domingo, 8 de marzo de 2015

¿una tercera guerra mundial?

Boaventura de Sousa Santos*

Todo indica que se está preparando una tercera guerra mundial, si entendemos por “mundial” una guerra que tiene su principal teatro de operaciones en Europa y repercute en diferentes partes del planeta. Es una guerra provocada unilateralmente por los Estados Unidos, con la complicidad activa de Europa.

Su blanco principal es Rusia y, en forma indirecta, China. El pretexto es Ucrania. En un raro momento de consenso entre demócratas y republicanos, el Congreso estadounidense aprobó, el 4 de diciembre pasado, la Resolución 758, que autoriza al presidente a adoptar medidas más agresivas para sancionar y aislar a Rusia, a proporcionar armas y otro tipo de apoyo al gobierno de Ucrania y a fortalecer la presencia militar de EE.UU. en los países vecinos de Rusia. La escalada de provocaciones a Rusia tiene varios componentes que, en conjunto, constituyen una segunda Guerra Fría. A diferencia de la primera, en ésta Europa es un participante activo, aunque subordinado a EE.UU., y ahora se asume la posibilidad de una guerra total y, por lo tanto, nuclear. Varias agencias de seguridad ya están haciendo planes para el día después de un enfrentamiento nuclear.

La provocación occidental tiene tres componentes: sanciones para debilitar a Rusia, instalación de un gobierno satélite en Kiev y guerra de propaganda. Las sanciones son conocidas. La más insidiosa es la baja del precio del petróleo, que afecta de manera decisiva las exportaciones rusas, ya que el petróleo es una de las principales fuentes de financiación del país. El presupuesto de Rusia para 2015 fue elaborado previendo que el barril de petróleo iba a costar 100 dólares. La reducción del precio, combinada con otras sanciones y con la devaluación del rublo, agravará peligrosamente el déficit presupuestario. Además, esta reducción ocasionará graves problemas en otros países considerados hostiles (Venezuela, Irán y Ecuador). La reducción del precio del petróleo es posible gracias al pacto celebrado entre EE.UU. y Arabia Saudita, a través del cual EE.UU. protege a la familia real (odiada en la región) a cambio de que se mantenga la economía de los petrodólares (transacciones mundiales de petróleo en dólares), sin la cual el dólar colapsaría como reserva internacional y, con él, la economía de EE.UU., el país con la mayor y más obviamente impagable deuda del mundo.

El segundo componente de la provocación es el control total del gobierno de Ucrania, para transformar este país en un Estado satélite. El respetado periodista Robert Parry informa que la nueva ministra de Finanzas de Ucrania, Natalie Jaresko, es una ex funcionaria del Departamento de Estado, una ciudadana estadounidense que obtuvo la nacionalidad ucraniana días antes de asumir el cargo. Hasta ahora presidió varias empresas financiadas por el gobierno norteamericano, creadas para trabajar en Ucrania. Ahora se entiende mejor la explosión, en febrero pasado, de la secretaria de Estado norteamericana para Asuntos Europeos, Victoria Nulland: “A la mierda la Unión Europea”. Lo que quería decir era: “¡Maldición! Ucrania es nuestra. Pagamos para eso”. El tercer componente es la guerra de propaganda. Los grandes medios de comunicación y sus periodistas están siendo presionados para difundir todo lo que legitime la provocación occidental y para ocultar todo lo que la ponga en cuestión. Los mismos periodistas que, después de mantener reuniones en Washington y en las embajadas de Estados Unidos, llenaban las páginas de los diarios con la mentira de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, ahora las llenan con la mentira de la agresión de Rusia contra Ucrania.

Pido a los lectores que imaginen el escándalo mediático que estallaría si se supiera que el presidente de Siria nombró ministro a un iraní al que días antes había concedido la nacionalidad siria. O que comparen el modo en que se informó sobre las protestas en Kiev en febrero pasado y sobre las protestas en Hong Kong en las últimas semanas. O que evalúen la relevancia que se le dio a la declaración de Henry Kissinger, para quien es temerario que se esté provocando a Rusia. Otro gran periodista, John Pilger, dijo recientemente que si los periodistas hubiesen resistido la guerra de propaganda, quizá se podría haber evitado la guerra de Irak, en la que ya murieron 1.455.590 iraquíes y 4801 soldados estadounidenses. ¿Cuántos ucranianos morirán en la guerra que se está preparando? ¿Y cuántos no ucranianos?

¿Estamos en democracia cuando el 67 por ciento de los estadounidenses está en contra de la entrega de armas a Ucrania y el 98 por ciento de sus representantes votó a favor? ¿Estamos en democracia cuando los países europeos en la OTAN son conducidos, a espaldas de los ciudadanos, hacia una guerra contra Rusia en beneficio de los Estados Unidos? ¿O cuando el Parlamento europeo sigue con sus cómodas rutinas mientras están preparando al continente para ser el próximo teatro de guerra y a Ucrania, la próxima Libia?

Las razones de la locura

Para entender lo que está pasando, es necesario tener en cuenta dos hechos: la declinación de Estados Unidos como país hegemónico y el negocio altamente rentable de la guerra. La declinación del poder económico-financiero de EE.UU. es cada vez más evidente. Después del 11 de septiembre de 2001, la CIA financió el llamado Proyecto Profecía, diseñado para prever posibles nuevos ataques contra EE.UU. a partir de movimientos financieros extraños y de gran envergadura. Con diferentes formas, ese proyecto ha continuado y uno de sus participantes prevé un próximo crash del sistema financiero a partir de las siguientes señales: Rusia y China, los mayores acreedores de EE.UU., han estado vendiendo los títulos del Tesoro estadounidense y, en cambio, han estado comprando enormes cantidades de oro; extrañamente, esos títulos vienen siendo adquiridos en grandes cantidades por misteriosos inversores belgas, y muy por encima de la capacidad de este pequeño país; tanto Rusia como China están utilizando cada vez más sus monedas y no los petrodólares en las transacciones de petróleo (todos recuerdan que Saddam y Khadafi intentaron utilizar el euro y el precio que pagaron por esa osadía); finalmente, el FMI se prepara para que el dólar deje de ser, en los próximos años, la moneda de reserva y sea sustituido por una moneda global, los SDR (derechos especiales de giro, por su sigla en inglés). Para los creadores del Proyecto Profecía, todo esto indica que un ataque contra EE.UU. está cerca y que, para defenderse, los norteamericanos deben mantener los petrodólares a toda costa, asegurándose un acceso privilegiado al petróleo y al gas, deben contener a China y debilitar a Rusia, para lo que lo ideal sería provocar su desintegración, al estilo de Yugoslavia. Curiosamente, los “expertos” que ven en la venta de deuda una actitud hostil por parte de potencias agresoras son los mismos que aconsejan a los inversores estadounidenses proceder de la misma manera, es decir, deshacerse de los títulos públicos, comprar oro e invertir en bienes sin los cuales los seres humanos no pueden vivir: tierra, agua, alimentos, recursos naturales, energía.

Transformar las obvias señales de declinación en previsiones de agresión busca justificar a la guerra como medio de defensa. Hoy la guerra es altamente rentable debido a la superioridad de EE.UU. en la conducción bélica, el suministro de equipamiento y los trabajos de reconstrucción. Y la verdad es que, como escribió Howard Zinn, EE.UU. ha estado constantemente en guerra desde su fundación. Además, a diferencia de Europa, la guerra nunca se libra en suelo estadounidense, salvo, claro, que se trate de una guerra nuclear. El 14 de octubre pasado, The New York Times difundió un informe de la CIA sobre el suministro clandestino e ilegal de armas y el financiamiento bélico en los últimos 67 años en muchos países, entre ellos Cuba, Angola y Nicaragua. Noam Chomsky dijo que ese documento sólo podía tener el siguiente título: “Sí, nos declaramos como el Estado terrorista más importante del mundo. Estamos orgullosos de eso”.

Un país en declive tiende a volverse caótico y errático en su política internacional. Immanuel Wallerstein dice que los EE.UU. se transformaron en un cañón descontrolado, un poder cuyas acciones son imprevisibles, incontrolables y peligrosas para sí mismos y para los demás. La consecuencia más dramática es que esta irracionalidad repercute y se intensifica en la política de sus aliados. Al dejarse envolver en esta nueva Guerra Fría, Europa no sólo actúa contra sus propios intereses económicos, sino que pierde la relativa autonomía que había logrado construir en el plano internacional después de 1945. Europa tiene todo el interés en seguir intensificando sus relaciones comerciales con Rusia y en contarla como proveedora de petróleo y gas. Las sanciones contra Rusia pueden llegar a afectar más a Europa que a Rusia. Al alinearse con el militarismo de la OTAN, donde EE.UU. tiene total preponderancia, Europa pone su economía al servicio de la política geoestratégica norteamericana, se vuelve energéticamente más dependiente de EE.UU. y sus estados satélites, y pierde la oportunidad de ampliarse con la entrada de Turquía en la Unión Europea. Y lo más grave es que esta irracionalidad no es un mero error de evaluación sobre los intereses de los europeos. Es muy probablemente un acto de sabotaje por parte de las élites neoconservadoras europeas para volver a Europa más dependiente de EE.UU., tanto en el plano energético y económico como en el plano militar. Por eso, la profundización de la participación en la OTAN y el tratado de libre comercio entre la Unión Europea y EE.UU. (la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión) son las dos caras de la misma moneda.

Puede argumentarse que la nueva Guerra fría, tal como la anterior, no desembocará en un enfrentamiento total. Pero no olvidemos que, cuando comenzó, la Primera Guerra Mundial fue considerada una escaramuza que no duraría más que unos pocos meses. Duró cuatro años y costó entre 9 y 15 millones de muertes.





domingo, 9 de noviembre de 2014

¡que viene el ‘lobby’!

EL GRAN WYOMING*

Todos los medios de comunicación están ocupados casi exclusivamente con los casos que cada día nos proporciona la corrupción. Son, en efecto, noticiables tanto las tramas que organizan esos puntuales administradores de lo público, como le gusta reducir el tema al presidente del Gobierno, obviando que esos casos puntuales están en la cúpula, son sus estrechos colaboradores, como los métodos que utilizan los responsables de estos escándalos para solucionar esta lacra y asumir responsabilidades, métodos ligados a nuestra educación católica y que se reducen a confesar el pecado y pedir disculpas, tras lo cual se recibe la absolución de la sociedad.

Mientras estamos entretenidos en esto, ellos no se están quietos, van tres pasos por delante. 

Entre Estados Unidos y la Unión Europea se está negociando el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) que en castellano se diría Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión. Este tratado va a cambiar el sistema tal y como lo conocemos y, desde luego, va a transformar nuestras vidas en tanto restringe de forma irreversible nuestra capacidad de decisión en temas que nos afectan, y que se resumen en ¿podemos decidir en qué mundo queremos vivir? Hasta ahora nos decían que con nuestro voto podíamos influir. Si se cierra este tratado, que se hará de forma colectiva, se firmará cómo UE y los diferentes Estados no podrán introducir enmiendas, se acabó el cuento.

En primer lugar sorprende que se lleven las negociaciones a espaldas de los ciudadanos. Los documentos que se van filtrando llevan el membrete de “secreto” y los señores que están decidiendo nuestro futuro no tienen la menor intención de informarnos de las enormes ventajas que este tratado nos va a aportar. Se está hurtando el debate imprescindible en una sociedad democrática porque lo que es bueno es bueno y no estaría bien que la ignorancia del pueblo pusiera palitos en las ruedas de la máquina que manejan nuestros benefactores.

Aparte de este punto que nos lleva de nuevo al despotismo, donde el pueblo pasa a ser el objeto pasivo de las decisiones de los ilustrados, son varias las críticas que suscita este tratado, para algunos, abominable, impresentable, peligrosísimo.

Una vez firmado, las reglas que rigen en cuanto al control de los gobiernos a las grandes corporaciones serán homogéneas a ambos lados del Atlántico, es decir, que regirán las mismas normas de control o descontrol en EEUU que en la UE. Así, las grandes multinacionales que se dedican, por ejemplo, al tema de la sanidad, la educación, o cualquier otro servicio público, podrán exigir al Gobierno español que deje de proteger con los Presupuestos estos servicios porque esa decisión iría contra sus legítimos intereses lucrativos y podrían exigir indemnizaciones millonarias por competencia desleal. Es decir, el Estado deja de dar prioridad a aquellas cuestiones de organización social que priman el interés general, el bienestar de la ciudadanía, para poner en el mismo platillo la calidad de vida de sus ciudadanos y los intereses económicos de las grandes corporaciones.

Un sistema de arbitraje privado

Una cosa alucinante es que, en caso de conflicto, para evitar que la Justicia de los diferentes estados fallara a favor de su Administración correspondiente, no fuera del todo objetiva, estas cosas ya no las decidirán los tribunales nacionales ni internacionales, sino un sistema de arbitraje privado formado por estos tecnócratas apolíticos que ya conocemos. ¿Quién nombrará a estos señores árbitros? No hay que ser muy listo para deducirlo, pero la influencia de los grandes grupos de presión, eso que llaman lobbies, que tienen la pasta de todo el planeta, será importante. Resumiendo, los Estados no podrán frenar las ansias expansionistas de las grandes multinacionales aunque vayan contra los intereses de los ciudadanos o choquen frontalmente con la legislación vigente que pasará a ser de un orden inferior. El reciente caso de Coca-Cola, cerrando la fábrica más importante de Europa, ubicada en Madrid, con unos beneficios espectaculares, ante el silencio de los medios de comunicación porque dependen de los pagos que esta empresa les hace en publicidad, es un ejemplo de lo que nos espera. De momento, los tribunales están fallando a favor de los trabajadores, pero tras la firma de este tratado no podrán intervenir. 

Esa es otra, estos tratados incluyen restricciones de los derechos de los trabajadores, como no podía ser de otra manera.

Con respecto a los artículos que consumimos, ancha será la manga que los controle. Este tema con el que los ecologistas se ponen tan pesados advirtiéndonos sobre el comercio de los alimentos transgénicos, del control de la alimentación del ganado, la cosa de las hormonas y todo eso, actualmente regulado por la UE, quedará suprimido. Ya no serán los productos los que tengan que demostrar su inocuidad antes de salir al mercado, superando los mecanismos que establecen nuestros controles sanitarios, sino que deberá ser el Estado el que defina su incuestionable peligrosidad para los ciudadanos, cosa harto compleja por lo sencillo que es generar controversia con científicos a sueldo de las empresas. Recordemos que todavía quedan científicos que niegan, por ejemplo, el cambio climático.

Por cierto, un tema que entra en estas cuestiones es el de las compañías energéticas. Como sabemos, en EEUU el fracking se desenvuelve sin problemas, en la UE está por decidir qué se hace. ¿Quién ganará esta partida? ¿Prohibirá EEUU el fracking por imposición de la UE o será la UE la que ceda? A mí no me cabe duda del resultado final.

Del tema ecológico, conservación de la naturaleza, etcétera, mejor no hablar, pero habrá que hacerlo algún día. ¿Serían tan amables de contárnoslo?

¿Cuáles son las bondades del tratado? Las de siempre: creación de empleo y desarrollo de la economía. 

En cuanto a la primera cuestión, los diferentes tratados de libre comercio que ya operan en función de esta ventaja no sólo no han conseguido ese propósito sino que han destruido empleo tras su entrada en vigor y, además, ¡oh sorpresa!, el que se crea es precario, como consecuencia de la abolición de los derechos colectivos. Este tratado podría tener ventajas si se cumplieran las reglas del mercado libre, si este mercado fuera ideal, pero la historia ha demostrado que los países han marcado sus tramos de desarrollo, precisamente, cuando han tenido leyes proteccionistas que defendían a los ciudadanos del expolio y el apetito desenfrenado del mercado exterior, trabajando a favor de sus intereses y no de los de las grandes corporaciones. Véase los casos recientes de Bolivia o Ecuador.

Con respecto al desarrollo de la economía, este factor no lo discute nadie, pero los beneficios de esta economía neoliberal llegan cada vez en menor medida a los ciudadanos, la sociedad es cada vez más desigual, más asimétrica, la concentración de capital es cada vez mayor y serán las grandes multinacionales las principales beneficiarias de esta política internacional. Si no, ¿para qué lo plantearían? Llevan años negociando este tratado y ya somos lo suficientemente adultos para saber el tipo de altruismo que les mueve. Han condenado al hambre a la mayoría del planeta para satisfacer su voracidad lucrativa y expansionista.

De momento dicen que PP, PSOE, CIU y UPyD están de acuerdo en firmar este TTIP. Si no es así, que se manifiesten sin necesidad de que tengamos que recurrir a la ouija, porque será un tema muy importante a la hora de decidir a quién se vota.

Estamos a tiempo de pararlo, si es que no nos conviene, exigiendo que se nos informe sobre el contenido exacto de estas negociaciones y sus consecuencias. Pido disculpas de antemano por si en algún aspecto lo que comento no es exacto, pero me gustaría que las autoridades competentes nos contaran qué es eso de lo que hablan a puerta cerrada exigiendo que actúen en secreto a los negociadores que hemos votado y, supuestamente, nos representan, para que podamos hablar con más propiedad. De momento lo hago por boca de terceros, expertos en la materia. Para evitar desinformación e imprecisiones, pongan las cartas sobre la mesa antes de cerrarlo y, desde luego, permitan el debate ciudadano para someterlo a referéndum. Es importante, y no sólo para los que viven de la puerta giratoria. Al otro lado somos más.


jueves, 12 de junio de 2014

elecciones bajo la sombra de ucrania

Rafael Poch*


Al cierre de los colegios se constatará la inercial disciplina del rebaño europeo ante un retroceso de civilización


De las dos elecciones celebradas hoy en Europa, la importante es la de Ucrania. Las sombras de Ucrania cubren el cielo sobre toda Europa, incluida la mamarrachada electoral de Bruselas en la que se ha hecho ver que todo sigue más o menos igual que siempre.

La prédica que ha venido haciendo estos días Rasmussen, el secretario general de la OTAN, pidiendo más dinero para “defensa” (guerra) en los países del Este, debe leerse sobre los datos de la “crisis”, es decir sobre el gran propósito involucionista en marcha en Europa para alterar lo que ha sido el fundamento del consenso europeo de posguerra y llevarnos a otro modelo de mucha mayor desigualdad e injusticia social que recuerda al del siglo XIX. Un retroceso de civilización.

Lo de Ucrania, que empezó en invierno sobre el triple vector de una protesta ciudadana contra la injusticia, una lucha entre oligarcas locales y un pulso geopolítico entre Euroatlántida contra Rusia, ya está completamente dominado y determinado por el tercero de esos vectores. La dignidad del movimiento ciudadano ucraniano se ha perdido por completo por el camino.

La rebelión de un importante sector de la población –ahora del Este- está siendo aplastada militarmente. Su contenido se reduce a la “mano rusa”, ignorando el sentir de millones de rusos de Ucrania y de ucranianos no hostiles a Rusia que desconfían de Euroatlantida. Por primera vez desde la autodisolución de la URSS, esos sectores no están representados. Cuatro candidatos han sido obligados a renunciar. En la Rada, los diputados que han cuestionado lo que se califica de “operación antiterrorista”, han sido agredidos. Se pide la ilegalización del Partido Comunista, que en absoluto es “quinta columna” de Moscú en Ucrania. Todo aquello que fue condenado en el Maidan como represión es ahora legítimo, incluido los mismos oligarcas con disciplina cambiada y una cifra de muertos más elevada, ya no a manos de antidisturbios sino del ejército. En lugar de fomentar un diálogo apaciguador, se apoya la represión (con directo asesoramiento occidental) para celebrar unas elecciones (¿qué garantías tiene su recuento?) que legitimen el cambio de régimen en Kiev.

El próximo presidente ucraniano será un oligarca -la séptima fortuna del país- cuya única diferencia con su predecesor será una servidumbre a Euroatlántida (Estados Unidos, la OTAN y la troika) mucho más disciplinada que el anterior tradicional equilibro. Roto este, por el cambio de régimen forzado desde Washington, Varsovia, Berlín y Bruselas, se precipitaron la anexión rusa de Crimea, la guerra en Ucrania Oriental,y significativos cambios de la orientación de Rusia hacia China.

Si la política interior del Imperio del Caos es la Gran Desigualdad, su política exterior europea es lo que se está viendo en Ucrania: una presión que desemboca en guerra. Son dos cosas que van unidas. En ese modelo no hay apenas lugar para la democracia de baja intensidad (aquella en la que el “demos” nunca decide nada esencial) pero sí hay un gran espacio para las ideologías agresivas y para la guerra.

Muy significativo ha sido el silencio occidental sobre la masacre de adversarios del gobierno de Kíev en Odesa el pasado 2 de mayo (por lo menos 50 personas abrasadas por sus contrincantes), la detención de periodistas de medios rusos en Ucrania Oriental, uno de ellos herido de bala, la muerte de un reportero italiano y la criminalización de la opinión que contiene el hecho de que uno de los rusos sancionados por Bruselas (“del entorno de Putin”) sea un periodista. Todos estos son datos que marcan la tendencia.

Las elecciones europeas han pedido el voto para esto. También para apuntalar todo aquello de lo que no se ha hablado a lo largo de la campaña; la amnesia en materia de Snowden y NSA, que sigan negociando con nocturnidad el acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos, que dará aún más poder a las grandes compañías sobre la política, que el Banco Central Europeo y la troika sigan con sus desastrosas políticas y que el poder financiero se mantenga incólumne mientras se atraca a las clases bajas y medias, es decir a la mayoría.

Por todo eso el gran misterio de estas elecciones no es la gran abstención –signo de elemental sentido común- sino esos millones y millones de ciudadanos que siguiendo la disciplina del gran rebaño continúan votando a favor de un programa, interior y exterior, que les promete ruina y contradice sus más básicos derechos e intereses.

* http://blogs.lavanguardia.com/berlin/?p=730

jueves, 1 de mayo de 2014

GEAB Nº 84 europa arrastrada a una división del mundo entre los deudores y los acreedores: soluciones desesperadas en estados unidos no quiere hundirse solos


La actual confrontación entre Rusia y Occidente en la crisis ucraniana inevitablemente recuerda la guerra fría y los medios de comunicación son evidentemente muy proclives a eso. Pero, contrariamente a lo que ellos dejan sobreentender, no es Rusia quien busca reinstalar una cortina de hierro sino, más bien, Estados Unidos. Una cortina entre las viejas potencias y los países emergentes, el mundo de ayer y el mundo de mañana, a deudores y a acreedores. Y esto en la esperanza un poco loca de preservar la American way of life y la influencia de Estados Unidos sobre « su » campo a falta de poder imponerla en el mundo entero. En otras palabras, zozobrar con la mayor cantidad de compañeros posible para tener la impresión de no zozobrar.

Para Estados Unidos, la puesta actual es arrastrar hacia ellos todo el campo occidental para poder continuar dominando y comerciando con suficientes países. Asistimos así a una formidable operación para el cambio de opinión los líderes europeos con el fin de asegurar gobernantes dóciles y comprensivos frente al patrón estadounidense, sostenido por una guerra relámpago (blitzkrieg) para atarlos definitivamente con el TTIP y aislarlos de lo que podría ser su tabla de salvación, el BRICS, sus inmensos mercados, sus dinámicas de futuro, su lazo con los países en vías de desarrollo, etc. Analizamos todos estos aspectos en este número de GEAB, así como la sutil explotación del temor de una deflación para convencer a los europeos de adoptar los métodos estadounidenses.

Teniendo en cuenta el peligro de los métodos empleados por Estados Unidos, no hace falta decir que dejar el barco estadounidense no sería un acto de traición por parte de Europa, sino un gran paso adelante para el mundo tal como lo hemos ampliamente analizado en GEAB (1) anteriores. Desafortunadamente los líderes europeos más razonables están completamente paralizados y la mejor estrategia que serían todavía capaces de implementar actualmente, en el mejor de los casos, parece ser un simple retraso (2), por cierto útil y bienvenido pero no suficiente…

Plan del artículo completo:
1. CAEN LAS MÁSCARAS
2. RÁPIDAMENTE UN TTIP
3. UNA ABERRACIÓN ECONÓMICA
4. INFUNDIR EL MIEDO A LA DEFLACIÓN EN EUROPA, LA SEGUNDA ARMA ESTADOUNIDENSE
5. DEUDORES CONTRA ACREEDORES, EL MUNDO CORTADO EN DOS

Presentamos en este comunicado público fragmentos de los capítulos 1 y 2.

CAEN LAS MÁSCARAS
En la era de internet y los casos de tipo «-leaks », guardar un secreto se hizo difícil para los agentes secretos y para los países con las manos sucias. Además de las revelaciones de Snowden o de Wikileaks, supimos recientemente que Estados Unidos estaba detrás de una red social en Cuba que pretendía desestabilizar a su gobierno (3). También se pudo ver un vídeo, oportunamente filtrado en Youtube (4) , que mostraba a los estadounidenses maniobrando detrás del golpe de Estado en Ucrania. Tanto que parecería que ellos no son inocentes en la desestabilización actual de Erdogan en Turquía (5), país que detallaremos su situación en el próximo número del GEAB (6)... las máscaras caen... con evidencias ciertas, ahora ya nadie puede ignorar.

Pero Estados Unidos ya no está satisfecho con los países en desarrollo y las repúblicas bananeras... En Europa, también se las arreglan para, uno tras otro, cooptar a los líderes para que dócilmente sigan los intereses estadounidenses. Dejó de ser « lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos», como lo declaraba Charles Wilson (exdirector general de GM) en 1953, ahora es « lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para Europa ». Ellos que ya tenían el apoyo de Cameron, Rajoy, Barroso, Ashton Ils consiguieron el de la Polonia de Donald Tusk aunque era fuertemente reacio a principios de su mandato (7), el de Italia gracias al oportuno golpe de Estado de Renzi (8), y de Francia de Hollande/Valls gracia, en particular, a la reorganización ministerial y un primer ministro poco sospechoso de antiamericanismo. Contrariamente al principio de su mandato cuando jugó la carta de la independencia de Malí o de otros frentes, François Hollande ahora parece totalmente sometido a Estados Unidos. ¿Qué presiones sufrió? Alemania, por su parte, se resiste un poco, pero ¿por cuánto tiempo (9) ? Ahondamos esta reflexión en la sección Telescopio.

Europa es arrastrada así hacia el interés estadounidense que no es el suyo, ni en términos de política, ni de geopolítica, ni de comercio como lo veremos. Mientras que el BRICS escogió una vía opuesta y procuran librarse cueste lo que cueste de la influencia ahora profundamente nefasta de Estados Unidos, Europa es por el momento el pato de la boda. Lo demuestra por ejemplo la compra por la Bélgica de 130 millardos de bonos del tesoro estadounidense en tres meses, de octubre 2013 a enero de 2014 (último dato disponible (10)), es decir a un ritmo anual superior a su PBI (11)... no es ciertamente Bélgica misma que es responsable de esta aberración sino, por supuesto, Bruselas lo que es decir la UE como pequeño soldado estadounidense.
Políticamente Europa es ahogada por Estados Unidos que pueden saltar de alegría en ausencia de todo liderazgo. Y el medio de sellar definitivamente esta influencia estadounidense sobre Europa se llama TTIP…

RÁPIDAMENTE UN TTIP
Lo documentamos ya ampliamente: a pesar a los discursos triunfantes sobre la « reactivación » que descansa en los precios inmobiliarios que vuelven a subir y la Bolsa que a está más alta, la economía real de EE.UU. está en situación desesperante. La tasa de carencia de alimentos es mayor que en Grecia.


A la derecha, porcentaje de la población que no puede permitirse suficientemente alimento, por país (a la izquierda, evolución 2007-2012). Fuente: Bloomberg / OCDE.
Las tiendas, inclusos las baratas, cierran las puertas por falta de clientes (12). La demanda de préstamos inmobiliarios son los más bajos, lo que es de mal agüero y presagia una reversión inminente como lo anticipamos en GEAB n°81.

[...]

Pero, como ya lo dijimos, allí tampoco está lo esencial. La apuesta mayor de TTIP, es la preservación del dólar para los intercambios comerciales y la conservación de Europa en el regazo estadounidense es con el fin de evitar que se constituya un bloque Euro-BRICS capaz contrapesar a Estados Unidos.

Así la crisis ucraniana, bajo el pretexto de la agresividad rusa yla falta del suministro de gas es una buena manera, por pánico, para imponer la agenda de Estados Unidos y los lobbies a dirigentes europeos demasiado débiles para actuar. Lo que no estuvo previsto, es que el interés de estas lobbies no va forzosamente en el sentido que se cree...

[...]

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Notas :

1 Así como la China, en particular, le ordena que hacer vía sus acuerdos de swap por ejemplo..

2 Esperando las elecciones europeas, particularmente.

3 Fuente : The Guardian, 03/04/2014.

4 Fuente : Reuters, 06/02/2014.

5 En respuesta al uso por Estados Unidos de las redes sociales en Cuba como mencionamos anteriormente, no asombra que Erdogan haya decidido cortar a Twitter en Turquía. Por otra parte, el turco Fethullah Gülen, el instigador del movimiento Gülen que se opone al gobierno Erdogan, reside en los Estados Unidos. Fuentes : Aljazeera (13/03/2014), Wikipédia.

6 Pequeño paréntesis: nuestro equipo no puede evitar creer que si de Gaulle, tan admirado en Francia, gobernara hoy, también sería considerado como un autócrata al que hay que destituir, a semejanza de Erdogan o Putin... Dirigir eficazmente en interés de su país ahora parece ser considerado como incompatible con la democracia bajo su forma actual, se debe de ser débil …

7 Fuente : Wikipédia. Donald Tusk ahora es un ferviente impulsor del gas de esquisto en Polonia y se levanta contra Rusia. Fuentes : Wall Street Journal (11/03/2014), DnaIndia (05/04/2014).

8 Leer también RT, 01/04/2014.

9 Fuente : EUObserver, 10/04/2014.

10 Fuente : US Treasury.

11 Con sólo el excedente comercial de cerca del 1% del PIB es difícil explicar esta capacidad de compra …

12 Ver por ejemplo ABCNews, 10/04/2014.

Jeudi 17 Avril 2014




viernes, 7 de marzo de 2014

el referéndum de crimea profundiza la tensión este-oeste

Rafael Poch*

En su lectura más profunda, la crisis es consecuencia del pisoteo de la “Carta para una nueva Europa” firmada en París en noviembre de 1990.

La peor crisis Este/Oeste desde el fin de la guerra fría se enreda por momentos. El Imperio del Oeste ha promocionado un golpe de Estado en Kíev. El Imperio del Este ha contestado ocupando militarmente Crimea. Ambos juegan con el sentir popular y lo usan en su propio provecho. En Kíev para colocar un gobierno que dé pasos rápidos hacia la disciplina europea y la integración en la OTAN, aunque no sea muy representativo. En Simferópol, la capital de Crimea, para justificar una invasión, aunque se trate de tierra rusa. Ayer nuevos pasos acelerados en ambas direcciones: el parlamento de Crimea celebrará en diez días un referéndum para salir de Ucrania y unirse a Rusia. Occidente baraja todo tipo de sanciones y mueve tropas y armadas en el Báltico, Polonia, Egeo y Mar Negro. En broma, en broma, se avanza hacia una versión cutre de la crisis de los misiles de 1962. Ahora la isla se llama Crimea.

La decisión del parlamento local se tomó por 78 votos contra cero y 8 abstenciones. El referéndum, inicialmente previsto para el 30 de marzo y con una pregunta para incrementar la autonomía, se adelanta para el 16 con una pregunta sobre si se desea la unión con Rusia. Aunque Putin dijo de forma categórica el martes que “Rusia no considera” una anexión de Crimea, hacerlo será mucho más fácil de lo que fue desgajar Kosovo de Serbia. Las violaciones de la “integridad territorial” son últimamente algo bastante corriente. Lo único que cambia es la coreografía.

Sergei, un marinero de Odesa, me explica donde queda el sentir popular de los ucranianos en medio de este insensato tira y afloja que obliga a la Madre Rusia, a la que se quiere arrinconar en la línea del Dnieper, a empuñar el fusil. Sergei, unos 45 años, es marinero en tierra y vende souvenirs junto al monumento al Duque de Richelieu, gobernador de esta ciudad a principios del XIX. Por un lado detesta al nuevo gobierno de Kíev que ha sustituido al del Presidente (legítimo y huído) Viktor Yanukovich, al que califica de “podrido”. Por el otro lado, no le gusta la machada militar rusa en Crimea. Después de más de veinte años Ucrania es un país independiente y no se puede atropellar su soberanía.

“Eso no va a gustar ni siquiera en amplios sectores de la Ucrania del Este y del Sur”, dice, refiriéndose a la parte del país más favorable a Rusia. No tiene muchas dudas acerca de que el movimiento Maidán fue una magnífica manipulación del general sentir popular contra la podredumbre. Cree que los francotiradores fueron la guinda que decidió el cambio de régimen. ¿Por cuenta de quién?; “evidentemente, de los que han salido ganando con ello”. Lo de Crimea es un esperpento: las tropas que hay allá son, evidentemente, rusas por más que Moscú niegue la evidencia y hable de espontáneos “grupos de autodefensa”.

Esta opinión, informada pese al enorme sectarismo de los canales de televisión -los rusos al servicio del Kremlin, los ucranianos en manos de magnates en sintonía con Euroatlantida- sutil y matizada en sus acentos, es precisamente la mayoritaria en el país, de acuerdo con las encuestas disponibles: no al ingreso en la OTAN (por eso sus partidarios no quieren oír ni hablar de un referéndum ucraniano sobre ese tema), sí a la independencia y soberanía nacional de Ucrania y sí también a unas relaciones fluidas, estrechas y fraternales con Rusia (no confundir con la persona o el régimen de Putin), sin que ello quiera decir que nos dejamos invadir por amor. Si esto es así, ¿cómo se ha llegado al actual desbarajuste? Se trata del esquema general de la seguridad europea.

En noviembre de 1990 los países de la CSCE (hoy OSCE), es decir la URSS y Euroatlántida, firmaron en el Palacio del Elíseo, la “Carta de París para una nueva Europa”. Aquel documento contenía el diseño de una seguridad continental integrada, es decir el fin de la guerra fría. Su preámbulo proclamaba que, “la era de la confrontación y división de Europa ha concluido”. En el apartado, “relaciones amistosas entre estados participantes” se afirmaba: “La seguridad es indivisible. La seguridad de cada uno de los estados participantes está inseparablemente vinculada con la seguridad de los demás”. En el apartado “Seguridad”, se anunciaba, “un nuevo concepto de la seguridad europea” que dará una “nueva calidad” a las relaciones entre los estados europeos. “La situación en Europa”, se prometía, “abre nuevas posibilidades para la acción común en el terreno de la seguridad militar. Desarrollaremos los importantes logros alcanzados con el acuerdo CFE (desarme convencional en Europa) y en las conversaciones sobre medidas para fortalecer la confianza y la seguridad”. Se ponía incluso fecha a los compromisos; “iniciar, no más tarde de 1992, nuevas conversaciones de desarme y fortalecimiento de la confianza y la seguridad”. En lugar de eso se abrió paso una seguridad a costa de la seguridad del otro. Hubo ampliación, globalización y avance de la OTAN, allí donde Moscú se había retirado. El ingreso en el bloque militar contra Rusia se ofreció como antesala del ingreso en la Unión Europea. Muchos ex satélites y ex víctimas de Moscú corrieron entusiasmados hacia ese alivio. Adoptando el capitalismo, Rusia no ofrecía el rostro más benigno. Pero ese país y sus intereses existen. Su diplomacia reclama desde 1992 el esquema de la Conferencia de París y en lugar de ello le ofrecen escudos antimisiles “contra Irán” en Rumania y Polonia, y cuando se queja le acusan de “imperial”. Ahora le enfrentan a algo equiparable a si Estados Unidos tuviera que convivir con un Canadá miembro de un bloque militar hostil.

Para realizar esta genialidad se ha colocado en Kíev el primer gobierno con ministros ultraderechistas y antisemitas (el partido Svoboda tiene seis carteras y mucho de eso) desde 1945. Occidente tiene suerte de que el régimen político de Rusia carezca de todo atractivo social y popular, y se asiente exclusivamente sobre el nacionalismo. De lo contrario, el barrido eslavo oriental sería imparable. Mientras tanto, maniobras en el Báltico y en Polonia, un portaviones con acompañamiento de armada en el Egeo, sanciones a la vista y pronto tensión en el Mar Negro. FIN



Kíev califica de “farsa” la consulta

Crimea no puede decidir por sí sola su salida de Ucrania, dijo ayer el presidente de la Rada de Kiev, Aleksandr Turchinov, formal “jefe de Estado interino” del nuevo régimen. “Según el artículo 73 de la Constitución, solo un referéndum de toda Ucrania puede examinar la cuestión de las fronteras y los cambios territoriales”, dijo Turchinov en un breve mensaje televisado.”Esta decisión es ilegítima, es una farsa”, concluyó. Crimea ha desconectado canales de televisión ucranianos. Ucrania desconectó anteayer canales rusos. Ambas partes practican una intensa guerra propagandística, omitiendo los informes que no les convienen. El ambiente en las ciudades ucranianas es tranquilo. Las manifestaciones de los últimos días apenas congregan a centenares de personas. El rechazo y la indisposición hacia la violencia es absolutamente mayoritario. La llamada a la movilización de reservistas lanzada por Kíev ha sido completamente ignorada.


lunes, 6 de enero de 2014

2008-2013: cinco años de desplome de la sociedad occidental y lo que no aprendimos de la crisis financiera global de 2008

Randall Wray*

Hoy hablaré de las lecciones que deberíamos haber aprendido de la Crisis Financiera Global (CFG) y no aprendimos. Y así estamos, con cinco años de desplome de la sociedad occidental a la espalda.

Y sí, han leído ustedes bien. La crisis financiera quedó atrás. Hablaré de eso en los próximos días. Pero antes de hablar del futuro, comencemos pasando una breve revista al pasado reciente.

Para Washington y Wall Street (¿hay alguna diferencia?), la CFG no es más que un recuerdo remoto. Las decenas de billones de dólares (sin la menor exageración) comprometidos por el Tío Sam para rescatar a los bánksters constituyeron, se nos asegura, un gran éxito. La participación de Wall Street en el conjunto de los beneficios empresariales vuelve a ser superior al 40%. A los ricos les va de perillas, gracias. Nuestra clase en la elite anda rebosante de remuneraciones, beneficios, opciones de acciones y primas. De acuerdo con un nuevo estudio firmado por Andrew Sum, Ishwar Khatiwada, Joseph McLaughlin y Sheila Palma (de la Northeastern University), desde que empezó la “recuperación” en el segundo trimestre de 2009 los beneficios empresariales se llevaron el 88% del crecimiento del ingreso nacional. ¿Y los trabajadores? Bueno, consiguieron captar apenas un 1% de ese crecimiento, y aun así, sólo a cuenta del gasto asistencial (¡gracias al aumento de los costes de la sanidad!): los salarios y las remuneraciones reales cayeron por vez primera en una “recuperación”, algo sin precedentes históricos. Huelga decir que se trata también de una recuperación con desempleo: tampoco esa incapacidad para la creación de puestos de trabajo tiene ejemplo histórico.

Pero todo esto son cosas fáciles de pasar por alto para Wall Street, porque las mayores entidades financieras salieron del mal trago sin apenas un rasguño y han vuelto ya a las mismas prácticas –con idénticas recompensas— que causaron la CFG. Por las buenas o por las malas, Wall Street ha conseguido esquivar también la re-regulación, pues la fláccida Ley Dodd-Frank evitó cualquier reforma fundamental. En cualquier caso, los republicanos han dejado claro que no tolerarán más financiación para las agencias públicas regulatorias, de modo que incluso las débiles reglas previstas en la Ley no entrarán nunca en vigor. Y hasta ahora –¡y bien que cruzan los dedos!— , ninguno de los maleantes de Wall Street ha sido procesado penalmente por delitos mayores. Ha habido, es verdad, algunos pleitos civiles, y se ha sacrificado a alguna que otra pieza criminal, como Bernie Maddoff, pero todos los grandes bánksters andan, no sólo libres, sino dirigiendo todavía sus organizaciones criminales (llamadas eufemísticamente “bancos escriturados” con patente pública), asesorando a la Casa Blanca y reuniendo financiación para la próxima campaña presidencial.

Es decir, que la reforma financiera está más muerta que Elvis. Nada podrá hacerse hasta el próximo desplome causado por Wall Street. Lo que pasa es que yo soy un optimista empedernido –el desplome no tardará en llegar—, de modo que es hora de inventariar las lecciones que deberíamos haber aprendido de la CFG, a fin de preparar las reformas que deberían haberse adoptado.

1.- La Crisis Financiera Global no fue una “crisis de liquidez”

No lo fue. En una congreso reciente, uno de los funcionarios que participaron en el rescate me dijo que la crisis significó ni más ni menos que un “incumplimiento de pagos global”. La cuenta corriente del mundo entero se quedó corta por unos cuantos dolarcitos. El Tío Sam proporcionó la autorización de descubiertos y resolvió el problema. Bien está, si bien acaba (el funcionario del Tesoro usó esas mismas palabras). Como habría dicho mi abuelito, “pura tontería”. Lo que de verdad ocurrió es que las tasas de morosidad de los préstamos hipotecarios arriesgados se dispararon drásticamente mientras se desplomaban los precios inmobiliarios. Los megabancos echaron un vistazo a sus balances y se percataron, no sólo de que eran tenedores de productos hipotecarios basura, sino también de montañas de pasivos de otras megaentidades financieras. De repente se dieron cuenta de que todos los demás tenían probablemente balances tan malos como los suyos, de modo que se negaron a prorrogar esos pasivos a corto plazo. Y puesto que los Leviatanes andaban supremamente interconectados, cuando dejaron de prestarse dinero unos a otros, colapsó toda la pirámide del esquema Ponzi.

Llamar a eso una crisis de liquidez es necio. Fue insolvencia masiva a una escala bíblica lo que llevó al “pánico de liquidez” (en realidad, una negativa a refinanciar a los compañeros de fechorías: las empresas criminales siempre se basan en la confianza, ya saben). Los bancos no tenían buenos activos, sólo derivados basura de bienes raíces más empréstitos de unos a otros, todos ellos carentes de otro respaldo que el de la niebla del engaño. Bastó con que uno de los banqueros de ese casino mencionara el farol. Todos los banqueros buscaban a un mamón todavía más incauto, a fin de refinanciar la basura. Los únicos que quedaban a mano se sentaban (por así decirlo) en Washington. Y por eso se necesitaron decenas de billones de préstamo, gastos y garantías de la basura por parte de un Tío Sam, que actuó como mamón de último recurso para frenar la carnicería. (Como sabe cualquier jugador, si no has averiguado quién es el mamón de la mesa tras 5 minutos de juego, ¡el mamón eres tú!)

Todos los grandes bancos siguen siendo insolventes. Lo único que les mantiene abiertos es el respaldo suministrado por Tim Geithner y Ben Bernanke, así como la política de “extender y pretender” [1] adoptada por los reguladores. Como sabemos desde la crisis de las entidades de ahorro y préstamo en los EEUU de los 80, dejar abiertas instituciones insolventes no hace sino aumentar el tamaño del boquete, sobre todo cuando dejas a los gángsteres defraudadores en sus cargos, de modo que puedan llevar a cabo lo que mi colega Bill Black llama un “fraude de control”: el saqueo de la institución, a fin de pagar sus ciclópeas primas a los ejecutivos en la cúspide. ¿Les suena familiar? Como dice nuestro filósofo Yogi, es déjà vu una y otra vez. Pero lo vu esta vez es incomparablemente más grande que el déjà.



2.- Deberíamos haber aprendido que las garantías importan

Es decir, el proceso de determinar la fiabilidad crediticia del prestatario y la puesta por obra de incentivos que aseguren que los pagos se irán haciendo debidamente a su vencimiento. Todas las grandes instituciones implicadas en la financiación inmobiliaria eliminaron ese proceso en la última década. La hipótesis de los “mercados eficientes” decía que no lo necesitas realmente, porque los mercados descubrirán por sí mismos los precios adecuados de los préstamos titulizados; y el préstamo es mucho más fácil y barato, si no tienes que preocuparte de averiguar la capacidad financiera del prestatario. De ahí los Préstamos del Mentiroso y los Préstamos “NINJA” [ni ingresos, ni trabajo, ni activos, por sus siglas en inglés; T.]

Si se mira de cerca las últimas crisis financieras, se ve que la causa más común es el deterioro de los criterios de garantías. La disciplina de mercado no funciona, porque cuando alguna clase de activos se dispara al alza, los prestamistas esperarán que los precios de esos activos sigan subiendo. Los prestamistas prestarán más –en relación con el valor, con el ingreso actual y con el flujo presente de caja—, porque la revalorización de los precios de los activos hará buenos los préstamos. Si las cosas no van bien, los préstamos peden ser refinanciados, o puede disponerse del colateral vendiéndolo. Todo va a pedir de boca, hasta que alguien se pregunta por el Nuevo Vestido del Emperador. El descubrimiento de que el activo anda tan desnudo como el trasero del Emperador causa la reversión de la tendencia y, a continuación, el desplome de los precios, de modo que los prestatarios quedan en quiebra técnica y los prestamistas, en situación de insolvencia.

Ya me doy cuenta de que, conforme a las apariencias, diríase ahora que los bancos se han contraído, ponen en práctica criterios más severos y restringen el crédito a todo el mundo, salvo los más solventes. ¿Aprendieron la lección? Eso siempre pasa luego. Pero el asunto es que no ha habido reformas regulatorias y supervisoras significativas instituidas para lidiar con el próximo auge eufórico. Por eso se puede predecir que los criterios de garantías volverán a bajar la guardia –muy gradualmente al comienzo, para desplomarse después— entre los prestamistas resueltos a adoptar los criterios “ganadores” más laxos. La disciplina de mercado es siempre perversa: no hay préstamos cuando más se necesitan y no se exigen garantías cuando más se necesitan.



3.- Las entidades financieras no reguladas ni supervisadas públicamente evolucionan de manera natural hacia el fraude de control

Como dijo Willy Sutton respondiendo a la pregunta de por qué robaba bancos, “allí está el dinero”. Claro que lo suyo era a pequeña escala. De acuerdo con Bill Black, la mejor manera de robar un banco es poseerlo. Bueno, mejor aún dirigirlo: pregúntenle, si no, a Bob Rubin, o a Hank Paulson, o a Jamie Dimon, o Lloyd Blankfein, el que “hacía el trabajo de Dios”. La pistola alquilada del directivo puede desplumar al banco mucho más eficazmente que cualquiera de sus propietarios: la suma con la que puede llegar a hacerse un solo alto ejecutivo puede dejar pequeñas las cifras totales sumadas de todos los ladrones de bancos de la historia norteamericana reciente.

Y sin embargo, no queremos reconocer que hay fraude por doquiera que miramos. Sabemos que los bancos cometieron fraude crediticio a una escala sin precedentes históricos (la mejor estimación es que el 80% de todo el fraude hipotecario fue cometido por los prestamistas); sabemos que siguen cometiendo fraude en los desahucios (y que su creación, los MERS [Sistema de Registro Electrónico Hipotecario, por sus siglas en inglés; T.], ha dañado irreversiblemente los registros nacionales de la propiedad, al punto que se tardará una década en salir del lío); y sabemos que engañaron a los inversores para que compraran títulos tóxicos de desperdicio (sirviéndose de señuelos: substituyendo las peores hipotecas en los paquetes de títulos) para luego apostar ellos mismos contra los títulos fraudulentamente vendidos en los mercados de permuta de impagos credititos (CDS). Siempre que un investigador ha tenido el coraje de perseguir hasta el final a uno de esos bancos ha pasado lo mismo: se ha descubierto fraude y se ha llegado a un arreglo.

El fraude se convirtió en la práctica habitual en los negocios. Yo he comparado la cadena trófica financiera con la cebolla de Shrek: todas y cada una de las capas eran fraudulentas, desde los agentes inmobiliarios hasta los directivos empresariales y los notarios que estampaban su firma en el fraude, pasando por los tasadores e intermediarios hipotecarios que sobrestimaban el precio de la propiedad e inducían a los prestatarios a suscribir créditos que no podían permitirse, pasando por los bancos de inversión y sus entidades filiales que titulizaban las hipotecas y pasando, finalmente, por los administradores hipotecarios y los jueces que permiten a los bancos robar viviendas. Decir que se trata del mayor escándalo de la historia humana es quedarse corto.



4.—Lo peor es el enmascaramiento

Deberíamos saber desde los tiempos del Watergate que lo que realmente escuece es el enmascaramiento. Si pensáis en la cadena trófica de los bienes raíces, todo comienza con algún pobre diablo que hace de intermediario hipotecario desde una oficina improvisada en el garaje de su casa. Se le dice que si puede superarse e inducir a los prestatarios a pedir créditos más caros que lo que pueden permitirse, verá incrementadas sus recompensas. Los bancos de crédito crearon unos productos orwellianamente llamados “productos de asequibilidad” –a los que los enterados llamaban bombas de neutrones hipotecarias (diseñadas para estallar, matar al prestatario y dejar en pie la vivienda)— e instruyeron a los intermediarios para venderlos e ignorar los documentos habitualmente exigibles a la hora de realizar un préstamo (nóminas, estado de las cuentas corrientes, etc). ¿Por qué? Como dejó dicho Ollie North, “plausibilidad de la denegación”. ¡Caramba! ¡No sabíamos que a este tío en el paro podía resultarle asequible una casa de medio millón de dólares en Brookside Acres gracias a un explosivo préstamo hipotecario a tipos variables por el 120% del valor de la propiedad! ¡Este prestatario nos defraudó! (añádanse los oportunos mohines para redondear el efecto).

Una vez has realizado el Préstamo del Mentiroso, todos los pasos siguientes en la cadena de la financiación de la vivienda tienen que quedar salpicados. Y eso significa que toda transacción, toda valoración y toda firma que aparezca a lo largo del camino, hasta llegar a la estampada por el directivo del banco de inversión de turno es parte del enmascaramiento. Por no hablar del Presidente de la Fed de Nueva York –¿qué se habrá hecho de él?—, que tenía acceso a la contabilidad falseada de los bancos. ¿Y se acuerdan ustedes de aquellos “tests de stress” que pasaron todos los bancos, cuyos balances fueron por eso mismo certificados como excelentes por las autoridades públicas? ¿Quién fue el que firmó todo eso?

No es necesario acusar a nadie de conspiración. Basta apelar al interés propio individual (conocido también como “cubrirse el trasero”). Las únicas cuestiones que tenían que plantearse todos los que operaban en esa cadena eran éstas: ¿cómo puedo ganar unos dolarcetes? ¿Cómo puedo salir de este esquema Ponzi antes de que colapse? ¿Cómo puedo librarme de la cárcel? Bueno, ganaron sus dolarcetes, la mayoría no logró salir antes del colapso, pero el Tío Sam les cubrió las espaldas, y ahora están esperando a la prescripción legal de los delitos, mientras los altos mandos de la nación miran para otro lado. Y el tiempo corre…

Pero no hemos aprendido ninguna de estas lecciones. No hemos hecho las reformas. Dejamos que continuara el esquema Ponzi, dirigido, encima, por los mismos malhechores. Dejamos que contribuyeran con unos (estimados) 1000 millones de dólares a la campaña de reelección del presidente Obama. Y esperamos que la historia no se repita. ¿No es eso la definición clínica misma de la locura?

NOTAS: [1] ‘Extender y pretender’ es la consigna favorita de los banqueros cuando buscan esconder el hecho de que algunos grandes préstamos concedidos a alguna gran empresa o a algún Estado es convertido en “no-operativo”. En vez de admitir que han perdido sus fondos, conceden un segundo y aun un tercer o un cuarto préstamo a la parte efectivamente quebrada. Así, “extienden” los préstamos y “pretenden” que el servicio de los mismos está funcionando y al día.

* Randall Wray es uno de los analistas económicos más respetados de Estados Unidos. Escribe regularmente en New Economic Perspectives y en Economonitor.com. Profesor de economía en la University of Missouri-Kansas City e investigador en el “Center for Full Employment and Price Stability”. Ha sido presidente de la Association for Institutionalist Thought (AFIT) y ha formado parte del comité de dirección de la Association for Evolutionary Economics (AFEE). Randall Wray ha trabajado durante mucho tiempo en el análisis de problemas de política monetaria, macroeconomía y políticas de pleno empleo. Es autor de Understanding Modern Money: The Key to Full Employment and Price Stability (Elgar, 1998) y Money and Credit in Capitalist Economies (Elgar 1990).

sábado, 7 de septiembre de 2013

llamada por la paz en siria

Hans von Sponeck*

Los tambores de guerra vuelven a resonar una vez más en el Medio Oriente, esta vez con la posibilidad de un ataque inminente contra Siria después del supuesto uso de armas químicas por parte de su gobierno. Precisamente en momentos de crisis como estos es cuando los argumentos en favor de la paz son más claros y obvios.

En primer lugar, no tenemos pruebas reales de que el gobierno sirio haya utilizado armas químicas. E incluso si los gobiernos occidentales hubiesen proporcionado pruebas, estaría justificado que permaneciéramos escépticos recordando los muchos incidentes falsos o fabricados utilizados para justificar las guerras anteriores: el incidente del Golfo de Tonkín y la guerra de Vietnam, la masacre de las incubadoras de Kuwait y la primera guerra del Golfo, la masacre de Racak y la guerra de Kosovo, las armas iraquíes de destrucción masiva y la segunda guerra del Golfo, las amenazas de masacre en Bengazi y la guerra contra Libia.

Vale la pena recordar que varias de las pruebas que supuestamente indican que el gobierno sirio utilizó armas químicas son proporcionadas a Estados Unidos por los servicios de inteligencia de Israel , que no son precisamente una fuente neutral.

Pero aún si en esta ocasión las pruebas fuesen auténticas, eso no legitimaría una acción unilateral. Toda acción militar exige la autorización del Consejo de Seguridad. Quienes se quejan de la «inacción» de dicho Consejo deberían recordar que la oposición de China y Rusia a una intervención en Siria está en parte motivada por el abuso que hicieron las potencias occidentales de las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre Libia, que acabaron realizando un «cambio de régimen» en ese país. Lo que Occidente denomina como la «comunidad internacional», dispuesta a atacar Siria, se reduce a 2 países (Estados Unidos y Francia) de los casi 200 que existen en el mundo. No es posible que se respete el derecho internacional sin un mínimo de respeto por lo que hay de decente en las opiniones del resto del mundo.

Aunque se autorizara una acción militar y se llevara a cabo, ¿de qué serviría eso? Nadie puede controlar realmente arsenales de armas químicas sin tropas terrestres, opción que nadie considera realista después de los desastres registrados en Irak y Afganistán. Occidente no cuenta realmente con un aliado fiable en Siria. Los yihadistas que luchan contra el gobierno [sirio] no sienten por Occidente más amor que los que asesinaron al embajador de Estados Unidos en Libia. Una cosa es aceptar el dinero y las armas provenientes de un país y otra muy diferente es ser su verdadero aliado.

Los gobiernos sirio, iraní y ruso han hecho propuestas de negociación que Occidente ha tratado con desprecio. Quienes dicen que «no podemos hablar o negociar con Assad» olvidan que se dijo lo mismo del Frente de Liberación Nacional de Argelia, de Ho Chi Minh, de Mao Zedong, de la Unión Soviética, de la OLP, del IRA, de la ETA, de Mandela y del African National Congres sudafricano, y también de muchas guerrillas de Latinoamérica. La cuestión no es saber si se habla o no con la otra parte, sino después de cuántas muertes innecesarias se acepta hacerlo.

Han quedado atrás los tiempos en que Estados Unidos y los pocos aliados que le quedan actuaban como gendarmes del mundo. Este mundo está haciéndose más multipolar y los pueblos del mundo quieren más soberanía, no menos.

La mayor transformación social del siglo XX fue la descolonización y Occidente tendría que adaptarse al hecho que no tiene ni el derecho ni la competencia ni los medios de gobernar el mundo.

No existe un lugar donde la estrategia de las guerras interminables haya fracasado más miserablemente que en el Medio Oriente. A largo plazo, el derrocamiento de Mossadegh en Irán, la aventura del Canal de Suez, las muchas guerras israelíes, las dos guerras del Golfo, las amenazas constantes y las sanciones asesinas contra Irak, y ahora contra Irán, la intervención en Libia no han conseguido más que agravar el derramamiento de sangre, el odio y el caos. Sin un cambio radical de política, Siria sólo podrá convertirse en un nuevo fracaso de Occidente.

El verdadero coraje no consiste en lanzar misiles crucero simplemente para hacer gala de un poderío militar que se ha vuelto cada vez más ineficaz. El verdadero coraje reside en romper radicalmente con esa lógica mortífera y, en vez de ello, en obligar a Israel a negociar de buena fe con los palestinos, en convocar la conferencia Ginebra 2 sobre Siria y en conversar con los iraníes sobre su programa nuclear, teniendo en cuenta honestamente los legítimos intereses de Irán en materia de seguridad y de economía.

La reciente votación del Parlamento británico en contra de la guerra, así como las reacciones en los medios sociales, reflejan un cambio generalizado de la opinión pública. Nosotros, los occidentales estamos cansados de guerras y estamos dispuestos a sumarnos a la verdadera comunidad internacional exigiendo un mundo basado en la Carta de las Naciones Unidas, la desmilitarización, el respeto de la soberanía nacional y la igualdad de todas las naciones.

También en Occidente los pueblos quieren ejercer su derecho a la autodeterminación: si hay que emprender guerras, debe hacerse después de un debate abierto y teniendo en cuenta preocupaciones que afecten directamente nuestra seguridad nacional, no basándonos en una mal definida noción de «derecho de injerencia» que puede ser fácilmente manipulada y que nos expone a todos a todo tipo de abusos.

Queda de nuestra parte el obligar a nuestros hombres y mujeres dedicados a la política a respetar ese derecho.

Por la paz y en contra de la intervención.

domingo, 4 de agosto de 2013

el espía universal

Alberto Piris*

El escándalo provocado en EE.UU. por la difusión de noticias sobre el espionaje que la Agencia Nacional de Seguridad (National Security Agency, NSA) ejerce sistemáticamente sobre la vida privada de los ciudadanos, ha centrado la atención de los medios de comunicación sobre los entresijos de ese organismo, poco conocido pero mucho más desarrollado y omnipresente que la superfamosa CIA. Veamos algunos detalles recientemente publicados en EE.UU.


Pendiente de finalizar la construcción de las nuevas instalaciones que la albergarán en el futuro, Fort Meade, en Maryland (EE.UU.), donde ahora está instalada la NSA, podría llamarse muy bien la capital mundial de los ordenadores. Ya un antiguo director de la NSA, en la segunda mitad de los años 60, declaró que tenía a su cargo un espacio de dos hectáreas y media, repleto de equipos informáticos. Naturalmente, ese espacio se ha multiplicado muy aceleradamente desde entonces. Y como hoy no resulta suficiente para la compleja exploración de todas las posibles fuentes de información aprovechables para los fines de la agencia, se está construyendo en un remoto rincón de Utah lo que será la futura sede, un edificio más grande que el Capitolio de Washington, y que consumirá más energía eléctrica que toda la ciudad de Salt Lake City, la capital del Estado.


Algunos la han comparado con la “Biblioteca de Babel”, la creación literaria de José Luis Borges donde se almacenaba todo el posible saber impreso del mundo, pero no se entendía ninguna palabra porque los libros eran el resultado de la combinación azarosa de letras y símbolos. Debía contener a la vez todos los libros existentes y todos los libros posibles.


La realidad es quizá más abrumadora que la ficción del escritor bonaerense: ese futuro centro de datos digitales podrá examinar todos los correos, mensajes y foros sociales existentes en la actualidad en todo el mundo. Su capacidad asusta: equivale a 1,25 millones de discos duros de 4 terabitios, instalados en 5000 servidores que almacenarán billones de billones de ceros y unos, conteniendo los datos de cada individuo. Algunos analistas han calculado que su capacidad alcanza ya los 5 zetabitios, astronómica cifra (5 por 10 elevado a 21) que equivale a lo que podrían almacenar 62.000 millones de modernos teléfonos inteligentes conectados a la vez. Pero los expertos ya anticipan que para 2015 habrá alcanzado un nivel de varios yotabitios (10 elevado a 24). No existe todavía nombre para el siguiente orden de unidades, pero de seguir la NSA por ese camino pronto habrá que inventarlo.


¿Cuál es la materia prima con la que aquí se trabaja? Llamadas telefónicas, correos electrónicos, transferencias de datos, emisiones de radio, páginas web o foros visitados en la red, tiques de aparcamiento, facturas de compras, etc., así como todo el “menudeo” electrónico producto de la vida diaria de las personas, como cuando se firma una compra en un supermercado pagando con tarjeta. O al bajar un video de Youtube y observarlo durante algún tiempo.


Esa información, que equivaldría a un numero de páginas impresas superior a todo lo que se ha imprimido en el mundo hasta el presente, serviría a la NSA para determinar qué personas pueden ser hoy, o convertirse mañana, en terroristas. La información bruta, incluso la constituida por cadenas digitales interrumpidas o textos cifrados, una vez almacenada se estudia en superordenadores que utilizan complejos programas algorítmicos, en continuo perfeccionamiento, para detectar conductas sospechosas.


Sorprende leer algunas conclusiones publicadas en EE.UU. Según ciertos comentaristas, el principal problema que hoy afronta la NSA no es que se esté ahogando en un mar de datos, a menudo indescifrables e ininteligibles y en su mayoría inútiles. Esto se resolverá con nuevas tecnologías y programas muy refinados que aliviarán la inevitable “turbulencia” que dificulta obtener resultados útiles. El principal problema no es ese, sino la enorme cantidad de energía eléctrica que consumen las nuevas instalaciones, aunque se las traslade a lugares alejados (como Utah y Texas). Será necesario construir nuevas centrales eléctricas cada vez más potentes, lo que aumenta los problemas financieros que debe resolver el Congreso. Es un curioso problema de “poder político y energía eléctrica” (juego de palabras solo válido en inglés, pues power se aplica a ambos conceptos): cuanto más potencia eléctrica consuma la NSA, más y más datos obtendrá de sus fuentes privadas -en grave menoscabo de la privacidad de los ciudadanos- y más exhaustivos y completos serán los informes que envíe a las autoridades, con lo que, en definitiva, aumentará su poder político entre las instituciones del Estado.


Obama debería reflexionar un poco más sobre el dilema entre seguridad y libertad personal. Un pueblo obsesionado por alcanzar la seguridad absoluta es un pueblo condenado a la esclavitud mental, a la sumisión irracional; es un pueblo que concede a sus gobernantes libertad, también absoluta, para vigilarlo y someterlo. Alguien dijo que valía más morir de pie que vivir de rodillas. Vivir permanentemente vigilado y controlado es como vivir arrodillado.


domingo, 2 de junio de 2013

las ilusiones fatales de quienes propugnan ahora una salida de la eurozona

Michael R. Krätke*

Uno de cada dos alemanes desearía regresar al marco, mientras que en los países europeos meridionales –como Portugal y España— una mayoría quiere dar la espalda a la UE. Mejor hoy que mañana. De derecha a izquierda, desde los nacionalistas del emplazamiento territorial competitivo de la Alternativa para Alemania [AfD, por sus siglas en alemán], el antiguo senador de finanzas berlinés Thilo Sarrazin y el economista Heiner Flasbeck, hasta Oskar Lafontaine y Sarah Wagenknecht: de tal amplitud es el frente único de los partidarios de salir del euro. A Grecia, a España, a Portugal, a Italia incluso: desde el estallido de la eurocrisis a comienzos de 2011, a todos se les habría enseñado la puerta. Ahora se acumulan las voces que abogan por una Alemania sin euro o aun por una "disolución ordenada" de la moneda común. Ni que decir tiene: el malhadado rescate de Chipre ha sido la gota que ha colmado el vaso.

Ilusiones fatales

La frustración nacida de la estulticia de la Troika en la gestión de la crisis está tan justificada como la crítica de los errores de diseño en la construcción de la Unión Monetaria. Pero un regreso al parapeto atrincherado de las monedas nacionales no ofrece solución ninguna. Nadie debería sucumbir a la ilusión fatal de que eso permitiría poner freno a la política económica y financiera neoliberal. Al contrario. Mientras esté en vigor el Tratado de Lisboa suscrito en 2007, seguirá el baile. El error intelectual cardinal en la gestión de la crisis del euro consiste en confundir la Unión Monetaria con un recinto habilitado para la actividad económica mundialmente competitiva. Pero la disolución del euro no alteraría eso para nada. Ni pondría fin a los gravosos desequilibrios económicos entre el Norte y el Sur de la UE. Que una competición devaluatoria sacaría de la miseria a los países en crisis, es cosa que sólo los ilusos pueden llegar a creer. Los Estados golpeados no se sustraerían a la crisis, y lo poco que de ella pudieran ahorrase, no sería desde luego a cuenta de la devaluación monetaria. De los shocks monetarios que seguirían a la desintegración del euro sólo se alegrarían los especuladores internacionales de divisas. Los gobiernos que devaluaran su moneda un 20%, un 30% o más, tendrían que atenerse sin demasiadas sorpresas a las reacciones de los mercados financieros. Quien devalúa, es castigado con intereses y primas de riesgo más elevados. Eso debería tenerse ya por bien sabido desde la prehistoria del euro. Los países en crisis de la Eurozona, además, no se han endeudado en la propia moneda. Puesto que los patrimonios y las deudas exteriores de sus ciudadanos están denominados en euros, la devaluación no puede sino provocarles pérdidas: significa cerrar cualquier vía de escape a su actual situación de servidumbre por deuda. 

El espectáculo más estupefaciente de este debate sobre la salida del euro lo ofrecen los críticos de izquierda de la gestión política hecha hasta ahora de la crisis del euro cuando se suben al carro de la "competitividad". Para los nacionalistas del emplazamiento territorial competitivo esto es lo más normal del mundo: creen en el mantra de una competitividad que depende supuestamente sólo de los costes salariales. Desgraciadamente, otros se tragan también la fabula, según la cual la fortaleza exportadora de Alemania sería indiscutiblemente (y absurdamente) atribuible a la pérdida de salario real. Conforme a eso, la culpa de las debilidades de los países en crisis la tendría un crecimiento demasiado fuerte del salario real. Puesto que los fanáticos de la austeridad cometen el mismo error intelectual, abogan por doquiera a favor de falsas reformas de estructuras: en nombre de la competividad.  

Quien, empero, aguce un poco la mirada, observará esto: en ninguna parte del mundo occidental dependen del comercio exterior tantos puestos de trabajo como en Alemania; y sin embargo, las industrias y las empresas exportadoras alemanas raramente pagan salarios bajos. Por lo general, los ingresos reales de su personal han aumentado, en vivo contraste con lo ocurrido en la evolución del promedio salarial alemán. El caso es que los exportadores alemanes tienen costes salariales por unidad producida claramente inferiores a los de sus competidores en la Eurozona. Eso es todo. Aquí se refleja la ansiada ganancia de productividad, que no se consigue precisamente con presión salarial a la baja o con salarios bajos. 

Desde luego que la construcción de la Unión Monetaria adolece de errores de diseño, pero no de los errores de que parlotean los aspirantes a salir de ella. Disparidades económicas y diferencias estructurales hay en cualquier espacio monetario. Incluso en países pequeños como Holanda o Bélgica pueden observarse notables diferencias regionales. De eso no se sigue que cada provincia deba tener su propia moneda; el espacio monetario homogéneo óptimo sólo existe en los modelos económicos neoclásicos. 

Recaída en la dispersión de pequeños Estados

También un país como Alemania tiene que lidiar desde hace décadas con distintos criterios económicos en distintas partes del país, lo que se equilibra con una compensación financiera intraalemana, una especie de solidaridad estatalmente organizada entre autonomías y regiones. Esa solidaridad falta en la Unión Monetaria, lo que, desde la erupción de la eurocrisis, viene corrigiéndose de modo unilateral: merced a la hegemonía alemana, toda Eurolandia ha sido metida en la camisa de fuerza de una unión de austeridad: pacto fiscal más pacto de competitividad. Hay, pues, una política económica y monetaria común: desgraciadamente, de todo punto falsa. En el camino de la política acertada, por la que abogan incluso expertos económicos alemanes, se atraviesan el miedo a la deuda y el miedo a la inflación, y naufraga por causa del egoísmo nacional. Y los alemanes, que son quienes más han podido hasta ahora beneficiarse del euro, carecen de razones para negarse a una comunidad de responsabilidades (eurobonos, o una unión de transferencias). Desde luego que un cambio de rumbo le costaría algo a la República Federal de Alemania, pero manifiestamente menos que una recaída en una dispersión de pequeños Estados promovida y dominada por el marco alemán. 

Una Alemania sin el euro tendría que contar con graves quebrantos económicos. No bien de regreso el marco, los mercados de divisas lo reevaluarían, y no precisamente poco (véase más arriba). Ni siquiera la Bundesbank se alegraría demasiado con el poder recobrado. La salida del euro le echaría a perder los balances, pues habría perdido el grueso de la deuda activa que ella misma, el Estado alemán y la banca y las empresas privadas alemanas tienen en la zona euro exterior. De modo que, saliendo del euro, habrían logrado lo que precisamente se quiere evitar: una deuda pública harto mayor –de proporciones italianas o aun griegas— en la patria de los histéricos de la deuda…

Supongamos que Alemania regresara al marco y abandonara la Eurozona el próximo 1 de enero de 2014. ¿Qué pasaría entonces?

Un marco de regreso experimentaría fuertes presiones alcistas frente a los Estados que se mantuvieran en el euro o aun frente a otros que recuperaran sus monedas nacionales. El alza del marco se situaría entre el 20% y el 30%. Eso dañaría enormemente a las exportaciones alemanas: sería el final del milagro exportador. Deberían caer o los salarios o el grueso de las empresas exportadoras. En cualquier caso, el mercado laboral y la coyuntura económica interna resultarían gravemente dañadas.

La Bundesbank estaría sometida a una enorme presión, tendría que acumular pérdidas y no podría seguir contribuyendo al presupuesto federal. Al gobierno federal le quedarían dos opciones: o valorizar las reservas alemanas de oro, lo que resulta arriesgado a la vista de las fluctuaciones de precios del oro; o vincular el capital de la Bundesbank con las reservas federales. En cualquier caso, la deuda pública crecería, y no tardaría en rebasar el 100% del PIB.

La precaria situación económica de los Estados de la UE llevó a una situación en la que las exportaciones alemanas tenían que pagarse muchas veces con créditos alemanes. La deuda activa exigible por la Bundesbank, resultante del sistema Target-2, tenía el 30 de abril de 2013 un monto de 607,0 mil millones de euros: cerca de dos presupuestos federales. Si Alemania abandonara la Unión Monetaria, buena parte de ese dinero se perdería. A fin de cuentas, el euro caería drásticamente en relación con el nuevo marco alemán, lo que tendría también consecuencias para las deudas de muchos socios de la UE. 

Huelga decir que los bancos privados no se sustraerían al pánico bancario: no sólo tendrían que lidiar con depreciaciones y quitas de deuda, sino que perderían de la noche a la mañana su credibilidad. La Bundesbank no podría seguir ayudándoles, lo que quiere decir que los depositantes se verían afectados: el pánico bancario sería ineluctable; el sálvese quien pueda. Lo que estaría amenazado serían ahorros y seguros de vida por valor de 3,2 billones de euros: en cualquier caso, un marco más caro les haría perder valor.