Su papel tradicional de intermediaria entre el ahorro y la inversión productiva se ha modificado sustancialmente. Atraída por las grandes oportunidades de beneficio que proporciona la ingeniería financiera contemporánea, la banca se ha convertido en el suministrador principal de fondos para los mercados especulativos y para ello no ha dudado en utilizar todos los medios a su alcance.
Su continuada y también evidente vinculación con los paraísos fiscales, con los grandes fraudes fiscales y contables, con las mayores estafas y con los negocios más sucios de los últimos tiempos, incluidos los que tienen que ver con el terrorismo, la trata de personas, el tráfico de armas o de drogas, la destrucción del medio ambiente o la financiación a todo tipo de dictadores... es una muestra de que los banqueros de hoy día no tienen prejuicio alguno con tal de ganar dinero.
El privilegio que supone que la banca pueda crear dinero (y por tanto obtener beneficio y poder) cada vez que concede un préstamo lo ha utilizado para lograr que se dictaran las normas legales que le han permitido ampliar este tipo de actividades sin que ni siquiera se pueda considerar que todo ello es ilegal, aunque transgreda la ética y repugne socialmente, como señaló el Tribunal Supremo español en una sentencia relativa al comportamiento de Botín y del Banco de Santander.
Gracias a ello, la banca es cada vez más rentable y aumenta su control sobre el resto de los negocios, sobre los medios de comunicación, sobre las universidades y los políticos pero paralelamente a ello ha ido dirigiendo la financiación hacia actividades menos productivas, impulsando y sosteniendo el modelo de crecimiento que nutre y rentabiliza mejor la inversión financiera pero no el que crea más actividad empresarial y más abundante y mejor empleo. Y así se ha convertido en uno de los principales factores que causan la creciente inestabilidad financiera y el escaso rendimiento de las economías que han llegado a su momento culminante con la crisis que estamos viviendo.
Algo común a todos los países pero que en España se ha producido aún en mayor medida porque la banca tiene todavía más poder político como consecuencia del que acumuló durante la dictadura, que la democracia no ha sabido o querido limitar y que ha utilizado para lograr que nuestra economía dependa de los banqueros en mayor medida que las de nuestro alrededor.
Ese poder ha sido el que igualmente ha utilizado la banca para evitar que los gobiernos tomen cualquier tipo de medida orientada a controlar el desorden y la especulación financieros que han provocado la crisis y para hacer, por el contrario, que en lugar de pedirle cuentas destinen miles de millones de dinero público a lavarle la cara a sus balances y hacer que salgan de rositas del caos que han originado con su conducta avariciosa e irresponsable.
La consecuencia, en fin, es que ahora miles de empresas cierran y despiden a sus trabajadores por falta de financiación mientras que los banqueros y la gran patronal que no sufre este problema se dedican a reclamar reformas que solo están orientadas a aumentar más sus beneficios.
Para disimular esta situación los banqueros se empeñan en convencer a la gente, con la inestimable complicidad de autoridades nacionales e internacionales, de que el problema que hay que resolver está en el mercado de trabajo, en las pensiones o en el gasto público. Una mentira flagrante porque lo que realmente ha provocado y sigue provocando la caída de la actividad empresarial y del empleo es la falta de financiación y este es el principal problema que hay que solucionar para salir de verdad de la crisis.
Pero teniendo en cuenta que los bancos privados están descapitalizados, o que dedican los recursos que están generando para seguir especulando o a ir limpiando sus balances, será imposible recuperar la financiación simplemente confiando en que vuelva a proporcionarla la banca privada.
Por eso es imprescindible, y ahora mucho más urgente que nunca, que los estados dispongan de banca pública capaz de sustituir la inacción privada a la hora de proporcionar la financiación sin la cual es imposible que se recupere y mantenga la actividad económica, los negocios y el empleo.
Pensando simplemente en el caso español, hay varias fórmulas que son técnicamente viables para lograr este objetivo, entre las cuales creo que merece especial atención la propuesta que acaba de realizar ATTAC España a propuesta de su Consejo Científico: la nacionalización de las cajas de ahorros y la utilización la red de oficinas de Correos que hoy día prestan servicios bancarios para crear una confederación de bancos públicos, de propiedad mixta, una parte mayoritaria procedente del Estado y otra de impositores, clientes o incluso de instituciones privadas con vocación de servicio público, y con la misión de garantizar el imprescindible flujo de crédito a la actividad económica.
ATTAC propone que esta banca pública se constituyera siguiendo principios de banca ética, renunciando al afán de lucro, manteniendo la obra social y sujetándose a los principios de la responsabilidad social, la transparencia y la atención preferente a los sectores sociales con mayores dificultades para acceder a la financiación bancaria: medianas y pequeñas empresas, microempresas, familias de baja renta, jóvenes emprendedores y mujeres. También considera que es imprescindible la presencia de los poderes públicos y los intereses sociales en sus órganos de dirección y control pero garantizándose que sean conformes con principios de estricta democracia, de pluralidad y plena transparencia, y particularmente, que existan contrapoderes efectivos que eviten la concentración indeseada de poder o la mera imposición de cuotas partidistas.
La propuesta que ATTAC España ha presentado al gobierno y a todos los grupos parlamentarios establece que la banca pública así creada asumirá como horizonte a medio y largo plazo su progresiva renuncia al sistema de reserva fraccionaria para introducir y tratar de generalizar sistemas de financiación innovadores que no provoquen los problemas de inestabilidad e incremento artificial de deuda que están asociados al privilegio de creación de dinero por esa vía del que goza la banca privada. Y que en todo caso, esta banca pública dedicada al crédito en la economía productiva tendría limitada y controlada la actividad puramente financiera que llevan a cabo la mayor parte de las actuales cajas de ahorro, y completamente prohibida la utilización de filiales y sociedades extraterritoriales domiciliadas en centros financieros offshore, conocidos como notorios paraísos fiscales.
Como he señalado más arriba, disponer de banca pública es hoy imprescindible y urgente a corto plazo para restablecer la financiación y salir de la crisis pero además de ello es el único instrumento con el que se puede hacer posible el cambio de modelo productivo que pretende el partido socialista y el gobierno. ¿Cómo va a financiarse un nuevo tipo de actividad económica sostenible, innovadora, generadora de empleo decente y de calidad, igualitaria, respetuosa con el medio ambiente... si la banca privada que podría hacerlo orienta los recursos que maneja hacia la ganancia rápida que nunca podrá obtener creando riqueza productiva sino especulando y jugando solo con papel en los mercados financieros?
Por ello, ATTAC propone que la nueva banca pública estaría destinada preferentemente a financiar la puesta en marcha de un nuevo modelo productivo basado en el desarrollo regional entendido como el que fomenta la generación y uso sostenible de recursos endógenos, el sostenimiento de los servicios públicos esenciales como la enseñanza y la salud, la puesta en marcha de las políticas sociales y de igualdad, y en particular las de apoyo a los servicios de dependencia, la potenciación del emprendizaje y del capital-riesgo, el desarrollo de nuevos tipos de actividades o sectores profesionales y empresariales, la I+D+i pública y privada, la actividad de las pequeñas y medianas empresas, el microcrédito o el incremento de la productividad en el sector público, por citar los que se podrían considerar más importantes y prioritarios.
En lugar de hacer frente a los problemas de financiación que atascan a nuestras empresas y consumidores, los poderes financieros, el Banco de España y el Fondo Monetario Internacional solo piensan en empoderar aún más a los banqueros y en darle nuevos privilegios y recursos sin hacer absolutamente nada para que vuelvan a disponer del crédito que necesitan. Solo van buscando la privatización progresiva de las cajas de ahorros para que los bancos privados se vayan haciendo paulatinamente con ellas y con el segmento de mercado que ocupan. Simplemente se disponen una vez más a robarnos la cartera delante de nuestra propia cara. Eso será lo que ocurra si los ciudadanos no lo impedimos, si los partidos progresistas y los sindicatos siguen narcotizados en brazos de Morfeo y no ayudan a que los ciudadanos sigan disfrutando de lo que es suyo y de los derechos personales y sociales que les corresponden.