martes, 29 de noviembre de 2011

ee.uu. y pakistán se adentran en zona de peligro

M. K. Bhadrakumar*

El ataque aéreo que la OTAN perpetró el viernes por la noche contra el puesto militar pakistaní en Salala, perteneciente a la agencia territorial Mohmand, situada en la frontera afgano-pakistaní, está destinado a convertirse en un hito destacado en la crónica de la guerra afgana.

A las pocas horas del incidente, las relaciones de Pakistán con EEUU empezaron a caer en picado y así continúan. La OTAN violó todas las líneas rojas.

Lo que resulta absolutamente impactante en el comunicado emitido por el Comité de Defensa del Gabinete pakistaní (CDGP), que se reunió el sábado en Islamabad bajo la presidencia del primer ministro Yusuf Gilani, es que no se molestaron siquiera en pedir una investigación de EEUU o la OTAN sobre el ataque aéreo que acabó con la vida de 28 soldados pakistaníes.

Sigue siendo un misterio que fue lo que sucedió en la fatídica noche del viernes, si es que la OTAN cometió un error garrafal en un acto venganza ciego (o preventivo) o se aventuró en una calculada acción gravemente provocadora. Quizá no importe ya saber qué paso al haberse derramado la sangre y perdido la inocencia, que se ha convertido en la principal cuestión.

De todas formas, el CDGP procedió a actuar considerando sencillamente que se había tratado de un ataque aéreo calculado y en modo alguno de un suceso accidental. De nuevo, el comunicado del CDGP implica que, en la valoración del ejército pakistaní, el ataque de la OTAN emanó de una decisión estadounidense. Pakistán presentó una firme protesta ante los cuarteles de la OTAN en Bruselas pero solo a nivel de “dejar constancia en el registro”, mientras que la parte “operativa” se dirigió hacia Washington.

En la sede del ejército pakistaní en Rawalpindi (GHQ) se llevó a cabo una evaluación de los hechos a escasas horas del incidente de Salala del que EEUU es directamente culpable. Obviamente, el GHQ asesoró como corresponde al CDGP, recomendando el conjunto de medidas que Pakistán debería adoptar a través de lo que su jefe de estado mayor, el General Ashfaq Parvez Kiani, denominó públicamente como “respuesta eficaz”.

El CDGP adoptó las siguientes decisiones: a) cerrar las rutas de tránsito de la OTAN por todo el territorio pakistaní con efecto inmediato; b) pedir a EEUU que se fuera de la base aérea de Shamsi en el plazo de 15 días; c) “retomar y emprender una revisión completa” de todos los “programas, actividades y acuerdos de cooperación” con EEUU, la OTAN y la Fuerza de Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés), incluidas las áreas “diplomáticas, políticas y de inteligencia”; d) anunciar en breve un amplio conjunto de nuevas medidas respecto a la futura cooperación de Pakistán con EEUU, la OTAN y la ISAF.

Se acabaron los eufemismos

La respuesta estuvo a punto de poner fin a la participación pakistaní en la guerra que EEUU capitanea en Afganistán (que, por cierto, es también la demanda del político pakistaní Imran Khan, considerado muy cercano a los círculos militares pakistaníes). Sin embargo, a todos los efectos, Pakistán está al borde de llegar a esa decisión.

Puede que el cierre de las rutas de tránsito de EEUU y la OTAN a través del territorio pakistaní no afecte de inmediato a las fuerzas de la coalición en Afganistán, ya que han acumulado reservas que podrían durar varias semanas. Pero el agotamiento de tales reservas podría causar gran ansiedad si el embargo pakistaní se prolonga, lo cual no debe descartarse.

Por tanto, la medida pakistaní va a afectar a las operaciones de la OTAN en Afganistán, ya que alrededor de la mitad de los suministros para las tropas de EEUU y la OTAN llegan a través del territorio pakistaní. Para EEUU y la OTAN, otra alternativa sería empezar a utilizar más las rutas de tránsito de la Red Norte de Distribución (RND). Pero que EEUU y la OTAN pasen ahora a depender de la RND tiene un precio político: que Rusia esté dispuesta a cooperar.

Moscú está nervioso a causa de las políticas regionales de EEUU. La intervención de la OTAN en Libia creó fricciones, que profundizaron la angustia rusa ante la percibida falta de seriedad de EEUU a la hora de considerarles sus iguales, socios importantes o “asociación selectiva”.

Además, hay otras cuestiones específicas que agitan a Moscú: el empujón estadounidense al “cambio de régimen” en Siria; la aparición de EEUU y la OTAN en la región del Mar Negro; el continuado despliegue del sistema de defensa antimisiles de EEUU y la ampliación en el tiempo y en el espacio de las bases militares estadounidenses en Afganistán. Además, Moscú ha empezado ya a cerrar filas ante la iniciativa de la “Nueva Ruta de la Seda” de EEUU y su ofensiva por Asia Central.

El futuro del reajuste entre EEUU y Rusia sigue siendo incierto. Washington apenas disimula su aversión visceral ante la perspectiva del retorno de Putin al Kremlin tras las elecciones presidenciales de marzo del próximo año. Bravuconadas aparte, EEUU y la OTAN no deberían fanfarronear diciendo que disponen de un as en la manga con la opción de la RND en lugar de las rutas de tránsito pakistaní. El ejército pakistaní es también muy consciente de todo eso.

Igualmente, el cierre de la base aérea de Shamsi puede dañar las operaciones estadounidenses con aviones no tripulados. Hasta ahora, Pakistán había hecho la vista gorda ante los ataques con aviones teledirigidos, e incluso había mostrado cierta connivencia con ellos. Shamsi, a pesar de la insistencia de EEUU en que las operaciones con aviones no tripulados se lanzaban desde bases afganas, tuvo seguramente un papel importante en cuanto a apoyo de inteligencia y soporte logístico.

Al exigir que EEUU se largue de Shamsi, posiblemente Pakistán está cambiando de posición acerca de los ataques con aviones no tripulados; puede que esté poniendo fin a su doble lenguaje. Pakistán está “reforzando” su defensa aérea sobre la frontera afgano-pakistaní. Es posible que las futuras operaciones de EEUU con aviones teledirigidos tengan que ejecutarse teniendo muy en cuenta la posibilidad de que Pakistán las considere como violaciones de su espacio aéreo. EEUU se mueve en un terreno resbaladizo en virtud del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas.

La respuesta persa

El gran interrogante es cómo piensa Pakistán proseguir su cooperación con las operaciones de EEUU y la OTAN. La opinión pública se inclina mucho por desvincularse de la guerra dirigida por EEUU. Se espera que la próxima semana se produzca un anuncio del gobierno pakistaní acerca del curso de sus relaciones con EEUU, la OTAN y la ISAF. El futuro de la guerra pende de un hilo.

A diferencia de anteriores etapas de tensiones entre EEUU y Pakistán, Washington carece de una “mano pakistaní” para poder enfrentar de forma constructiva sus relaciones con Islamabad. El difunto Richard Holbrooke, ex enviado especial en AfPak, pertenece ya a la lejana memoria y el representante especial, Marc Grossman, no ha podido conseguir que los pakistaníes coman de su mano.

El Almirante Mike Mullen se ha retirado como presidente de la junta de jefes de estado mayor y es ahora un “caso quemado” enredado en controversias con el ejército pakistaní. El director de la CIA, David Petraeus, no es precisamente muy popular en Islamabad tras su período al frente del Mando Central de EEUU, mientras que su predecesor como jefe de los espías y ahora Secretario de Defensa, Leon Panetta, se mantuvo siempre distante.

La secretaria de estado de EEUU Hillary Clinton es una política encantadora, pero no está hecha realmente para el papel de conectar con los generales pakistaníes a nivel operativo. Quizá pueda ofrecer una imposición de manos una vez que se limpie, se suture y se vende la sangrante herida. Y el presidente Barak Obama, desde luego, no se preocupó nunca de cultivar algo de química personal con ningún líder pakistaní, como sí hizo con el primer ministro indio Manmohan Singh.

¿Quién podría ser la persona indicada para cumplir ese papel en Washington? La horrible verdad es que nadie. Es una situación espantosa para una superpotencia con alrededor de 100.000 soldados desplegados allí, en las abruptas montañas cercanas a Pakistán. La situación actual supone una crisis diplomática colosal a niveles políticos, militares y de inteligencia.

Washington confiaba en el ex embajador pakistaní Hussein Haqqani casi como si fuera su enviado especial en Islamabad, pero Haqqani ha sido sustituido sumariamente en extrañas circunstancias, probablemente por las razones apuntadas. De todas formas, sigue planteándose una cuestión intrigante: ¿Es posible que esté ocurriendo sencillamente que a Pakistán ya no le interese dialogar más con la administración Obama?

El quid del asunto es que la ciudadela pakistaní ha levantado los puentes que permitían llegar hasta ella cruzando el foso circundante infestado de cocodrilos. Como los pakistaníes se mantengan en sus trece, Obama va a tener un problema muy grave. Pakistán está boicoteando la Conferencia de Bonn II del 2 de diciembre. Esta firme postura debería preocupar a EEUU más que cualquier respuesta militar pakistaní al ataque de la OTAN.

EEUU debería saber por la experiencia iraní que no dispone de respuesta adecuada ante la clase de desafío estratégico que una nación poco amistosa y dispuesta a resistir puede levantar contra un “enemigo” al que realmente considera como “satánico”.

Los dirigentes del ejército pakistaní son tradicionalmente cautos y no van a dar una respuesta militar a la provocación estadounidense. (Para eso están siempre ahí los talibanes, para seguir sangrando a las tropas de EEUU y la OTAN).

Puede que Washington se haya equivocado realmente si la intención de la noche del viernes era poner al ejército pakistaní al contraataque para después golpearle con un mazo y hacer que se arrastrara de rodillas suplicando misericordia. Las cosas no funcionan de esa forma. Pakistán se dispone a dar una respuesta “a la persa”.

La situación regional trabaja a favor de Pakistán. La reciente conferencia de Estambul (2 de noviembre) puso de manifiesto que Rusia, China, Pakistán e Irán comparten una plataforma de oposición a la prolongación de las bases de EEUU en Afganistán en el período posterior a 2014.

El grandioso esquema de la administración Obama de transformar el período de 89 años que hay por delante en el “Siglo de EEUU en el Pacífico” convierte a Pakistán en un socio inmensamente importante para China. Como mínimo, Rusia va a apostar por impulsar la autonomía estratégica de Pakistán. Y lo mismo va a hacer Irán.

Ninguna de estas importantes potencias regionales quiere que EEUU despliegue su sistema de defensa antimisiles en el Hindu Kush y Pakistán es partidario de exorcizar de la región la presencia militar de EEUU y sus aliados. Ese es también el significado real de la preparación de Pakistán para que se convierta en miembro de pleno derecho de la Organización para la Cooperación de Shanghai, algo que está al caer.

* El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía
 
 
 
 

martes, 22 de noviembre de 2011

¡vivan las caenas!

José María Mena

Recordaremos este triste otoño. Teníamos una pertinaz sequía, y no deja de llover. Teníamos unos amables socialdemócratas desnortados, desorientados por la economía adversa, y, sin preguntarnos, han abierto la puerta de nuestra casa a los usureros, que ahora llaman "los mercados". Lo han hecho para que los tiburones de la especulación internacional no les echen de casa y les sustituyan por lugartenientes de confianza, como en Grecia o Italia. Pero, con la puerta abierta, acaban de entrar. A ellos les han echado, y veremos si a nosotros, los ciudadanos de a pie, nos dejan de realquilados en nuestra propia casa, o, peor aún, envían a alguien que nos embarga hasta los muebles, los subasta y  nos desahucia. Por eso recordaremos este lluvioso otoño.

En ocasiones como esta, volver la mirada hacia atrás es reconfortante. Siempre se aprende algo de la historia. Y, además, con la cara vuelta, podemos ocultar el sonrojo, la tristeza o la indignación. Es casi un lugar común repetir que en El 18 Brumario, Karl Marx decía que la historia se repite, primero como tragedia y después como farsa. Y aunque los momentos históricos siempre son cualitativamente distintos, las eventuales semejanzas podemos y debemos encontrarlas, aunque solo sea para aprender de los viejos errores. Volviendo la vista atrás, esperemos que las farsas que se nos avecinan sean breves, y sus amarguras soportables.

El caso es que las alegrías de los que se alegran con lo que nos ofrece este otoño político recuerdan a las de los españolitos de 1814, cuando recibían al rey Fernando VII, el deseado, al grito de "Vivan las cadenas!" que se ha inmortalizado tal como lo exclamaban: "Vivan las caenas!".

Fernando VII estaba cómodamente alojado por Napoleón en el amable cautiverio de Valençay, mientras los españoles se batían contra el francés, y, además, hacían la primera Constitución española, liberal, lo más progresista posible en aquellos tiempos. Mientras tanto, el rey no hizo nada, no movió un dedo. En todo caso, intrigó en su exclusivo provecho. Esperó. Y un buen día la guerra había terminado. España estaba destrozada y arruinada. Todos esperaban del rey soluciones que él ni había prometido ni había concretado. Por eso fue recibido en Valencia y en Madrid por un pueblo que le esperaba con tal entusiasmo que, según las viejas crónicas, los valencianos y madrileños desengancharon los caballos del carruaje para arrastrarlo ellos mismos, en señal de adhesión. (Sin embargo parece que ese gesto no era infrecuente, y no tenía el significado de sumisión que hoy tendría, sino el más parecido a la costumbre torera de llevar a hombros, pero a lo bruto, con carroza). Y todos (menos los caballos) gritaban "Vivan las caenas!", esperando que ello les había de beneficiar de algún modo.

Pero las cadenas siempre son solo eso, cadenas. El deseado no hizo nada de lo que deseaban. Suprimió todas las leyes que no se ajustaban a sus intereses absolutistas. Y cuando, después, las necesidades sociales amenazaron con la reimplantación y consolidación de la legalidad derogada, y el pueblo empezó a salir a la calle cantándole al rey las coplas del "trágala, trágala", no dudó en llamar a la Europa reaccionaria, absolutista, que envió cien mil soldados franceses, que barrieron España, llegando hasta Cádiz.

Esa es la historia, en su dimensión trágica, de la que deberíamos aprender. Veamos la farsa que viene. El actor principal también ha estado acomodado en el retiro de la oposición política sin hacer nada, sin mover un dedo, sin formular una sola propuesta concreta, esperando que el final de la guerra financiera le brinde una aclamación indiscriminada. Esa guerra, desde luego, no ha terminado. Pero sí una batalla que le ha transportado, como en volandas, en carroza electoral arrastrada por todos los que esperan que les resuelva sus problemas. Y no lo hará porque no le corresponde. Él no viene para eso. Él es el que han enviado los usureros, que ahora llaman "los mercados", para que, si no lo remediamos, nos informe que somos realquilados en nuestra propia casa, o, lo que es peor, nos desahucie, tras embargarnos hasta los muebles. Y cuando salgan a la calle los que lo veían venir, y los desengañados, y los que tiraron de la carroza electoral, exigiendo el Estado social de la Constitución, y la democracia efectiva, y vuelvan a cantar, con nueva música, el "trágala, trágala", él volverá a llamar a las fuerzas absolutistas, ahora financieras, para que vuelvan a barrer España,  en esta ocasión de la farsa, afortunadamente, sin soldados. Ahora barren vendiendo y comprando, y siempre están, por eso, con el ganador. Recuerdan a Patricio de la Escosura, cuando decía aquello de "no se si hemos ganado los conservadores o los liberales", porque no les importa quien les abrió la puerta de nuestra casa, y quien nos desahucia.

Desde luego, recordaremos este triste otoño político.

* http://www.que-leer.com/10971/jose-maria-mena-%E2%80%9Cde-oficio-fiscal%E2%80%9D.html


miércoles, 2 de noviembre de 2011

hasta el próximo sobresalto de los mercados

Michael R. Krätke*

Danzando el baile de San Vito, de cumbre en cumbre, desde hace semanas. Con el discurso descuidado de Merkel, las ociosas declaraciones de Sarkozy y contribuciones parecidas, la caravana viaja en círculo. Ninguna sorpresa que para los participantes se haya cargado la atmósfera. El primer ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker reprueba el 'muddling through' (salir del paso) porque sabe que al público no le gusta el espectáculo.

Con los nuevos planes de la Cumbre de Bruselas –desde la condonación de parte de la deuda a Grecia hasta la recapitalización de los bancos y el “apalancamiento” del fondo de rescate– las manos podrían irse al cuello de los que hasta ahora pertenecían a los ganadores de la crisis. Entre ellos se encuentran los airados contribuyentes alemanes, los holandeses, los franceses y los británicos tanto como sus respectivas élites.

Que son los beneficiarios de la crisis, es cosa que no gusta oír a los alemanes. Y por buenas razones: beneficiarios, sólo unos pocos, que ahora salen más reforzados aún, si cabe, de la crisis. En primer lugar, el estado y los bancos. Es algo que puede verse en el caso de Holanda. El pequeño país europeo, que navega viento en popa a la sombra de su vecino alemán, se ha aprovechado de la crisis europea desde su comienzo. Y no en poca medida. Entre enero de 2009 y octubre de 2011 el Ministerio de Economía en La Haya se ha ahorrado 7'6 mil millones de euros en intereses, y ello a pesar del aumento de la deuda del estado. Para los préstamos a diez años, el estado holandés paga un 1% menos de intereses que antes del estallido de la crisis europea en marzo de 2010. Y hasta la fecha la participación de Holanda en las sucesivas medidas de rescate no le ha costado ni un céntimo. Todo lo contrario: el país gana con los intereses a pagar por griegos, irlandeses y portugueses. Las ganancias multimillonarias para el fisco crecen con cada mes que el euro se aproxima al borde del precipicio.

Los intereses bajan a mínimos históricos

Lo mismo vale para Alemania. El ministro de Finanzas [Wolfgang] Schäuble puede endeudarse más barato que nunca, gracias a la enorme demanda de bonos alemanes debido a la fuga de capitales en el marco de Europa, donde los inversores evitan a toda costa a Grecia, el país más endeudado. Así como la economía exportadora alemana se ha aprovechado del euro, así se ha aprovechado el estado alemán de la crisis europea. Empresas y bancos, pero también constructoras, han sacado igualmente su tajada, y lo seguirán haciendo mientras el Banco Central Europeo (BCE) mantenga los intereses mínimos históricos. Sólo quienes tienen un salario decente o precario salen perdiendo.

Sin embargo, de lo que ahora se trata –a la vista de una amenazadora fusión del núcleo de la Eurozona– de algo más que repartir las ganancias de la crisis. Con las decisiones tomadas en Bruselas debería de alcanzarse sobre todo una cosa: ganar tiempo para poder proseguir desde el comienzo con una política anticrisis en pequeñas dosis hasta el próximo sobresalto de los mercados.

Las consecuencias de esta mala gestión, de la que son especialmente responsables Alemania y Francia, han traspasado entre tanto las fronteras de la Eurozona y los daños colaterales se hacen notar especialmente en las islas británicas, donde residen los opositores más virulentos al euro y el Primer ministro David Cameron debe aplacar la insurrección de los euroescépticos en la Cámara baja. Los que no quieren saber nada del euro en el Reino Unido son ya mayoría.

Demasiado tarde y demasiado poco 

No es que uno no se pudiera hacer desde hace tiempo una composición de las debilidades y los fallos en la construcción de esta unión de estados y moneda única. Ya con el Tratado de Maastricht (1992), y aún más con el Tratado de Lisboa (2007), todos los estados europeos se alinearon con el mercado y la competencia como únicos criterios políticos racionales. No sólo el euro ha salido dañado. El modelo de un capitalismo dominado por las altas finanzas internacionales ha sido desacreditado, un modelo que no era mejor ni peor, sólo un poco más aerodinámico y posmoderno que otros modelos de capitalismo a los que sustituyó. Equipado con un marco institucional en el que no encajaba, la Unión Europea se debate aquí y allá entre ser una potencia mundial o volver al regionalismo. Cuando se trata solamente del capitalismo transnacional la cosa funciona. Pero sin unión económica y fiscal toda unión monetaria está destinada al fracaso. Y quien dice una unión fiscal quiere decir algo más que lo que hasta ahora tenemos: una pizca de autoridad impositiva aquí, algo de redistribución allá y un poco de burocracia transnacional acullá.

En toda federación justa que se precie de ese nombre existe un equilibrio financiero. Y eso no significa otra cosa que una unión de transferencias. Una unión que existe –oculta y avergonzada– desde hace años en la UE en la política agraria y la promoción regional, sólo que ahora se hace indispensable en las finanzas públicas.

Comparados con los estados anglosajones, los países del euro –incluso Grecia y acaso Portugal– son aún solventes. Si estados en quiebra como los Estados Unidos o el Reino Unido siguen existiendo es porque pueden permitirse un banco central que en caso de necesidad concede créditos al gobierno sin atenerse a las pérdidas y que inunda el mercado con liquidez (léase: créditos baratos). En medio de la crisis, donde todo padece bajo la sobrecapacidad, algo así apenas tiene consecuencias inflacionarias. Esto es justamente lo que necesita Europa y eso es lo que ahora recibe Europa, podría pensarse tras el apalancamiento del Fondo de rescate europeo. El tiempo en el que el BCE se comportaría como un Banco central quedaría a voluntad de los caprichos de los alemanes. En cualquier caso, debería de llevar a cabo una política económica conjunta como la de la Reserva Federal (Fed) o el Bank of England. El recién jubilado Presidente del BCE Jean-Claude Trichet ha comenzado esta tarea. De comprar el BCE títulos de deuda europeos, la emisión de Bonos se reduciría a un detalle técnico, pero con un potencial parecido al de los bonos del tesoro estadounidenses, con los cuales unos destartalados Estados Unidos pueden aún impresionar y domar al mundo de las finanzas.  

Pero debido a que ninguno de los protagonistas de las ya prácticamente diarias cumbres europeas quiere ponerse en contra a los ciudadanos o a la propia clientela conservadora en su país, al final nos dan un popurrí de medidas de efectividad reducida en sus tres cuartas partes, demasiado tarde y demasiado pequeñas, demasiado como para salir de la crisis, pero que nos permiten sobrevivir. Alegría para quienes, en los mercados financieros, están ganando. A los ciudadanos de Europa, mientras tanto, ya no les queda nada en el bolsillo que puedan rascar.

*http://de.wikipedia.org/wiki/Michael_R._Kr%C3%A4tke


lunes, 24 de octubre de 2011

la banca, el fraude fiscal y el new york times

Vicenç Navarro*

El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más influyente de España, y Presidente del Banco de Santander, que tienen inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en Estados Unidos, además de en España. En EEUU el Banco de Santander es propietario de Sovereign Bank.

Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre esta serie de artículos en el diario más influyente de EEUU y uno de los más influyentes del mundo. Es de suponer que si se escribieran artículos semejantes, por ejemplo, sobre el Presidente Zapatero, tales reportajes serían noticia. No así en el caso Emilio Botín.

Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado español. Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569 españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial (entre ellos, por cierto, el padre del President de la Generalitat, el Sr. Artur Mas).

Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española, el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de 44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la media de la UE-15 (66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa –según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo el 8% del fraude fiscal total.

Es también conocida la intervención de autoridades públicas para proteger al Sr. Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia Tributaria. El caso más conocido es la gestión realizada por la ex Vicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta, presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, “el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos y su presentación al tribunal”. Una medida que juega a favor de los fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió que “los ricos no pagan impuestos en España”.

Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los súper ricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza niveles de frivolidad. Ignora la enorme concentración de las rentas y de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el Estado español está hoy realizando.

Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó para el Banco Santander, que señala como causas de este silencio el hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios comerciales, sino también proveyendo créditos –aclara el Sr. Salvador Arancibia- “….medidas de enorme importancia en un momento como el actual, donde los medios están en una situación financiera muy delicada”. De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en nuestro país. Es lo que llaman “libertad de prensa”.

 

martes, 18 de octubre de 2011

llega el turno de pakistán

Alberto Piris*

Una enseñanza clásica de la historia bélica de la humanidad es que las guerras se inician de modo deliberado, aunque su curso posterior sea a menudo imprevisible. Puede haber discrepancias políticas más o menos agudas entre los dirigentes del país que propugna resolver sus conflictos en el campo de batalla, pero la guerra siempre se desencadena con propósitos claramente establecidos, que se consideran positivos y ventajosos para el propio país. No hubo, naturalmente, discusión política en Alemania en 1939 sobre la decisión de Hitler de invadir Polonia, pero no fue tan sencillo para el Congreso de EE.UU. entrar en la misma guerra: es la naturaleza del régimen la que determina el mecanismo político que abre en cada Estado el camino a la guerra. Salvo cuando ésta viene impuesta, como hubo de hacer forzadamente la URSS en 1941, invadida por el Tercer Reich. 

La Primera Guerra Mundial es el ejemplo paradigmático de cómo se pueden torcer las cosas y cómo el recurso a la guerra puede convertirse en un tiro por la culata para el país que a ella recurre. El asesinato en Sarajevo del heredero al trono imperial austrohúngaro, a manos de un extremista serbio, incitó al jefe militar del Imperio, el conde Conrad von Hötzendorf, a declarar la guerra a Serbia, con dos objetivos definidos, como recuerda Vicens Vives en su "Historia general moderna": robustecer el trono imperial de Viena, que pasaba por una época de crisis, y eliminar el perturbador foco de intranquilidad balcánica que era entonces Belgrado. En los últimos días de julio y primeros de agosto de 1914, las imprevistas repercusiones de la decisión tomada por el Gobierno de Austria-Hungría incendiaron Europa en la que fue la primera contienda de carácter universal que ha conocido la humanidad. Cuatro años después, el mismo Imperio que inició la guerra se había desintegrado a causa de ella.

Las dos guerras que el anterior presidente de EE.UU. desencadenó sucesivamente en Afganistán e Iraq a partir de 2001 ofrecen, a su estilo y en otras condiciones, un caso similar al anterior, lo que viene a confirmar la enseñanza histórica aludida al principio de este comentario. Cuesta creer que el cuarteto responsable de llevar la guerra a Oriente Medio tras los atentados terroristas del 11-S (el presidente George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el jefe del Pentágono Donald Rumsfeld y el secretario de Estado Colin Powell) no hubiera asumido tan evidente lección de la Historia, aunque la oleada de patrioterismo que invadió EE.UU., la tosca política de su Presidente, la duplicidad astuta de Cheney, el arrogante planteamiento militar de Rumsfeld y la inocencia del engañado Powell hicieron mucho para perturbar su capacidad de juicio: "los dioses ciegan a quienes quieren perder".

El caso es que hoy, diez años después del inicio de las sucesivas invasiones, las repercusiones alcanzan ya gravemente a quien fuera un buen aliado de Occidente y, sobre todo, de EE.UU.: Pakistán. El pasado 22 de septiembre, el almirante Mullen, que cesó en su cargo de Jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., afirmó en una comparecencia ante el Senado que el grupo insurgente afgano dirigido por Jalaluddin Haqqani "estaba actuando como el brazo del ISI [el servicio de inteligencia militar pakistaní]". Le atribuyó, ayudado por el ISI, el prolongado asalto contra la embajada de EE.UU. en Kabul y el Cuartel General de la OTAN del 13 de septiembre, que causó 24 muertos, y el atentado con un camión bomba que hirió a 77 soldados estadounidenses.

Así pues, el tiro por la culata ahora hiere a Pakistán. Durante algún tiempo se venía sospechando que el ISI apoyaba secretamente a los talibanes afganos o, al menos, toleraba su presencia como medio para mantener a Kabul bajo su control. Pero la acusación directa del almirante Mullen tiene una inocultable gravedad y las autoridades pakistaníes han negado rotundamente cualquier implicación. 

El ministro de asuntos exteriores de Pakistán, Rabbani, aprovechó la ocasión para recordar que el grupo hoy considerado terrorista "había sido la niña de los ojos de la CIA durante muchos años; es decir, que fue creada por ella, podríamos asegurar". Jalaluddin dirigía una fuerza muyahidín muy eficaz durante la guerra contra los soviéticos de Afganistán, apoyado por EE.UU., y luego se unió a los talibanes y a Al Qaeda.

Para complicar más el asunto, el presidente Karzai ha insistido en que el origen del terrorismo afgano hay que buscarlo en Pakistán y no en Afganistán. Así pues, vuelve a aparecer la constante histórica antes citada: nadie pensó en Pakistán -salvo para considerarlo como otro aliado en la zona- cuando Washington decidió soltar sobre Oriente Medio la plaga de la guerra, y ahora es ese país el que se encuentra en el ojo del huracán.

En Washington no se desea que las cosas se compliquen demasiado y la Secretaria de Estado no ha tardado en insistir sobre los intereses comunes que unen a sus dos países en la lucha contra el terrorismo. Pero las palabras de la diplomacia no pueden ocultar la creciente gravedad de la situación en este importante país musulmán, provisto de armas nucleares y con aspiraciones hegemónicas en la zona, que se ha convertido en la principal amenaza para los intereses de EE.UU..




jueves, 13 de octubre de 2011

la cura para la economía

Joseph E. Stiglitz*

La crisis económica iniciada en 2007 continúa; mientras tanto, una pregunta obvia ronda las cabezas de todos: ¿por qué? Si no logramos una mejor comprensión de las causas de la crisis no podremos implementar una estrategia eficaz de recuperación. Y por el momento no tenemos ni lo uno ni lo otro.

Se nos dijo que fue una crisis financiera y que por eso los Gobiernos de ambos lados del Atlántico se concentraron en los bancos. Se nos aseguró, además, que los planes de estímulo eran un paliativo temporal necesario para pasar el mal momento, hasta que el sector financiero se recuperara y resurgiera el crédito privado. Pero mientras el sector bancario tiene otra vez su rentabilidad y sus bonus, el crédito no se ha recuperado, a pesar de que los tipos de interés a corto y largo plazo están en mínimos históricos.

Los bancos aseguran que lo que restringe el crédito es la falta de acreedores fiables, producto del mal estado de la economía. Y algunos datos clave indican que tienen razón, al menos en parte. Las grandes empresas atesoran unos cuantos billones de dólares en reservas de efectivo, o sea, que no es la falta de dinero lo que les impide invertir y tomar trabajadores. Pero para algunas empresas pequeñas, quizá para muchas, la situación es muy diferente: están tan necesitadas de fondos que no pueden crecer, y muchas se ven obligadas a menguar.

Sea como sea, la inversión empresarial en términos generales (sin contar la construcción) está otra vez en un 10% del PIB (antes de la crisis era del 10,6%). Con el excedente que hay en el sector inmobiliario, no es de esperar que la confianza vuelva pronto a los niveles de antes de la crisis (independientemente de las medidas que se tomen en relación con el sector bancario).

El factor evidente que precipitó la crisis fue la imprudencia imperdonable del sector financiero, sumada a la insensatez de una desregulación que le dio rienda suelta. La herencia que nos dejó (excedente en el sector inmobiliario y hogares demasiado endeudados) dificulta todavía más la recuperación.

Pero la economía ya se encontraba muy mal antes de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo más que ocultar sus debilidades. Si no se hubiera inflado la burbuja para estimular el consumo, se habría producido una enorme escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió, en cambio, fue que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el 1%, mientras que el 80% de los estadounidenses menos pudientes gastaban cada año aproximadamente el 110% de sus ingresos. Incluso si el sector financiero se recuperara completamente y estos estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada sobre la importancia del ahorro, su consumo no superaría el 100% de sus ingresos. Así que todos los que hablan de un regreso del consumo (incluso después del desendeudamiento) viven en un mundo de fantasía.

Es cierto que para una recuperación económica era necesario poner en orden el sector financiero, pero esto no es suficiente. Para comprender las medidas que hay que tomar debemos entender los problemas que afectaban a la economía antes de la crisis.

En primer lugar, EE UU y el mundo fueron víctimas de su propio éxito. El acelerado aumento de la productividad en el sector industrial superó el crecimiento de la demanda, lo que supuso una reducción del nivel de empleo en ese sector. Esto implicaba un desplazamiento de mano de obra al sector de los servicios.

El problema es similar al que se presentó a principios del siglo XX, cuando un rápido crecimiento de la productividad en el sector agrícola obligó a la mano de obra a mudarse de las áreas rurales a los centros fabriles urbanos. Con una caída de los ingresos agrícolas superior al 50% entre 1929 y 1932, era de esperar que se produjera una migración a gran escala. Pero los trabajadores quedaron atrapados en el sector rural porque no tenían recursos para trasladarse, y la caída de sus ingresos debilitó de tal modo la demanda agregada que el desempleo industrial y urbano se disparó.

La necesidad que tienen EE UU y Europa de retirar mano de obra del sector industrial se agrava por el cambio de las ventajas comparativas: además de que hay un límite global para la cantidad de empleos fabriles, una proporción mayor de esos puestos de trabajo se irá a otros países.

Mientras tanto, la globalización fue uno de los factores (aunque no el único) que contribuyeron a que surgiera el segundo problema clave: el aumento de la desigualdad. Como una parte de los ingresos se trasladó de personas que los gastan a personas que no los gastan, la demanda agregada se redujo. Asimismo, el enorme encarecimiento de la energía derivó poder adquisitivo de EE UU y Europa a los países productores de petróleo, que al darse cuenta de la volatilidad de sus precios eligieron acertadamente ahorrar gran parte de esta renta.

El tercer y último problema que contribuye a la debilidad de la demanda agregada global es la masiva acumulación de reservas en divisa extranjera por parte de los mercados emergentes (que en parte es una reacción a los errores cometidos por el Fondo Monetario Internacional y el Tesoro de EE UU en el manejo de la crisis asiática de 1997 y 1998). Al darse cuenta de que la falta de reservas los ponía en riesgo de perder la soberanía económica, muchos países se dijeron: “Nunca más”. Pero si bien la acumulación de reservas los protegió (acumulación que en las economías emergentes y en vías de desarrollo actualmente anda por los 7,6 billones de dólares), el dinero que se destina a reservas es dinero que no se gasta.

En cuanto a la solución de estos problemas subyacentes, ¿dónde nos encontramos? En relación con el primero, como los países que acumularon grandes reservas pudieron capear mejor la crisis económica, el incentivo a seguir acumulando aumenta todavía más. Paralelamente, los banqueros tienen otra vez sus bonus, pero los trabajadores ven cómo sus salarios pierden valor y sus horas de trabajo se reducen, lo que amplía la brecha de ingresos. Encima, EE UU no se ha librado de su dependencia del petróleo. Este verano [del hemisferio norte] el precio del petróleo volvió a subir por encima de los 100 dólares por barril (y todavía se mantiene alto), lo que significa una nueva transferencia de divisas a los países exportadores de petróleo. Mientras tanto, la transformación estructural de las economías avanzadas, necesaria para poder retirar mano de obra de los sectores industriales tradicionales, avanza muy lentamente.

El Estado es un actor protagonista en la financiación de los servicios que necesita la gente, por ejemplo, la educación y la atención de la salud. Y para restaurar la competitividad en Europa y EE UU, los programas de educación y formación con fondos estatales serán fundamentales. Pero a ambos lados del Atlántico se optó por la austeridad fiscal, con lo que prácticamente está garantizado que la transición de esas economías será lenta.

La receta para el mal que aqueja a la economía global se deduce inmediatamente a partir del diagnóstico: hacen falta sólidos programas de gasto público que apunten a facilitar la reestructuración, promover el ahorro energético y reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema financiero internacional que cree alternativas a la acumulación de reservas.

Tarde o temprano, los líderes mundiales (y los votantes que los eligen) se darán cuenta de que es así, ya que, conforme las perspectivas de crecimiento sigan empeorando, no les quedará otra alternativa. ¿Pero cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso ocurra?


domingo, 11 de septiembre de 2011

11/S: preguntas que esperan respuestas

Wayne Madsen*

El jefe de las operaciones anti-terrorismo del ex-presidente Bush, asesor Richard Clarke reveló que la CIA, bajo el mandato de George Tenet, trató de reclutar algunos de los terroristas de Al Qaeda involucrados en el 11 de septiembre antes del ataque que tuvo lugar en 2001, pero después de fracasar en su intento, Tenet y su equipo de la CIA encubrieron los esfuerzos fallidos para dicho reclutamiento.

Esta revelación es otro elemento más que se añade a lo que se ha convertido en el informe de mayor descrédito del gobierno de los EE.UU. desde el tristemente célebre Informe Warren sobre el asesinato del Presidente John F. Kennedy en 1963. En realidad, el Informe Warren recibió un golpe de descrédito cuando se supo que la Primera Dama Jacqueline había revelado al historiador Arthur Schlesinger Junior en 1964 que el Vicepresidente Lyndon B. Johnson estaba detrás del asesinato de su esposo en Dallas.

La revelaciones hechas por la Señora Kennedy y por Clarke muestran que el gobierno de los Estados Unidos no es confiable para llevar a cabo investigaciones de fechorías hechas con pleno conocimiento y total apoyo de altos funcionarios de la CIA y de la Casa Blanca. Los ataques del 11 de septiembre no son más que acciones encubiertas a esos altos niveles del gobierno.

Las recientes declaraciones de Clarke sobre el conocimiento por parte de la CIA sobre las células de Al Qaeda involucradas en los hechos del 11 de septiembre antes de que estos sucedieran en 2001 en Nueva York y Washington sólo nos dejan ver la mera superficie del mundo de la inteligencia, los grupos altamente compartimentados, que planearon cuidadosamente los ataques y como los medios encubrieron el desarrollo de dichos acontecimientos.

El individuo que sobresale entre todos los funcionarios de la inteligencia y agentes de la ley que trataron de buscar activamente la red criminal que llevarían a cabo los atentados del 9/11 era el jefe anti-terrorismo del FBI John O´Neil. Desde que ocurrió el primer atentado con bomba contra el “World Trade Center” en 1993, O´Neil emprendió una empecinada búsqueda de Osama bin Laden y de Al Qaeda. Y después de ocurrir otros ataques terroristas contra las Torres Khobar, en Dharan, Arabia Saudita; contra las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania, y contra el buque USS Cole en el puerto de Adén, el mayor problema de O´Neil ya no era Al Qaeda, sino la resistencia de altos funcionarios en el seno del gobierno estadounidense.

La mayor teoría de la conspiración de todos ellos, el reporte (informe) de la comisión oficial sobre el 9/11, que concluyó que diecinueve hombres, mayoritariamente de Arabia Saudita, secuestradores con cuchillas fueron capaces de burlar al multimillonario sistema de defensa e inteligencia de los EE.UU. en tan sólo unas horas, en una mañana de de martes del 2001, ha sido desacreditada en parte por los dos copresidentes de la Comisión 9/11: el ex-gobernador de Nueva Jersey, Thomas Kean, y el ex –representante demócrata por Indiana, Lee Hamilton. Ambos dijeron que funcionarios del gobierno mintieron a su comisión y que se ocultó información importante que no fue entregada a los investigadores…

La ira de Kean y de Hamilton sería mejor empleada contra Philip Zelikow, ayudante de la consejera para la Seguridad Nacional de Bush, Condoleezza Rice, que aseguró bajo juramento que nadie podría esperar el uso de aviones de pasajeros como armas. Zelikow fue designado director ejecutivo de la Comisión 9/11 y tenía la misión de evitar cualquier investigación sobre el papel de la CIA, de los sauditas, y de los intereses de Wall Street en la creación de los ingredientes que permitieron que los ataques del 11 de septiembre ocurrieran sin complicación o obstáculo alguno. Es conocida la conducta que ha mantenido Zelikow de desacreditar cualquier teoría que no se ajuste a la doctrina del gobierno, incluyendo ataques a cualquiera que se no crea en los mitos de la Comisión Warren sobre el asesinato del Presidente Kennedy.

Desgraciadamente, los ataques del 9/11 contra el “World Trade Center” no constituyeron la primera vez que el gobierno de EE.UU. se involucró en un gran encubrimiento de un ataque contra dichos edificios. Según fuentes de inteligencia norteamericanas, el FBI y el Departamento de Justicia ocultaron volúmenes de traducciones de mensajes telefónicos en idioma árabe interceptados antes de que ocurriera el atentado con bomba en 1993 contra el “Trade Center”, en el interior de los EE.UU. y desde Sudan, donde se encontraban militantes islámicos que una vez trabajaron para la inteligencia norteamericana durante la guerra de los mujadhines contra la Unión Soviética, en Afganistán.

Los importantes servicios de inteligencia, que demostraron la existencia de una relación entre la CIA y las fuerzas Mujadhines “afgano-árabes”, incluidos los que eran fieles a Osama bin Laden, nunca aparecieron en el juicio de la célula de Brooklyn y Jersey, en la que estaban el clérigo egipcio ciego Shaikh Omar Abdul Rahman, Ramzi Yousef y Eyad Ismail. La célula de Nueva York y Nueva Jersey también incluía a Ali Mohammed, un graduado de la Escuela de las Fuerzas Especiales del Ejército, en Fort Bragg, Carolina del Norte. Este hombre, cuando estaba en servicio activo como miembro de las Fuerzas Especiales, viajó en secreto a Afganistán a entrenar a las fuerzas de Bin Laden y brindarles información de inteligencia sobre los “objetivos blandos” norteamericanos para llevar a cabo ataques terroristas; en la célula también aparecía Wadih el Hage, secretario personal de Bin Laden, residente en los EE.UU.

Es irónico que, los dos hombres responsables de la no presentación de la información de inteligencia sobre el ataque de 1993 contra el “World Trade Center” ante el jurado y el Gran Jurado—los principales fiscales federales en Nueva York y Nueva Jersey en el caso del atentado con bomba—fueran Patrick J. Fitzgerald y Michael Chertoff, respectivamente. Fitzgerald llegó a ser el Fiscal del Distrito Norte de Illinois y comenzó sus actividades con la acusación y castigo de dos gobernadores de Illinois por corrupción: el Republicano George Ryan y el Demócrata Rod Blagojevich. Ambos casos fueron shows de trasfondo político.

Ahora se añade a las atrocidades cometidas por el gobierno de EE.UU. el hecho de que, según una fuente del FBI, el jefe investigador de esta instancia contra Al Qaeda en los años 90, el desaparecido John O´Neil, estaba furioso porque una gran parte de las informaciones de inteligencia sobre las llamadas telefónicas nunca fue presentada como evidencia y quedó sin traducir y clasificada.

Existen otros vínculos de la CIA con Bin Laden y Al Qaeda que son muy numerosos para describirlos.

Sin embargo, hay uno que sobresale porque involucra a una figura clave en el Pentágono que dirigió Donald Rumsfeld cuando ocurrieron los ataques del 11 de septiembre. Una fuente de la CIA relacionada con el Fondo para la Defensa de Bosnia, recogía donaciones de los países árabes y musulmanes para la guerra de Bosnia contra Serbia y Croacia, y reveló que la Red contra Delitos Financieros del Departamento del Tesoro (FINCEN) tenía preocupaciones que las transferencias de dinero hechas por le Banco Riggs a la cuenta del Fondo para la Defensa de Bosnia en el Banco Central de Sarajevo estuvieran beneficiando a elementos terroristas que se creía que estaban relacionados con Osama bin Laden y Al Qaeda. Riggs era el banco principal que brindaba servicios al embajador saudita en EE.UU., el príncipe Bandar y su esposa la princesa Haifa y era también el banco que tenía vínculos con la familia de George H.W. y George W. Bush.

Cuando la fuente CIA se quejó de que los Fondos de Defensa para Bosnia estaban pasando a las manos de terroristas islámicos, incluyendo personas relacionadas con bin Laden, recibió la respuesta de uno de los principales funcionarios del Fondo: “Sólo tienes que hacer que suceda!

El vínculo de Bosnia con Al Qaeda era importante. En realidad, bin Laden no sólo había visitado Bosnia—según informes—sino que portaba al menos un pasaporte diplomático de Bosnia y había interactuado con diplomáticos bosnios en Viena, Austria.

Pero no se puede ignorar la relación entre Mossad y el 9/11. Dos documentos internos del gobierno estadounidense revelaron que entre los 120 “estudiantes de arte” israelíes que trataron de penetrar la seguridad de decenas de edificios de oficinas federales y que visitaron las residencias de muchos funcionarios del sistema de justicia en el 2000 y 2001 utilizaban direcciones residenciales y postales en el Sur de la Florida y en Texas, cerca de otras utilizadas por los secuestradores de los aviones del 9/11.

La información trascendió en un informe de la Oficina Antidroga (DEA) redactado en junio de 2001 sobre las actividades de los estudiantes de arte y de una lista del FBI con los nombres de los secuestradores y otros sospechosos, incluyendo un conocido agente del Mossad, Dominick Suter, que dirigía una compañía israelí en Weehawken, Nueva Jersey. La lista del FBI se dio a conocer accidentalmente a principios del mes de octubre de 2001 en un sitio web del gobierno Finlandés.

Cinco israelíes que trabajaban para la compañía “Urban Moving Systems” de Suter fueron arrestados por la policía y el FBI en la tarde del 11 de septiembre mientras conducían una camioneta sospechosa cerca del Giant Stadium, en Secaucus, Nueva Jersey. Los cinco israelíes eran los únicos sospechosos arrestados el día 11 de septiembre de 2001 por supuesto vínculo con los ataques de ese día. Los cinco fueron deportados a Israel sin jamás ser formalmente acusados de nada. El memo de la DEA decía específicamente que los israelíes que intentaron penetrar oficinas federales y residencias de empleados del sistema legal pudieron haber tenido vínculos con un “grupo fundamentalista islámico.”

Incluso diez años más tarde, el gobierno de los EE.UU. y los gobiernos de Nueva York y de la ciudad de Nueva York no tienen en cuenta a los veteranos que participaron en los acontecimientos relacionados con los ataques de 9/11 quienes, a diferencia de O´Neill, tuvieron la suerte de sobrevivir el catastrófico ataque. Sobrevivientes del desplome del “World Trade Center” y los hombres del Departamento de Policía de Nueva York, que dieron la primera respuesta a los acontecimientos y de la Policía Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, del Departamento de Bomberos de Nueva York y otros, no fueron invitados a las ceremonias por el décimo aniversario a “Ground Zero” el 11 de septiembre de 2011.

Durante una década, los ataques del 9/11, junto a los que tuvieron lugar en Londres, Madrid, Bali y otros lugares han sido utilizados por los medios corporativos para apoyar las campañas del gobierno contra las libertades civiles, los derechos humanos, la protección de la privacidad, las guerras de liberación por grupos étnicos y partidos políticos, y la libertad de información. Estadounidenses de todas las edades y orígenes sociales ahora son sometidos a molestos registros corporales en los aeropuertos que hubieran sido considerados como atroces abusos por parte de las autoridades unos quince años atrás.

Al reconsiderar los acontecimientos del 11 de septiembre, nos dicen que Bin Laden fue aniquilado en un asalto de Operaciones Especiales en Abbotabad, Paquistan. Hubo muy poca evidencia forense para probar que fue Bin Laden el muerto. En cualquier caso, la mayoría de los miembros del Equipo 6, de los SEAL de la Marina de EE.UU. que llevó a cabo el ataque contra Bin Laden murieron recientemente en un ataque contra su helicóptero en Afganistán.

Al igual que en el asesinato del Presidente Kennedy y del escándalo Irán-Contras veinte años más tarde, el 11 de septiembre quedará relegado a los libros de historia como un acontecimiento envuelto en el misterio y escaso de evidencias reales, mucha de la cual fue destruida o quedó clasificada, que impide descubrir sus verdaderos autores.
(Continuará…)

* http://en.wikipedia.org/wiki/Wayne_Madsen

domingo, 21 de agosto de 2011

cambiar el sistema

Ignacio Ramonet*

Los eurófilos más extasiados lo machacan sin cesar: si no dispusiéramos del euro, dicen, las consecuencias de la crisis serían peores para muchos países europeos. Divinizan un euro “fuerte y protector”. Es su doctrina y la defienden fanáticamente. Pero lo cierto es que tendrían que explicarles a los griegos (y a los irlandeses, a los portugueses, a los españoles, a los italianos y a tantos otros ciudadanos europeos vapuleados por los planes de ajuste) qué entienden por “consecuencias peores”... De hecho, estas consecuencias son ya tan insoportables socialmente que, en varios países de la eurozona, está subiendo, y no sin argumentos, una radical hostilidad hacia la moneda única y hacia la propia Unión Europea (UE).

No les falta razón a estos indignados. Porque el euro, moneda de 17 países y de sus 350 millones de habitantes, es una herramienta con un objetivo: la consolidación de los dogmas neoliberales (1) en los que se fundamenta la UE. Estos dogmas, que el Pacto de Estabilidad (1997) ratifica y que el Banco Central Europeo (BCE) sanciona, son esencialmente tres: estabilidad de los precios, equilibrio presupuestario y estímulo de la competencia. Ninguna preocupación social, ningún propósito de reducir el paro, ninguna voluntad de garantizar el crecimiento, y obviamente ningún empeño en defender el Estado del bienestar.

Con la vorágine actual, los ciudadanos van entendiendo que tanto el corsé de la Unión Europea, como el propio euro, han sido dos añagazas para hacerles entrar en una trampa neoliberal de la que no hay fácil salida. Se hallan ahora en manos de los mercados porque así lo han querido explícitamente los dirigentes políticos (de izquierda y derecha) que, desde hace tres decenios, edifican la Unión Europea. Ellos han organizado sistemáticamente la impotencia de los Estados con el fin de conceder cada vez más espacio y mayor margen de maniobra a mercados y especuladores.

Por eso se decidió (a insistencia de Alemania) que el BCE fuese “totalmente independiente” de los Gobiernos (2). Lo cual concretamente significa que queda fuera del perímetro de la democracia. De ese modo, ni los ciudadanos ni los Gobiernos elegidos por éstos pueden entorpecer sus opciones liberales. 

Hoy, esas características (impotencia de los políticos, independencia del BCE) son en parte responsables de la incapacidad europea para resolver el drama de la deuda griega. La otra causa es que, bajo su aparente unidad, la UE (en este caso particular la eurozona) está profundamente dividida en dos bandos casi irreconciliables: por una parte, Alemania y su área de influencia (Benelux, Austria y Finlandia); por la otra: Francia, Italia, España, Irlanda, Portugal y Grecia.

El origen de la deuda griega (como el de la de los demás países periféricos afectados por la crisis de la deuda soberana, incluida España) es conocido. Cuando Grecia fue admitida en la zona euro (3), las instituciones financieras consideraron inmediatamente que este pequeño Estado presentaba, a pesar de su evidente fragilidad y de sus escasos recursos, todas las garantías necesarias para recibir créditos masivos y baratos. Llovieron sobre Atenas ofertas de financiación a tipos de interés de ganga, en particular por parte de bancos alemanes y franceses que incitaron a los gobernantes helenos a endeudarse a bajo coste y a largo plazo para adquirir principalmente material militar (4) alemán y francés...

Cuando estalla la crisis financiera de 2008 (llamada “de las subprimes”), ésta se extiende rápidamente al sector bancario europeo. Los establecimientos financieros carecen pronto de liquidez y restringen drásticamente el crédito. Lo que amenaza con asfixiar el conjunto de la economía. Para evitarlo, los Estados ayudan masivamente a la banca. Y la salvan. Para ello se endeudan aún más comprando dinero en el mercado internacional (ya que el BCE se niega a ayudarlos). Ahí, de repente, intervienen las agencias de calificación que sancionan el excesivo endeudamiento de los Estados (¡realizado para salvar a los bancos!)... Inmediatamente los tipos de interés de los préstamos a los Estados más endeudados se disparan... Y se produce la crisis de la deuda soberana. 

En sí misma, la deuda griega es insignificante si se tiene en cuenta que el PIB de Grecia representa menos del 3% del PIB de la eurozona. El problema, técnicamente, podía haberse resuelto hace ya más de un año sin gran dificultad. Pero el gobierno conservador alemán, que enfrentaba entonces unas complicadas elecciones locales (finalmente perdidas), estimó que no sería moralmente justo que los griegos, acusados de “corrupción” y de “laxismo”, saliesen tan rápidamente del mal paso. Había que castigarlos para que no cundiese “el mal ejemplo”.

Una ayuda demasiado rápida a Atenas, declaró Angela Merkel, “tiene el efecto negativo de que otros países en dificultades podrían dejar de hacer esfuerzos” (5). Por eso, con el apoyo de sus aliados, Berlín empezó a poner pegas de todo tipo. Dejando pasar los meses.

Plazo que los mercados, excitados por el desacuerdo político europeo, aprovecharon para cebarse en Grecia. Todo se complicó entonces. Finalmente, Alemania acabó por aceptar un (incompleto) plan de ayuda con una condición: que participase en él el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Por qué? Por dos razones. Primero porque se estimaba que las instituciones europeas carecían de un verdugo lo suficientemente severo para escarmentar a los griegos. Segundo, porque la especialidad del FMI, desde hace cuarenta años, consiste en exigir siempre esfuerzos antisociales a los países endeudados. Sus recetas (aplicadas con saña en América Latina durante los años 1970 y 1980) son siempre las mismas: alza de las tasas al consumo, recortes brutales de los presupuestos públicos, estricto control de los salarios, privatizaciones masivas...(6).

El Gobierno de Papandreu tuvo que resignarse a adoptar un salvaje plan de austeridad. Pero el mal estaba hecho. El ritmo de la política europea es lento y largo, cuando el de los mercados es inmediato. Los especuladores entendieron que la Unión Europea era un gigante sin cerebro político, y el euro una “moneda fuerte” con estructura débil (no hay ejemplo en la historia, de una moneda que no esté encuadrada por una autoridad política). Atacaron a Irlanda, pasó lo mismo y volvieron a ganar. Atacaron a Portugal e ídem. Atacaron a España y a Italia, y los Gobiernos de estos países se apresuraron a autoimponerse las impopulares recetas del FMI.

Por toda Europa se extiende ahora la “doctrina de la austeridad expansiva”, que sus propagandistas presentan como un elixir económico universal cuando en realidad está causando un estrepitoso daño social. Peor aún, esas políticas de recortes agravan la crisis, asfixian a las empresas de todo tamaño al encarecer su financiación, y entierran la perspectiva de una pronta recuperación económica. Empujan a los Estados hacia la espiral de la autodestrucción, sus ingresos se reducen, el crecimiento no arranca, el paro aumenta, las (impresentables) agencias de calificación rebajan su nota de confianza, los intereses de la deuda soberana aumentan, la situación general empeora y los países vuelven a solicitar ayuda (7). Tanto Grecia, como Irlanda y Portugal –los tres únicos Estados “ayudados” hasta ahora por la Unión Europea (mediante el Fondo Europeo de Estabilización) y el FMI– han sidos precipitados, por los que Paul Krugman llama los “fanáticos del dolor” (8), a ese fatal tobogán.

Y el “Pacto del euro”, establecido en marzo pasado, tampoco resuelve nada. En realidad es una vuelta de tuerca suplementaria a la austeridad, un acuerdo “de competitividad” que prevé más recortes del gasto público, más medidas de disciplina fiscal, y penaliza principalmente –de nuevo– a los asalariados. Con amenazas de sanciones a los Estados que no cumplan el Pacto de Estabilidad (9). Propone la tutela de la deuda pública y un ritmo fijo de reducción, o sea: una limitación de la soberanía. “Los países europeos deben ser menos libres de emitir deuda”, afirma, por ejemplo, Lorenzo Bini Smaghi, miembro del directorio del BCE. Algunos eurócratas van más lejos, proponen que se le retire a un gobierno que no haya respetado el Pacto de Estabilidad, la responsabilidad de dirigir sus propias finanzas públicas...

Todo esto es absurdo y nefando. El resultado es una sociedad europea empobrecida en beneficio de la banca, de las grandes empresas y de la especulación internacional. Por ahora la legítima protesta de los ciudadanos se focaliza contra sus propios gobernantes, complacientes marionetas de los mercados. ¿Qué pasará cuando se decidan a concentrar su ira contra el verdadero responsable, o sea el sistema, es decir: la Unión Europea? 

(1) Definidos en los Tratados de Maastricht (1993), de Amsterdam (1999), de Niza (2003) y de Lisboa (2009).
(2) Entre otras limitaciones, el BCE no puede prestar dinero a los Estados, sólo a la banca privada.
(3) Merced a un balance de su situación económica falseado y maquillado por el anterior gobierno conservador con la ayuda del banco estadounidense Goldman Sachs.
(4) Grecia es el principal importador de material militar de la Unión Europea y el Estado que consagra a su defensa (por razones de rivalidad con Turquía) el mayor porcentage de su PIB.
(5) El País, Madrid, 18 de julio de 2011.
(6) Léase Philippe Askenazy, “L’austérité imposée à la Grèce, de Charybde en Scylla”, Le Monde, París, 19 de julio de 2011.
(7) Aunque ha sido recibido con alivio por la prensa neoliberal, el nuevo plan de rescate a Grecia, anunciado el pasado 21 de julio, de poco servirá. Los mercados y los fondos buitres han olido la sangre y no detendrán sus ataques mientras no se les frene con auténticos cambios estructurales.
(8) Paul Krugman, “Cuando la austeridad falla”, El País, Madrid, 24 de mayo de 2011.
(9) Que fija el límite para el déficit presupuestario en un 3% del PIB, y el de la deuda soberana en un 60% del PIB.

* http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_Ramonet