzada por dos acontecimientos actuales. El primero es el atentado simultáneo perpetrado en Teherán el 29 de noviembre pasado contra dos científicos nucleares iraníes: Majad Shahriari (que resultó muerto) y Fereydoon Abbasi (herido). Los dos fueron atacados de la misma manera: cuando iban en sus respectivos autos hacia su trabajo, mediante bombas lapa colocadas en las ventanillas por desconocidos que circulaban en motocicleta. El 12 de enero de 2010 Masoud Ali Mohammadi, un especialista en mecánica cuántica, fue asesinado en Teherán por una bomba trampa colocada en una motocicleta, un caso opacado por la sugerencia de que Mohammadi simpatizaba con el movimiento verde de oposición al régimen iraní. 

Hasta ahora, los asesinos no han sido identificados. Pero también puede ser significativo el hecho de que durante 2010 algunas de las instalaciones nucleares de Irán hayan sido objeto de intentos de sabotaje. Tal vez el más grave fue, por ejemplo, un sostenido ataque informático que es probable que haya afectado a la planta de enriquecimiento de uranio localizada en Natanz.

El segundo acontecimiento es el acuerdo al que llegaron Irán y la comunidad internacional para iniciar una nueva ronda de conversaciones sobre la cuestión nuclear, que se llevará a cabo en Ginebra, el 6 y 7 de diciembre: son las primeras discusiones de alto nivel entre las partes desde octubre de 2009. La delegación iraní estará presidida por el principal negociador nuclear de Irán, Sabed Jalili, en tanto que Catherine Ashton, la alta representante de la Unión Europea para la política exterior y de seguridad será quien encabece la delegación de los “3 + 3” (Inglaterra, Francia, Alemania, China, Rusia, Estados Unidos).

La reactivación del estancado diálogo entre la Unión Europea e Irán bien podría leerse en términos de un bienvenido aflojamiento de las tensiones. Pero también podría verse como un indicador de cierta debilidad del lado iraní, tanto si fuera un resultado del impacto de la actual ronda de sanciones económicas como si se hubieran presentado dificultades en el programa nuclear civil de Irán, o bien por ambas cosas.

El problema es que el otro actor clave de este drama multilateral, la elite gobernante y de seguridad israelí, considera a Irán desde una óptica completamente diferente. Israel interpreta cualquier iniciativa diplomática de Irán como una táctica evasiva y de dilación que le permitiría avanzar en su desarrollo de un arsenal nuclear. Una mera fachada. Irán es simplemente un peligro y es necesario enfrentarlo. 

LA AMENAZA
La profundidad de las sospechas que despierta Irán en la dirigencia política y militar de Israel -que muchos en Washington comparten- está bien expresada en un análisis publicado el 15 de noviembre pasado por un destacado profesor israelí en Defense News, la respetada revista estadounidense dedicada a temas de defensa. Las credenciales del profesor Efraim Inbar en el establishment son irreprochables: es director del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat de la Universidad Bar-Ilan, imparte clases en varias de las universidades más importantes de Estados Unidos e Inglaterra y actualmente es el presidente de la Asociación Israelí de Estudios Internacionales. Un prestigio que confiere a sus puntos de vista una indiscutible influencia y repercusión entre los principales políticos israelíes.

La evaluación general de Efraim Inbar es descarnada: “Lamentablemente, la diplomacia ha hecho lo de siempre y las sanciones económicas, en general, son inútiles. Sólo una acción militar puede poner fin a la carrera de Irán en su búsqueda de armas nucleares”. Esta idea está respaldada por el conocido argumento según el cual un Irán pertrechado con armas nucleares se convertirá en una amenaza a la estabilidad regional en general, y a la de Israel en particular, aparte de alentar a Turquía, Egipto y Arabia Saudí a a desarrollar su propio armamento nuclear. Pero un Irán pertrechado con armas nucleares también será mucho más audaz a la hora de tratar de desestabilizar a Turquía y Egipto, dice Inbar, que además rechaza enfáticamente la idea de que la nuclearización regional pueda asegurar una disuasión estable.

El hecho de que Irán cuente con armas nucleares implica otros peligros, afirma Inbar. En principio, Occidente perderá influencia en los Estados de Asia central más ricos en reservas de petróleo y gas, que se sentirán atraídos hacia un Irán nuclear o intentarán anudar nuevos y más estrechos lazos de seguridad con Rusia o China; Pakistán, por su parte, “adaptará su postura nuclear” en respuesta a la nueva realidad que inauguraría la existencia de un vecino con poderío nuclear, e India a su vez hará lo mismo, con lo que “podría crear un equilibrio nuclear aún más delicado”.

Además, las repercusiones de un Irán dotado de armas nucleares incluyen dos amenazas directas a la estabilidad en Europa: “Irán es aliado de Siria, otro Estado fundamentalista antiestadounidense, y trata de crear un corredor chií fundamentalista que iría desde Irán hasta el Mediterráneo a través del sur de Irak, Siria y el Líbano. Ese corredor le facilitará a Irán la posibilidad de proyectar su poder en los Balcanes, donde cuenta con una presencia en Bosnia, Albania y Kosovo, los tres Estados musulmanes de la región. Un Irán nuclear también podría alentar la radicalización de los musulmanes que viven en Europa”.

También hay que tener en cuenta el impacto que el desarrollo exitoso de un arma nuclear en Irán tendría en una serie de organizaciones terroristas de la región que cuentan con el apoyo iraní, como Hamás, Hizbulá y la Yihad Islámica. Inbar sostiene que estas organizaciones “se sentirán más seguras y confiadas sabiendo que cuentan con el respaldo de un Irán nuclear”.

Publicado en una de las más importantes revistas sobre temas de defensa de Estados Unidos, el artículo de Inbar, que caracteriza al desafío nuclear iraní como una amenaza muy importante para toda la región, para Europa occidental y también para Israel, resulta muy útil para comprender el pensamiento de la elite israelí. La nota que apareció después en el Weekly Standard, que llega a relacionar a Irán directamente con el 11 de septiembre, con al-Qaida y con el peligro permanente de ataques contra Estados Unidos (que ahora también podrían ser nucleares), se complementa muy bien con lo expuesto por Inbar.

EL PRECEDENTE

Cuando Efraim Inbar plantea que “en esta última etapa, sólo una acción militar puede evitar que el Gran Oriente Medio se degrade hasta convertirse en una región decididamente salvaje”, el atractivo que ejerce su punto de vista -especialmente entre aquellos que estarían en condiciones de hacer caso a sus recomendaciones-, es considerable. Después de todo, un análisis de este tipo tiene un precedente nada desdeñable. La opción de un ataque militar contra Irak para poner fin al régimen de Saddam Hussein había sido planteada en Washington al menos cuatro años antes de que se adoptara, de manera que no debería resultar sorprendente que el 11 de septiembre se convirtiera en un pretexto para “incriminar” casi instantáneamente a Irak, vecino de los talibanes de Afganistán, donde se refugiaba la dirigencia de al-Qaida.

Los ecos de aquel precedente, ahora con Irán en lugar de Irak, resuenan con fuerza. Es cierto que llevará mucho más tiempo persuadir a un gobierno de Estados Unidos presidido por Barack Obama de que debe comprometerse en una acción militar directa contra el principal adversario de Estados Unidos en Oriente Medio. Pero la dirigencia de Israel está sopesando las opciones, planeando las perspectivas, calculando los beneficios y evaluando las consecuencias. Esta vez habrá muchas menos excusas para mostrarse sorprendidos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

el banco central europeo frente a la deuda: se necesita algo más que comprar bonos

Juan Torres López *

Por fin parece que el Banco Central Europeo (BCE) ha actuado, lo que muchos economistas críticos veníamos proponiendo desde hace meses y últimamente incluso personalidades como Felipe González o el portavoz del grupo socialista en el Congreso de los Diputados.

En realidad, el BCE ha hecho una simple "advertencia" a los especuladores fácil de entender: comprando bonos de los Estados les señala que sus operaciones podrían salirles caras porque la autoridad monetaria está dispuesta a jugar a la contra de sus movimientos y quitarles el objeto de sus operaciones. De momento ha quitado presión y la situación se ha aliviado algo pero de ninguna manera se puede decir que de esa forma se resuelva el problema. Hay que tener en cuenta que la especulación contra la deuda de los Estados (la que se ha generado, no lo olvidemos, por causa de la quiebra irresponsable de los bancos y de las consecuencias de que éstos hayan cerrado el crédito a la economía) genera varios problemas: encarecimiento de la deuda, porque eleva artificialmente los tipos a los que ha de venderse, extorsión a los gobiernos soberanos, escasez de capital para la actividad productiva y nuevas burbujas y desestabilización financiera. En suma, que se siga sin poder salir de la crisis.

Para que desaparecieran por completo estos problemas harían falta más cosas que un simple amago de intervención por parte del Banco Central Europeo. En primer lugar una compra de deuda mucho más grande, decidida y constante hasta ahuyentar por completo a los especuladores.

En segundo lugar, que esa financiación a los Estados no sea vergonzante ni encubierta. Hasta ahora es así porque al hacerla, como se está haciendo en realidad desde hace meses, se están violando las normas constitucionales europeas que impiden que el Banco Central Europeo financie a los gobiernos. Una soberana estupidez establecida en su día con el solo propósito de dejar a los bancos privados el negocio de la financiación, muy rentable para ellos pero con las consecuencias que ahora estamos sufriendo. Dada la magnitud de las operaciones contra el euro y la deuda de los diferentes países, el BCE debería mostrarse como una auténtica autoridad pública y frenar en seco a los especuladores afirmando su posición central en el sistema y no actuar solamente como un mero apagafuegos.

En tercer lugar, el Banco Central Europeo no puede financiar a los gobiernos echando sobre sus economía una losa igual de pesada que la que supone la financiación privada. Debería reembolsar los intereses a los Estados para aliviar el peso de esta deuda que, como comentaré enseguida, se puede convertir -si no se actúa como digo con urgencia- en una bomba de relojería para el conjunto de la economía europea.

En cuarto lugar, no se puede tratar sólo de hacer frente a la deuda, y ni siquiera de financiarla en las condiciones ventajosas que acabo de señalar. Hay que evitar que la "solución" a la deuda consista simplemente en salvar una vez más a los bancos hundiendo a las economías, es decir, en conceder como en Irlanda nueva financiación (incluso aunque fuese en condiciones más benévolas) para que se salde el agujero o la deuda de los bancos privados a costa de imponer condiciones que van a lastrar la actividad económica durante años.

Para evitar esto el Banco Central Europeo debería financiar al mismo tiempo planes de recuperación económica y tirar ya de una vez por la borda los principios de austeridad que van a condenar a las pequeñas y medianas empresas y los ciudadanos europeos a años de quiebras, de desempleo y deterioro económico.

Esta sería la única solución sensata y realista al problema gigantesco que ha ocasionado la crisis financiera en Europa. La buena noticia es que eso podría evitar los males mayores que se van a dar si se sigue permitiendo que los financieros sigan acosando a los gobiernos, subiendo artificialmente la factura de la deuda y logrando mediante la extorsión que cada dos por tres se tengan que sacar de la manga medidas de recortes de derechos sociales, como viene ocurriendo en España.

Pero la mala noticia es que incluso si se pudiera actuar así, violentando las normas de la Unión Europea y del propio Banco Central, este tipo de actuaciones sería insuficiente y deberíamos de pensar, como está de moda decir ahora, en un Plan B. La mayor parte de la deuda que hoy día soportan los Estados es una auténtica deuda odiosa (sobre el concepto de deuda odiosa: http://es.wikipedia.org/wiki/Deuda_externa). Es verdad que este concepto nació para referirse a la deuda que impusieron a los pueblos gobiernos dictatoriales y que la que ahora pesa sobre los países se ha generado con gobiernos legítimamente elegidos por la ciudadanía. Pero ¿realmente se puede decir que se haya producido como resultado de una decisión libre y deseada de estos gobiernos? ,¿no es más cierto que se ha generado obligadamente para hacer frente a comportamientos que han sido realmente criminales por parte de muchos bancos y grandes empresas, como las agencia de calificación? ¿Por qué tienen que soportar su peso los pueblos mientras que los grandes poderes financieros se están beneficiando de ella? Repudiar la deuda odiosa es siempre un imperativo moral, la expresión de una justificada condena del tipo de actividades que la han producido. También es la única forma de hacerle frente económicamente y de evitar que provoque un estallido continuado de perturbaciones financieras en el futuro inmediato. Aunque es muy difícil de calcular, se estima que la deuda pública mundial en estos momentos es de casi 41 billones de dólares (hay un "reloj" donde se puede ver cómo evoluciona constantemente en http://www.economist.com/content/global_debt_clock) que representa un 65% del PIB mundial, que es de unos 63 billones de dólares. Pero a ella hay que añadir la deuda privada, que es muchísimo mayor en casi todos los países: mientras que la pública prevista en España para 2010 es del 62,5% del PIB (será más), la privada estaba en el 310% en una de las estimaciones más aceptadas (McKinsey & Company. “Debt and Deleveraging: The Global Credit Bubble and its Economic Consequences,” En http://www.mckinsey.com/mgi/publications/debt_and_deleveraging/index.asp). A mi juicio, y como he analizado en mi último libro (La crisis de las hipotecas basura. ¿Porqué se cayó todo y no se ha hundido nada?), es completamente imposible que la economía mundial digiera o metabolice esta deuda ingente sin problemas, sobre todo, cuando en su mayor parte es la contraparte de operaciones puramente financieras que no han llevado consigo creación de riqueza alguna. Solo de podría hacer mediante una inflación tremenda y terrible o a través de una operación de gasto capaz de absorber ingentes cantidades de recursos, algo que solo podría ocurrir con una guerra que debería tener unas dimensiones y llevar a cabo una destrucción inimaginables. Y ambas vías llevarían consigo conflictos sociales quizá más graves que el problerma de base que pudieran "resolver".

La única solución, por tanto, es ir hacia una quita mundial de la deuda (la "quita" es el acuerdo entre deudor y acreedor en cuya virtud éste renuncia a una parte de la deuda) y que un tribunal internacional determine, al mismo tiempo, cuál de ella es verdaderamente odiosa para repudiarla para siempre. Es decir, hacer que quienes han provocado el daño asuman al menos en parte el costo de su reparación. Soy plenamente consciente de que mi propuesta es irreal hoy día. Tan irreal o ideal como pueda serlo pensar en establecer en nuestro planeta una economía y un modo de vida justos, respetuosos con el medio ambiente y acordes con la naturaleza humana. Pero justamente por eso la defiendo.

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domingo, 14 de noviembre de 2010

sáhara: episodios calientes de un conflicto enfriado

Juan Antonio Sacaluga*

Lo que está pasando estos días en el Sahara occidental habrá podido sorprender a muchos, pero no a quienes siguen de cerca la evolución de la última colonia española. Como si se tratara de una novedad, la mayoría de los medios han destacado estos días que, en esta ocasión, la protesta de los saharauis no ha estado relacionada con las reclamaciones de soberanía e independencia del territorio, sino con el deterioro de sus condiciones de vida. Y, sin embargo, hace mucho tiempo que se estaba cociendo a fuego lento una explosión social como ésta, a pesar de que el conflicto político parecía enfriado o relegado a un proceso diplomático fallido y seguramente tramposo.

Más allá del violento levantamiento del campamento de Agdaym Izik y de la represión posterior en diferentes barrios de El Aiún, este episodio caliente de un conflicto que se ha pretendido enfriar pone de manifiesto el fracaso de una estrategia de ocultamiento del problema. Aunque es aún muy pronto para sacar conclusiones, es bastante probable que esta primera gran crisis social en el Sahara con amplia repercusión mediática marque la tendencia de la evolución futura del conflicto y afecte, en distinta medida, a todos sus actores, directos e indirectos, cercanos y lejanos.

EL DESTINO DE LOS SAHARAUIS

Durante muchos años, los saharauis han sido tratados como población de territorio ocupado, aunque el discurso del ocupante haya negado con vehemencia esa realidad y los considerara públicamente como ciudadanos/súbditos meridionales del Rey y Comendador de los Creyentes. Que la retórica oficial era manifiestamente falsa lo evidencia la política de repoblamiento masivo de las "provincias del sur" con marroquíes procedentes de otros lugares del reino, a los que se ofrecía mejores sueldos (si eran funcionarios, en cada uno de los empleos, funciones y categorías) que el resto de sus compatriotas), más infraestructuras (relativamente) y unas condiciones de vida más atractivas (en términos generales). De esta forma, en un par de décadas largas, los saharauis originarios, habitantes de larga data y nómadas “sedentarizados” ya en proporciones superiores al 80%, se han visto convertidos en minoría dentro de su propio país. En estos momentos, con la prudencia que aconseja el asunto, puede decirse que la población implantada en el Sahara y sus descendientes sobrepasa a la que pudiera considerarse, con todos los matices precisos, como originaria.

La mayoría de esa población originalmente saharaui se siente partícipe de una identidad nacional y mantiene la aspiración de pronunciarse sobre su futuro y sus derechos políticos como pueblo. Y sigue reconociendo a la RASD (la República Árabe Saharaui Democrática) como la expresión política de su estado provisional, aunque puedan detectarse críticas al gobierno saharaui en el exilio y diferentes sensibilidades políticas. En esa mayoría, ahora minoritaria si se toma el conjunto de residentes y nuevos pobladores del Sahara, siguen vivos los lazos de hermandad con la población desplazada que resiste y espera en los campamentos de refugiados de territorio argelino. Residentes y refugiados saharauis mantienen la independencia como aspiración irrenunciable.

Sin embargo, hay que vivir todos los días, y en los últimos años, las reivindicaciones cotidianas, de orden social y económico y de contenido práctico, han pesado mucho más en la definición del malestar frente al poder extranjero que los administra. Esta realidad puede desbordar la capacidad representativa y el poder de interlocución del Frente Polisario o de la propia RASD. El actual ciclo de protestas y otras anteriores menos publicitadas se han realizado sin el liderazgo evidente del movimiento de liberación nacional. Los dirigentes polisarios deben admitirlo y tenerlo en cuenta. La última crisis ha estallado en vísperas de una nueva ronda negociadora, que concluyó con estériles resultados. Ninguna de las dos partes ha demostrado capacidad para controlar los acontecimientos. Las respuestas sociales parecen mostrar amplia autonomía de las estrategias políticas.

LAS CONTRADICCIONES DE MARRUECOS

Para Marruecos, el drama de estos días pasará factura. La estrategia de enfriar el conflicto, eludir y obstaculizar las resoluciones de la ONU, trabar el proceso referendario, jugar con la indiferencia de las potencias influyentes en la zona y manipular o exagerar riesgos para los intereses occidentales presenta límites cada vez más difícil de soslayar.

La respuesta represiva es la peor que podría ofrecer Marruecos, y eso lo saben muy bien en Rabat, desde la Casa Real hasta el responsable gubernamental más básico. Tanto es así, que, durante años, han puesto en la vitrina del Sahara justo lo contrario, aunque en la trastienda no han dejado de existir las prácticas más terribles de represión. La violencia institucional y abierta pone en evidencia el nerviosismo del Majzén, el conglomerado de poder en Marruecos. La realidad social saharaui ya no admite simplemente el método del palo y la zanahoria. Los colonos han dejado de disfrutar de una vida de privilegios. El deterioro de las condiciones de vida también les alcanza. Si Rabat fomenta o consiente el enfrentamiento civil, para enmascarar o justificar la represión oficial, el resultado puede ser mucho más inquietante y más elevado el riesgo de perder el control.

Frente a las potencias extranjeras influyentes, Marruecos ha vendido estos años que su control sobre el Sahara representaba una garantía y un apoyo en la vigilancia y contención de la amenaza islamista, nucleada en torno a las ramas magrebí y saheliana de Al Qaeda. El secuestro de ciudadanos occidentales en regiones próximas le ha proporcionado a Marruecos el discurso sustitutivo de agente occidental local que tuvo en la guerra fría frente a la amenaza soviética. Entonces, su gran rival, Argelia era un aliado de la Unión Soviética, muy sui generis, desde luego, pero útil como referencia de confrontación global. Sin mundo bipolar, la enemistad entre ambos países del Magreb continúa. En Argelia, el desafío integrista ha conocido periodos más terribles, pero sigue vivo. Como lo está en Marruecos, y con más razón para preocuparse, porque el fenómeno no es implantado sino autóctono.

Yolanda Sobero, compañera periodista de Televisión Española, acaba de publicar un libro sobre el conflicto del Sahara en el que analiza todas las claves históricas y presentes del conflicto. Durante el acto de presentación de su obra, celebrado esta misma semana en Madrid, resaltaba, entre otras contradicciones, la paradoja de la estrategia internacional marroquí. El gobernador de El Aiún le justificaba el control del Sahara como esencial para neutralizar los riesgos islamistas que se le presentan a Occidente, cuando, en realidad, como señalaba Yolanda, el peligro islamista en Marruecos no viene del sur, sino que anida en el corazón del reino, en Casablanca, la gran urbe en peligro permanente de explosión.

LA MALA CONCIENCIA ESPAÑOLA

El gobierno español ha escuchado críticas de distinta procedencia y de solvencia desigual por su reacción a los acontecimientos de estos días. Los sectores de apoyo a la causa saharaui le reprochan al gobierno falta de compromiso, ambigüedad, pasividad ante los excesos represivos marroquíes, desinterés por la evolución del conflicto, inhibición y desplazamiento de responsabilidad hacia la ONU. Puede entenderse el desconcierto oficial e incluso el patinazo de algún flamante Ministro (Ramón Jáuregui), hablando en términos de "soberanía" de Marruecos en el pleno del Congreso para luego corregirse acertadamente en los pasillos y afirmar que quiso decir "administración". O puede comprenderse la tibieza de la Ministra de Asuntos Exteriores, intentando medir sus palabras, desde el otro lado del Atlántico. En realidad, y sin escatimar los errores e insuficiencias del actual gobierno, lo cierto es que es toda la trayectoria de la España democrática en el Sáhara lo que merece la pena evaluar.

Ninguno de los gobiernos democráticos, desde 1979, parecen haber acertado. Las distintas políticas de apaciguamiento de Marruecos no han dado resultado y, sin embargo, se mantienen con formas y estilos diferentes. Es cierto que el comportamiento de Rabat hay que medirlo por lo que hace y no por lo que dice que hace o va a hacer. Que en el balance de las relaciones bilaterales, los sucesivos gobiernos españoles han ido preservando mal que bien sus intereses durante estas últimas décadas, ya sea en la explotación del recurso pesquero, en el control del tráfico de droga, en la canalización de las reivindicaciones territoriales, en los flujos migratorios o la vigilancia del fenómeno islamista. Pero es difícil evitar la sensación de que en el asunto del Sahara el resultado es negativo. Puede haber tres razones:

- Una, que ése haya sido el precio de otras concesiones o contenciones o frustraciones marroquíes, y que se haya aceptado el canje como ejercicio de pragmatismo.

- Dos, que los sucesivos gobiernos no hayan sentido verdadera presión de la opinión pública, más allá de una simpatía moral por la causa saharaui y determinadas acciones solidarias, para que realizaran una política más acorde con la responsabilidad histórica y jurídica de España.

- Y tres, que los intereses de los aliados norteamericano y francés haya servido de pantalla o dique a otro comportamiento público español más comprometido, hasta el punto de colaborar en escamoteo de los mandatos internacionales.

No se trata de opciones excluyentes, sino todo lo contrario. Con toda seguridad, es la combinación de las tres razones lo que explicaría esta "mala conciencia española", para decirlo en las acertadas palabras de nuestra compañera Yolanda Sobero.



http://jasacaluga.blogspot.com/

lunes, 1 de noviembre de 2010

los papeles de la guerra

Alberto Piris*


A los militares españoles que desde mediados de los años 50 del pasado siglo empezamos a efectuar con frecuencia estancias en EEUU, para seguir cursos de formación táctica y técnica, nos sorprendían muchas cosas de nuestros homólogos estadounidenses; en general, en sentido favorable. Uno de los aspectos que más me llamaba la atención era la proliferación de impresos, formularios y estadillos que había que rellenar cuidadosamente con motivo de cualquier actividad. No había tarea que no quedara debidamente registrada y filling the form (rellenar el impreso) era algo obligado en toda operación. Para los oficiales de aquel ejército español, desmedrado tras las penurias de la Guerra Civil y donde las carencias "se suplían con el celo" -según frase común-, ver cómo funcionaba un ejército moderno era una novedad extraordinaria.

Para los militares estadounidenses era entonces la guerra de Vietnam la principal pesadilla, pues su fin no se veía próximo. Cuando aún quedaban más de diez años para que concluyera, oí comentar, en el club de oficiales de la base en la que me alojaba, que el mejor procedimiento para acabar con el Vietcong sería lanzar desde el aire, mediante los famosos B-52, todas las toneladas de papel que la guerra había generado: el territorio enemigo y su población quedarían aplastados bajo una gruesa capa de documentos, con lo que se daría fin a la guerra, aunque solo fuese por asfixia.

Este recuerdo se ha reavivado al conocer lo que los medios han dado en llamar "filtración" de documentos militares de la guerra de Irak, que ha causado un escándalo de grandes proporciones. Esta segunda andanada es mucho más de lo que podría deducirse del nombre de la organización que la ha disparado. WikiLeaks se traduce como "las filtraciones de Wiki", pero los casi 400.000 documentos que acaban de ver la luz, más que una simple filtración, constituyen una enorme marea o una gigantesca inundación.


Si pertenece al ámbito del humor la idea de un Vietnam sumergido bajo un océano de papel, no se puede dudar de que el actual equivalente digital de los documentos generados por la ocupación de Irak, difundidos sin fronteras por Internet, supone para el Pentágono, la Casa Blanca y el Gobierno de Bagdad un huracán político de consecuencias muy devastadoras. También a Londres han llegado fuertes ramalazos.

Muchas conclusiones se irán extrayendo del análisis de esta documentación. Pero una de las más demoledoras, tras un examen superficial, es la crueldad y el sadismo (ejecuciones sumarias, palizas, electrocuciones, uso de ácidos y de taladros eléctricos contra los detenidos) mostrado por los soldados del ejército iraquí contra su propio pueblo. ¿No era así como actuaban las tropas de Sadam? Asumido el culpable fiasco de las armas de destrucción masiva ¿no se aseguró insistentemente que la invasión tenía por objeto poner fin a las prácticas tiránicas del ahorcado dictador? Pues no parece que las cosas cambiaran para bien del sufrido pueblo iraquí, cuando se comprueban las sevicias que ha padecido a manos de sus soldados y, lo que es peor, la tolerancia mostrada por las fuerzas ocupantes, que tenían orden de no investigar los casos que solo afectasen a torturas o violencia entre iraquíes. Eso, cuando no eran los mismos soldados de EEUU los que entregaban expresamente sus prisioneros a los especialistas iraquíes en tortura.

Ante tan aplastante colección de pruebas incriminatorias, es muy hipócrita pasarlas por alto y argüir que su difusión pone en peligro la seguridad de las tropas, como se ha dicho en Washington. Aunque hoy sea Afganistán, y no Irak, el principal motivo de preocupación, es difícil separar y compartimentar en el tiempo y en el espacio unas actuaciones que vulneran los más elementales códigos de la ética humana y del comportamiento de los ejércitos en las guerras. Lo que ocurrió en Irak ¿se repetiría en Afganistán si hubiera permanecido oculto?

Forzoso es constatar, como consecuencia de lo anterior, que se necesitan unos árbitros independientes, como WikiLeaks y otras organizaciones análogas. Árbitros no implicados directamente en el terrible juego que allí se desarrolla (¿quién dará crédito, ahora, a los informes oficiales del Pentágono?) y capaces de actuar con valentía contra los Estados que, en virtud de una pretendida conciencia democrática y de difusión de los derechos humanos, recurren a la guerra para imponer por las armas los principios que luego no practican sobre el terreno cuando llega el momento de la verdad.

Los papeles de la guerra de Irak están cumpliendo una función para la que no fueron concebidos: en vez de atender a las exigencias de la burocracia militar, sirven para denunciar los horrores de una guerra que jamás debió iniciarse. Y en vez de atacar al mensajero, como suele ocurrir en estos casos, lo que exige la más elemental moral militar, política y cívica es comprobar los delitos revelados y proceder contra sus perpetradores en la forma que cabe esperar en cualquier Estado que se tenga por democrático.

lunes, 25 de octubre de 2010

reinventando las naciones unidas


Miguel d´Escoto*

Desde que dejé mi puesto como Presidente de la Asamblea General de la ONU, el 14 de septiembre de 2009, he estado trabajando en una Propuesta de Reinvención de la Organización de las Naciones Unidas. Esa Propuesta pronto la estaremos presentando.

Me encuentro entre los convencidos de que hoy más que nunca el mundo está necesitando unas verdaderas Naciones Unidas que nos una a todos los pueblos y gobiernos del mundo en la defensa del derecho a la vida y de todos los demás derechos inalienables de los seres humanos individualmente y de la humanidad en su conjunto, de todos los seres vivientes, de la naturaleza en general y de la Madre Tierra. Lo que tenemos ahora por Naciones Unidas es un fraude, una farsa, una gran mentira porque hay quienes se han empeñado en viciarla más allá de cualquier reforma posible.

Y digo esto porque es evidente que dentro de la Organización tenemos a un Estado miembro, el más influyente, por rico y militarmente poderoso, que ha logrado persuadir a otros miembros, principalmente del llamado primer mundo, a trabajar por una agenda radicalmente diferente a la agenda de paz, respeto y armonía entre todos los Estados miembros, respetando siempre su igualdad soberana que la Carta consigna como su primer principio. Ese Estado miembro se comporta como dueño y señor de la Organización y sus "negociaciones" no son más que amenazas, represalias e ingentes campañas difamatorias que sólo podríamos calificar de terrorismo mediático.

Para que las Naciones Unidas lleguen a ser una Organización auténtica se necesitaría que todos los Estados miembros, y particularmente los más poderosos e influyentes, estuvieran realmente comprometidos con la paz mundial, la erradicación de las guerras, el hambre y la pobreza de este mundo. Ésos, después de todo, fueron los objetivos por los cuales se crearon las Naciones Unidas y, al suscribir su Carta, los Estados miembros, se comprometieron a dedicar sus mejores esfuerzos por lograr esos propósitos.

Desde hace ya más de treinta años, por lo menos, se sabe que la erradicación del hambre y la pobreza extrema ya no es una utopía inalcanzable. Contamos con los recursos y los conocimientos científicos y técnicos para lograrlo. Lo único que hace falta es la voluntad política de vivir en hermandad, de amarnos los unos a los otros y de estar siempre a la altura de las exigencias de la solidaridad humana. Necesitaríamos también la voluntad política para estar a la altura de las exigencias del respeto, amor y cuidado de todo lo viviente y de nuestra Madre Tierra.

Considero que no hay duda de que la mayor parte de los pueblos del mundo anhelan la paz y la consideran el bien supremo por el cual debemos trabajar. No obstante, existe, como ya hemos dicho, un Estado para el que el bien supremo, el que le da razón a su existencia, no es la paz, sino el poder. Un poder de dominación y aplastamiento que sólo podríamos calificar de diabólico, ya que no existe medio, por violento y criminal que sea, que este Estado, al que normalmente llamamos simplemente imperialismo, no esté dispuesto a utilizar para lograr su objetivo de Full Spectrum Dominance (Dominio de Espectro Total), nombre dado por el propio Pentágono a la estrategia militar para lograr el control de todo el planeta y más allá. Éste, obviamente, es un objetivo que otros ya habían intentado antes, sin poder jamás lograrlo. Según el propio Pentágono, la agenda de este objetivo es controlarlo todo y en todas partes, incluyendo los mares, tierra, aire e, incluso, el espacio exterior y el ciberespacio.

Cuando hablamos de este tipo de ambiciones demenciales, se hace difícil impedir que vengan a la mente memorias de hechos tan condenables y perversos como todos los relacionados con Hitler, que nunca podrán ser suficientemente condenados. No obstante, no es ninguna exageración afirmar que Hitler, con todo el mal que hizo, nunca pudo haber causado tanto daño a la humanidad como el que Estados Unidos ya ha causado y sigue exponencialmente causando, hasta el punto de poner en peligro la continuación de la especie humana y de la mayor parte de la vida en la Tierra. Estados Unidos, sus aliados y la OTAN son mil veces más peligrosos y condenables que el propio Hitler.

Por lo tanto no deja de resultar difícil, por deseable que sea, imaginarnos a unos Estados Unidos diferentes, integrados en el resto de la familia humana, trabajando por la paz y la seguridad del mundo y haciendo todo lo posible por erradicar el hambre y la extrema pobreza de esta Tierra, siendo que ellos son sus principales causantes. Y, además, por supuesto, nos gustaría ver a unos Estados Unidos tratando seriamente también de responder con efectividad al cambio climático, al calentamiento global y a los serios problemas ecológicos de los que han sido de los principales causantes. Pero, cabe preguntarnos, ¿hasta cuándo debemos de seguir esperando que Estados Unidos y sus aliados se compongan y dejen de seguir actuando como enemigos de la humanidad, de la vida y de la Madre Tierra?

La esencial perversidad del imperio no es algo que resultó, por sí sólo, así no más, como por accidente. Fue algo premeditado, decidido por los principales arquitectos de la política de contención de la Guerra Fría, con George F. Kennan, Director de la sección de Planificación de Políticas del Departamento de Estado, a la cabeza. En un documento interno sobre política exterior de 1948, clasificado como Top Secret, hace un resumen de los que debían ser los principales objetivos de la política exterior estadounidense mientras creaban el imperio de la posguerra que se conocería como el siglo americano. La tesis de Kennan, eventualmente desclasificada, era espeluznantemente clara. El egoísmo y la codicia fueron oficialmente entronizados, mientras que la solidaridad internacional fue caracterizada como una extravagancia ante las prioridades "más serias e importantes" del momento. "No necesitamos engañarnos pensando que hoy en día nos podemos dar el lujo de altruismos y de actuar como benefactores de este mundo." Con estos valores y criterios era de esperar que Estados Unidos se comportara siempre como enemigo de los valores y principios consignados en la Carta de la ONU.

Eso sí, los planificadores de la nueva política exterior de los Estados Unidos eran muy conscientes del hecho de que, a estas alturas de la historia, la palabra imperialismo se había vuelto políticamente repugnante, y por eso los arquitectos del orden global de la posguerra controlado por Estados Unidos, consciente y explícitamente optaron por obviar la palabra imperio en referencia al nuevo orden. La alternativa escogida por Estados Unidos fue camuflar su poder imperial bajo el disfraz de "liberación" colonial, apoyo a la "democracia" y al "libre mercado". Como comenta William Engdahl, el mundialmente reconocido experto en relaciones internacionales y autor de varios bestsellers, "esta maniobra fue uno de los más efectivos y diabólicos golpes propagandísticos de los tiempos modernos."

No podemos darnos el lujo de seguir engañándonos. Estados Unidos pudo haber suscrito la Carta de Naciones Unidas pero nunca compartió sus principios y valores. Nunca ha buscado la paz porque necesita la guerra como medio de lograr su Full Spectrum Dominance que ahora se extiende al espacio exterior y al ciberespacio. Estados Unidos nunca ha creído en el imperio del derecho en las relaciones internacionales, siempre ha creído en la ley de la selva, es decir, el derecho del más fuerte. Nunca ha creído en las Naciones Unidas, únicamente ha querido manipularlas y desde su posición como Estado miembro más influyente en la Organización siempre la ha chantajeado y amenazado si no lo acompaña de sus genocidios como el que cometió contra Nicaragua, y sigue hoy día cometiendo contra Iraq y Afganistán.

Con su incomparable aparato de influencia mediática y de lavado cerebral, Estados Unidos ahora prepara psicológicamente al mundo para que acepte una agresión contra Irán, con la misma lógica que lo hizo contra Iraq y Afganistán, hacerse con sus recursos naturales y acercarse cada vez más a Rusia que es, y siempre ha sido, su principal objetivo. La arrogancia del imperio lo hace no prestar suficiente atención a las posibles consecuencias de sus aventuras. Con todo respeto a Iraq y Afganistán, Irán es diferente. Si los estadounidenses no han podido contra Iraq y Afganistán menos podrán contra Irán y las consecuencias de esta nueva aventura criminal podrían ser catastróficas, no sólo para Irán y los países circundantes, sino también, para el mundo entero. Algo similar pasaría si Estados Unidos no acepta seriamente el principio de una sola China y sigue empeñado en su locura de dividirla para eventualmente fragmentarla.

Me parece que ha llegado ya la hora de, como dice el gran intelectual africano Ngugi Wa Thiongâ Öo, descolonizar el intelecto, sacándonos ideas domesticadoras como ésa de que necesitamos a los Estados Unidos a como los esclavos necesitaban a sus verdugos esclavistas. La verdad es que a los Estados Unidos lo necesitamos tanto como necesitamos el arsénico. Basta ya de negación, de no querer enfrentar la realidad ni llamar a las cosas por su nombre.

Las Naciones Unidas no son naciones verdaderamente unidas puesto que las posiciones de los diferentes Estados miembros de la Organización no son iguales con respecto a los temas vitales de la guerra y la paz, el hambre y la pobreza, cambio climático, calentamiento global y desarme nuclear y respeto al derecho a la soberanía, independencia e integridad territorial de todos los Estados. Los Estados Unidos, el país más influyente en la Organización y el mayor violador sistemático de todas sus normas y principios, tiene una posición diametralmente opuesta a la de la inmensa mayoría de los Estados miembros. Sus principales aliados son el Reino Unido, la mayoría de los países europeos e Israel. El arma principal con la que cuenta para imponer su voluntad en el mundo es la OTAN. Al aliarse todos ellos con Estados Unidos se han convertido también en enemigos de la humanidad, de la paz, de la vida y de la Madre Tierra.

Desde mi punto de vista, como religioso y seguidor de mi Señor Jesús de Nazaret, estoy absolutamente convencido de que Estados Unidos está bajo una severa posesión diabólica. El mundo está atravesando un momento verdaderamente apocalíptico. Posiblemente no el primero, pero bien podría ser el último, debido al inmenso y sin precedente poder destructivo de la Bestia y a la apatía, aparente indiferencia y cobardía de los que dicen ser creyentes en Dios, y que debiéndose unir para organizar una estrategia efectiva de resistencia, no lo hacen.

Deberíamos todos con humildad reconocer que el Comandante Fidel Castro, héroe mundial de la solidaridad, es el gran profeta y líder moral y espiritual en el mundo de hoy. Sus reflexiones son realmente inspiradas e inspiradoras. En las del 15 de octubre nos advierte que el daño colateral de una guerra nuclear hoy en día sería la vida de la humanidad. Y, permitiendo a mi Señor Jesús hablar a través de él, Fidel nos urge: ¡Tengamos el valor de proclamar que todas las armas nucleares o convencionales, todo lo que sirva para hacer la guerra debe desaparecer! ¡Gracias Fidel por tu valentía y ejemplo de por vida!

Son todas estas reflexiones las que me llevaron a decir, al concluir mi período como Presidente de la Asamblea General, que la ONU ha llegado a un punto que no basta con reformas y remiendos. Tiene que ser REINVENTADA y es como aporte a esta urgente tarea de reinvención a la que me he dedicado durante los últimos dos años. La propuesta la hago a titulo personal, como ex presidente de la Asamblea General de la ONU, bajo mi total y exclusiva responsabilidad, y como persona interesada en la paz, la erradicación de las guerras, el hambre, la pobreza y el maltrato a nuestra Madre Tierra sin la cual no podemos vivir. Los valores que defiendo, y que toda mi vida he defendido, son los valores de mi Señor Jesús que, en lo fundamental, encuentro absolutamente compatibles con los valores de mis hermanas y hermanos musulmanes, judíos, budistas, confucionistas, hindúes, aymaras, como con los de todas las religiones del mundo y de las más ricas tradiciones éticas-filosóficas como el marxismo, por ejemplo, que propician correctas relaciones entre todo lo viviente y sufriente.

Si alguna vez (para Dios todo es posible) los Estados Unidos deciden, de verdad, regresar a la familia humana y como muestra de ello desmantelan la OTAN y sus más de 1.000 bases militares regadas por todo el planeta, actúa seriamente en el proceso de abolición de armas nucleares, desmilitarización del espacio exterior y pone fin a sus genocidas guerras de agresión, cesa su criminal acoso contra Cuba, suspendiendo el bloqueo y liberando a los 5 héroes cubanos, estoy seguro de que todos lo celebraríamos y los recibiríamos con los brazos abiertos al seno de la familia humana pues lo que nos motiva no es ni el odio, ni el revanchismo, es sólo el amor y las ansias de fraternidad universal. Dios los bendeciría y regresarían la paz, la seguridad y la alegría a nuestro mundo.

Me parece que es sumamente urgente que pongamos manos a la obra en la reinvención de la ONU para que sea realmente eso y no una organización sometida a ningún patrón, por rico y militarmente poderoso que sea. En lo personal, yo he querido responder a la confianza que los Estados miembros depositaron en este su humilde servidor al elegirme Presidente del 63 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, reflexionando durante los últimos dos años e intercambiando ideas con la personas que me parecían entre las más calificadas para ayudarme a preparar una buena y viable Propuesta para reinventar las Naciones Unidas y convertirla en un efectivo instrumento en la lucha por la paz, la erradicación de guerras, hambre y pobreza extrema en la Tierra. Unas Naciones Unidas verdaderamente democratizadas y desmilitarizadas. Con humildad y mucho amor, pronto la estaremos presentando en su última versión en nuestro sitio Web: www.reinventingtheun.org

Una vez recibida la propuesta habría que actuar pronto y tener en cuenta que su aceptación o rechazo tendría que ser tomada entre los jefes de Estado y de Gobierno. Remitirlo para que lo analicen y trabajen los Representantes Permanentes en la ONU sería exponerla a una muerte súbita al encontrarse atrapada en la inmensa telaraña de normas de procedimiento como las previstas para "reformas" cuyo único propósito es que no cambie nada. Negociarla regionalmente por grupos de jefes de Estado y Gobierno de los integrantes del Grupo de los 77 + China, podría resultar relativamente fácil y lograrse con la rapidez necesaria al someterla para la aprobación de la Asamblea General una vez garantizados los votos del Grupo de los 77 + China al cual, estoy seguro, muchos otros se sumarán.

miércoles, 20 de octubre de 2010

ee.uu. planea apoderarse del arsenal nuclear de pakistán


Rick Rozoff, Chicago, EE.UU.*

Dos noticias recientes provenientes de EE.UU. han comenzado a reverberar en Pakistán y causan especulación de que el aumento de los ataques de drones estadounidenses y de ataques de helicópteros de la OTAN en ese país podrían ser el presagio de acciones mucho más amplias: Nada menos que la expansión de la guerra de Occidente en Afganistán hacia Pakistán con el objetivo final de apoderarse de las armas nucleares de esa nación. 

News International, el mayor periódico en idioma inglés de Pakistán, publicó un informe el 13 de octubre basado en pasajes del libro recientemente publicado del periodista estadounidense Bob Woodward Obama's Wars que señalan que durante una cumbre trilateral entre los presidentes de EE.UU., Afganistán y Pakistán el 6 de mayo de 2009 el jefe de Estado paquistaní Asif Ali Zardari acusó a Washington de estar tras los ataques de los talibanes dentro de su país con el propósito de utilizarlos a fin de que “EE.UU. pudiera invadir y apoderarse de sus armas nucleares”. [1] 

Woodward describió comentarios intercambiados en una cena de Zardari y Zalmay con Khalilzad, nacido en Afganistán, ex embajador de EE.UU. ante las Naciones Unidas (2007-2009), en Iraq (2005-2007) y Afganistán (2003-2005). Khalilzad también fue un cercano asociado del Consejero Nacional de Seguridad de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, arquitecto de la estrategia estadounidense de apoyar desde 1978 ataques de extremistas armados basados en Pakistán contra Afganistán, cuando se unió al expatriado polaco en la Universidad Columbia de 1979 a 1989. 

El “testigo” de relevo para lo que es ahora la intervención de más de 30 años de Washington en Afganistán fue pasado de Brzezinski a Khalilzad en los años ochenta cuando este último fue nombrado uno de los funcionarios superiores del Departamento de Estado del gobierno de Ronald Reagan a cargo de apoyar a combatientes muyahidines que operaban desde Peshawar en Pakistán. Entró al Departamento de Estado de 1984 con una beca del Consejo de Relaciones Exteriores y trabajó para Paul Wolfowitz, entonces secretario adjunto de Estado para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico. Sus esfuerzos fueron aumentados por el director adjunto de la Agencia Central de Inteligencia de entonces, Robert Gates, actualmente secretario de defensa de EE.UU. Dos de sus principales clientes, Gulbuddin Hekmatyar y Jalaluddin Haqqani, son fundadores y dirigentes de Hezb-e Islami Gulbuddin y de la red Haqqani, contra los cuales el Pentágono de Gates combate actualmente a ambos lados de la frontera entre Afganistán y Pakistán. 

Según la información de Woodward sobre las acusaciones del presidente paquistaní a Khalilzad en mayo del año pasado, “Zardari dejó caer su cuidado diplomático. Sugirió que uno de… dos países estaba organizando los ataques de los talibanes paquistaníes dentro de su país: India o EE.UU. Zardari no pensaba que India podría ser tan hábil, pero EE.UU. sí. [El presidente afgano Hamid] Karzai le había dicho que EE.UU. estaba tras los ataques, confirmando las afirmaciones del ISI paquistaní [Inteligencia Inter-Servicios].” [2] 

Se dice que Khalilzad, cuyo currículum vitae también incluye tareas en el Departamento de Defensa, el Consejo de Seguridad Nacional, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, la Fundación Nacional por la Democracia [NED], la Corporación Rand (donde ayudó a establecer el Centro de Estudios de Oriente Próximo) y el Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense, discrepó de la afirmación de Zardari, lo que llevó a que este último respondiera que lo que había descrito “era un complot para desestabilizar Pakistán”, tramado para que, según la versión de sus palabras de Woodward, “EE.UU. pudiera invadir y apoderarse de las armas nucleares [de Pakistán]”. 

El informe señaló que Zardari “no podía explicar de otra manera la rápida expansión de la violencia. Y la CIA no había perseguido a los dirigentes de los talibanes paquistaníes, un grupo conocido como Tehrik-e-Taliban-e-Pakistan o TTP que había atacado al gobierno. TTP también fue culpado del asesinato de la esposa de Zardari, Benazir Bhutto.” 

En las palabras del presidente paquistaní: “Os damos objetivos de talibanes que no perseguís. Perseguís otras áreas. Estamos desconcertados.” 

Cuando Khalilzad mencionó que los ataques con drones dentro de Pakistán “tienen el objetivo primordial de dar caza a miembros de al-Qaida e insurgentes afganos, no a los talibanes paquistaníes”, Zardari respondió insistiendo “Pero el movimiento talibán está vinculado a al-Qaida… por lo tanto al no atacar los objetivos recomendados por Pakistán EE.UU. ha revelado su apoyo a TTP. En un cierto momento la CIA incluso trabajó con el líder del grupo, Baitullah Mehsud.” [3] (Tres meses antes un ataque de drone dirigido por la CIA mató a Mehsud, su mujer y a varios parientes políticos y guardaespaldas.) 

En agosto de 2009, mientras todavía comandaba todas las fuerzas de EE.UU. y de la OTAN en Afganistán, el entonces general Stanley McChrystal emitió su confidencial Evaluación Inicial del COMISAF (Comandante de la Fuerza Internacional de Ayuda a la Seguridad) que afirmó que “los principales grupos insurgentes según la importancia de su amenaza para la misión son: Quetta Shura Taliban (05T), la Red Haqqani (HQN), y Hezb-e Islami Gulbuddin (HiG)." [4] El primero es un grupo talibán afgano que, como indica su nombre, está basado en la capital de la provincia Baluchistán de Pakistán. 

Steve Coll, Alfred McCoy y otras autoridades sobre el tema han documentado la participación de la CIA con Gulbuddin Hekmatyar y Jalaluddin Haqqani: Que eran compartidos con la Inteligencia Inter-Servicios de Pakistán, si no transferidos por ésta a la CIA, como recursos privados. Coll ha afirmado además que Haqqani dio refugio y apoyó a Osama bin Laden desde los años ochenta. 

En la reunión entre Obama, Zardari y Karzai en mayo de 2009, el presidente estadounidense afrentó a sus dos homólogos por su supuesta falta de decisión en la realización de la guerra a ambos lados de la Línea Durand, a pesar de que mientras hablaba Pakistán estaba involucrado en un gran ataque militar en el Valle Swat que llevó al desplazamiento de 3 millones de civiles. 

Cuatro días después del intercambio de palabras entre Zardari y Khalilzad, el presidente paquistaní apareció en la edición del 10 de mayo de Meet the Press de NBC en un programa que también incluyó al presidente afgano Karzai y a Steve Coll, ahora presidente y director ejecutivo de New America Foundation y autor de Ghost Wars: The Secret History of the CIA, Afghanistan, and Bin Laden, from the Soviet Invasion to September 10, 2001 (2004) y de The Bin Ladens: An Arabian Family in the American Century (2008). 

Los comentarios de Zardari ante su audiencia estadounidense incluyeron la afirmación de que los talibanes “forman parte de vuestro pasado y de nuestro pasado, y la ISI y la CIA los crearon juntos. Y puedo encontrar para vosotros 10 libros, y 10 filósofos, y diez ensayos al respecto…” [5] 

El hecho de que los dirigentes de los otros dos grupos armados identificados por McChrystal - Haqqani y Hekmatyar – se encontraban entre los tres dirigentes muyahidines financiados, armados y entrenados por la CIA (el difunto Ahmed Shah Massud fue el tercero), completa el cuadro: Robert Gates, el secretario de defensa, libra una guerra contra fuerzas que Robert Gates, el director adjunto de la CIA, apoyó a través de uno de los programas clandestinos más prolongados y costosos de la Agencia, la Operación Ciclón. 

Después de retirarse de la vida pública, George Kennan, el principal arquitecto de la política de Guerra Fría de EE.UU., citó una línea que atribuyó a Goethe para advertir que finalmente todos somos destruidos por monstruos de nuestra propia creación. Para corregir a Voltaire, la Casa Blanca, en lugar de Dios, “es un comediante que actúa para una audiencia demasiado asustada para reír”. 

La versión de Woodward de los comentarios del año pasado del presidente de Pakistán y de Zalmay Khalilzad podrían ser desdeñados como simplemente anecdóticos si no fuera por un artículo que apareció en el New York Post el 3 de octubre y los eventos en el propio Pakistán en las últimas seis semanas. 

Arthur Herman, un experto visitante del think tank conservador American Enterprise Institute declaró en un artículo intitulado “Nuestro problema en Pakistán: el enfoque de Obama está fracasando”, que “la ironía amarga es que incluso mientras Obama trata de salir de la guerra en Afganistán, podría estarnos llevando hacia otra en Pakistán”. 

El autor detalló que mientras en 2009 EE.UU. lanzó 45 ataques de vehículos aéreos Predator sin tripulación (drones) dentro de Pakistán, había triplicado la cifra hasta la fecha de publicación de su artículo y que sólo en septiembre se había lanzado la mitad de la cantidad de ataques de todo el año pasado. 

Herman advirtió, mencionando también el ataque de helicóptero de la OTAN del 30 de septiembre en la Agencia Kurram de las Áreas Tribales bajo Administración Federal de Pakistán, que mató a tres miembros del Cuerpo Fronterizo y que “Incursiones del Equipo de Persecución Contraterrorista de la CIA –con sus 3.000 soldados afganos– dentro de Pakistán también se están convirtiendo en rutina”. 

“Todo esto refleja un esfuerzo estadounidense en Pakistán que recuerda en mucho el que emprendimos en Laos en los años sesenta –uno de los trampolines que llevaron al cenagal vietnamita”. 

“Si la creciente presión de Obama sobre Pakistán desestabiliza a ese gobierno, lo único que podría mantendrá las armas nucleares de ese país fuera de las manos de al-Qaida tendrían que ser las tropas estadounidenses. Es un panorama bélico que hará que Obama desearía que su nombre fuera Lyndon Baines Johnson." [6] 

Herman atribuye la expansión de la guerra afgana hacia Pakistán a un nivel cualitativamente más peligroso a las maquinaciones del ex agente de la CIA y actual Socio Sénior de Brookings Institution, Bruce Riedel y del comandante de 152.000 soldados de EE.UU. y de la OTAN en Afganistán, general David Petraeus. 

Un informe del 13 de octubre documentó que desde que Petraeus se hizo cargo del comando del esfuerzo bélico en Afganistán en junio ha habido un aumento de un 172% en los ataques aéreos de EE.UU. y de la OTAN, de 257 misiones de ataque en septiembre de 2009 a más de 700 el pasado mes. Además “los vuelos de vigilancia aumentaron a casi tres veces la cantidad de septiembre de 2009 y los vuelos de suministro también han aumentado… A veces parece que Petraeus estuviera más dispuesto a arriesgar el así llamado ‘daño colateral’ de muertes de civiles…” [7] 

Los ataques de drones del mes pasado fueron los más numerosos en cualquier mes desde que se iniciaron los asesinatos selectivos en 2004 y la cantidad de muertes que han causado –más de 150– es el total mensual más elevado hasta la fecha. 

Hasta mediados de este mes ha habido por lo menos ocho ataques con drones y no menos de 66 personas muertas. 

Según la New American Foundation de Steve Coll, 1.439 de las 1.844 muertes causadas por ataques de drones en Pakistán ocurrieron en 2009 y hasta ahora durante este año. [8] 

De la misma manera, las muertes de 1.111 de 2.160 soldados de EE.UU. y de la OTAN muertos en Afganistán desde 2001 ocurrieron en el mismo período. Diecisiete soldados extranjeros resultaron muertos sólo entre el 13 y el 16 de octubre. 

El 13 de octubre, la prensa paquistaní informó de que helicópteros de la OTAN, que hasta entonces sólo operaban en las Áreas Tribales bajo Administración Federal, (en cuatro ataques contra la red Haqqani entre el 25 y el 30 de septiembre), violaron el espacio aéreo de la nación sobre la provincia de Baluchistán, llevando a Islamabad a presentar una protesta formal a la OTAN.

Desde las revelaciones del nuevo libro de Bob Woodward y la publicación del artículo de Arthur Herman, han aparecido comentarios en los periódicos paquistaníes que indican la seriedad con la que se consideran los recientes eventos y augurios aún más sombríos. 

Un artículo del 13 de octubre en The Nation señaló que “la continua guerra contra el terror en Afganistán apunta a llevar las operaciones a territorio paquistaní… El verdadero objetivo es el potencial nuclear de Pakistán; ellos [EE.UU. y la OTAN] no se ven ante una amenaza plausible a la seguridad de los mal equipados talibanes o de extremistas harapientos.” 

En un comentario sobre el artículo del New York Post citado anteriormente, el comentarista paquistaní A. R. Jerral afirmó además que lo que “Herman sugiere en su texto es en realidad una dirección política para el gobierno de EE.UU. Implica que la política de enviar drones y de atacar escondites combatientes en el territorio paquistaní no ha funcionado… El objetivo son las bombas nucleares de Pakistán. Es una manera tácita de decir a los responsables políticos en Washington que mantengan la presión sobre nuestro país, que debilitará la posición del gobierno paquistaní, causando inestabilidad. Eso suministrará la razón para el ingreso de tropas de EE.UU.” 

Agregó: “Sabemos de los ataques de drones porque se informa al respecto en los medios, pero lo que no sabemos y lo que no dicen los medios es el hecho de que fuerzas de la OTAN dirigidas por EE.UU. están lanzando incursiones a través de la frontera hacia Pakistán… Para hacerlo, la CIA opera Equipos de Persecución Contraterrorista en Afganistán. 

“Esos equipos organizan regularmente incursiones terrestres dentro de territorio paquistaní”. 

“De esta manera, las cosas se agravan en lo que tiene que ver con la guerra contra el terror. Pakistán tiende a convertirse en el primer plano en esta guerra. Bruce Riedel, un ex funcionario de la CIA y del NSC [Consejo Nacional de Seguridad] ha aconsejado al señor Obama que transfiera el foco de la guerra ‘de Afganistán a Pakistán’; es lo que estamos presenciando mediante el incremento del esfuerzo bélico hacia territorio paquistaní.” [9] 

Un comentario paquistaní del día anterior declaró: “Hemos sido… arrastrados a dar acceso a Baluchistán a EE.UU., desde donde ha estado tratando de desestabilizar el régimen iraní mediante apoyo al grupo terrorista Jundullah... Aún más amenazante es que, a menos que cambiemos de rumbo ahora, habremos perdido la batalla por retener nuestros recursos nucleares porque es donde lleva en última instancia el camino de la OTAN y de EE.UU.” 

“El acceso descontrolado para agentes encubiertos militares y de inteligencia, contratistas oficiales y privados, es otro factor de desestabilización que aparentemente no somos capaces o estamos dispuestos a controlar. Y ahora tenemos las incursiones de la OTAN hacia nuestro territorio y sus ataques incluso contra nuestro personal militar, lo que muestra el Estado servil en el que vivimos actualmente. [10]
“A medida que la guerra en Afganistán, la mayor y más prolongada del mundo, prosigue con cantidades récord de víctimas entre civiles y combatientes a ambos lados de la frontera afgano-paquistaní, hay planes en marcha para expandir aún más la guerra hacia Pakistán y amenazar también a Irán… Se hacen comparaciones con la guerra de Washington en Indochina. Pero Pakistán, con sus 180 millones de habitantes y armas nucleares, no es Camboya, e Irán, con su población de más de 70 millones, no es Laos.”

Notas:
[1]. Shaheen Sehbai, Zardari dice que EE.UU. está tras los ataques talibanes en Pakistán, The News International, 13 de octubre de 2010
[2]. Ibíd.
[3]. Ibíd.
[4]. Washington Post, 21 de septiembre de 2009
[5]. Meet the Press, 10 de mayo de 2009
[6]. Arthur Herman, Our Pakistan problem: Obama's approach is failing, New York Post, 3 de octubre de 2010
Obama's Pakistan Failure, American Enterprise Institute, 3 de octubre de 2010
[7]. ABC News Radio, 13 de octubre de 2010
[8]. New America Foundation
[9]. A R Jerral, Shifting war on terror to Pakistan, The Nation, 13 de octubre de 2010
[10]. Shireen M Mazari, Ending Collaboration with the US on the War on Pakistan, The Dawn, 12 de octubre de 2010
[11]. NATO Expands Afghan War Into Pakistan, Stop NATO, 28 de septiembre de 2010
By courtesy & © 2010 Rick Rozoff