viernes, 19 de diciembre de 2008

LA «CRISIS CARIBEÑA» Y EUROPA

Nikita Petrov


La actual crisis en las relaciones ruso-norteamericanas, en ciertos aspectos substanciales, guarda evidente similitud con la tristemente evocada hasta ahora Crisis Caribeña de 1962.
Entonces la Unión Soviética no hizo más que acercar sus cohetes a las fronteras de EEUU, mientras que hoy, so pretexto de crear un sistema de defensa antimisiles, EEUU ha decidido emplazar sus misiles a lo largo de las fronteras de Rusia. Bien se sabe que la crisis de entonces puso al mundo al borde de la guerra nuclear. ¿Cuál será el desenlace de la crisis actual? En 1962, Kennedy y Jruschov llegaron al entendimiento en el último momento. ¿Podrán ahora la Casa Blanca y el Kremlin encontrar un lenguaje común?

No ha surtido mucho efecto la visita realizada por la Secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, y el Secretario de Defensa, Robert Gates, ni sus encuentros con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ni tampoco las conversaciones en el formato de "2+2" con el Jefe de Exteriores, Serguei Lavrov, ni con el Ministro de Defensa, Anatoli Serdiukov. No han sufrido cambios las posturas de las partes respecto a los planes estadounidense de crear en Europa un tercer emplazamiento de su componente estratégico de la defensa antimisiles. Es más, ningún analista serio ha esperado progreso alguno. Era evidente que la Administración Bush insistiría en su idea de proteger el territorio de su país y el de sus aliados europeos contra un posible ataque de cohetes balísticos procedentes de los "países gamberros", según terminología de Washington.

Entre tales países figura casi siempre Irán. No se toman en consideración las afirmaciones de Moscú de que Teherán no tiene, ni podrá tener durante los 20-30 próximos años misiles balísticos capaces de alcanzar no sólo el continente americano, sino también la mayoría de países de Europa. EEUU tampoco admite la posibilidad de negarse a emplazar diez antimisiles con base en tierra GBI (Ground-Based Interceptor) en las cercanías de Varsovia y un X-radar panorámico al lado de Praga, en lugar de utilizar el radar de prevención de un ataque misilístico "Darial" en Gabala que Rusia alquila a Azerbaiyán, y el radar "Vorónezh-M" que se construye en las afueras de Armavir: variante propuesta por el presidente de Rusia, Vladímir Putin, a su homólogo norteamericano, George Bush. Expertos estadounidenses visitaron Gabala, estudiaron sus posibilidades y se convencieron de que ese radar cubre por completo el territorio de Irán y de otros países vecinos. Ellos están dispuestos a utilizarlo, pero insisten en incorporar al "Darial" al sistema europeo de defensa antimisiles de EEUU.

Naturalmente, Rusia no puede aceptarlo. El motivo es bien sencillo. Moscú está seguro de que los interceptores de cohetes en Polonia, lo mismo que el radar en la República Checa no persiguen el objetivo de prevención y protección de EEUU y Europa contra los misiles iranios, sino el de debilitar el potencial estratégico de disuasión ruso instalado en la parte europea del país. También pretende protegerse de los sistemas coheteriles estratégicos "Topol", "Topol-M" y "Stilet" emplazados en las provincias de Tver, Ivánovo, Kaluga y Sarátov.

Por supuesto, diez antimisiles GBI no podrán impedir el golpe de respuesta, si Rusia se viera obligada a decidirse a dar una respuesta adecuada. Pero EEUU no da garantías de que su sistema antimisiles en Europa se limite a esos cohetes y al radar en las afueras de Praga. Es más, insinúa que el sistema no dejará de ser ampliado, reforzado o modernizado.

En reiteradas ocasiones, la Administración de Rusia ha advertido a EEUU y a sus aliados que se verá obligada a dar respuesta a un paso tan inamistoso como el de emplazar su sistema antimisiles en Europa. Rusia ha dicho que se verá obligada a reorientar sus misiles estratégicos hacia los objetivos que representan amenaza para ella y, además, instalar el complejo táctico y operacional "Iskander-M" cerca de las fronteras polacas.

Durante el reciente encuentro con la secretaria de Estado y el secretario de Defensa de EEUU, Vladímir Putin dijo sin rodeos que "le preocupa mucho" el futuro del Tratado de misiles de alcance medio y más corto (INF) firmado por EEUU y la URSS hace dos decenios, en los años de "guerra fría". "Hay que empeñar esfuerzos por imprimir carácter global a ese instrumento", dijo el presidente de Rusia.- Si no podemos lograr ese objetivo, será problemático para nosotros seguir observando ese acuerdo, mientras otros Estados desarrollarán activamente tales sistemas de armamento, entre ellos nuestros vecinos más próximos".

Para los expertos militares la señal es evidente. En respuesta al emplazamiento del componente del sistema de defensa antimisiles norteamericano, Rusia abandonará ese tratado que, procede señalar, se extendía no sólo a los misiles cuyo radio de alcance es de 500 km hasta 5,5 mil km, sino, lo que es principal, estaban dotados de ojivas nucleares. Estados Unidos, y ahora también Europa, se hallan ante la posibilidad real de volver al pasado hacia la época de "guerra fría" y enfrentamiento nuclear.

La crisis caribeña que había durado 38 días, marcó el momento crucial en la carrera de armas nucleares y la "guerra fría". El mundo se acercó de llenó al umbral del abismo. Los diplomáticos, políticos y militares soviéticos y estadounidenses comprendieron que carecía de perspectiva mantener en el punto de puntería unos a los otros, y llegaron a la necesidad de buscar solución a todos los problemas acuciantes sin llevar las relaciones hasta el momento de apretar el disparador. Los sucesos de octubre de 1962 precisamente impulsaron a las dos partes a iniciar "distensión", conscientes de la vulnerabilidad recíproca y la necesidad de reducir armamentos ofensivos estratégicos. Y, en resumidas cuentas, a concluir tratados adecuados, el primero y determinante de los cuales llegó a ser el Tratado de Defensa Antimisiles de 1972.

Lamentablemente, la Administración de EEUU salió de ese tratado, lo que dio principio al empeoramiento de las relaciones entre Moscú y Washington.

¿Acaso es necesario llevar las relaciones entre ambos países a la situación de crisis caribeña, si bien se sabe a lo que podrá conducir el desprecio de los intereses de seguridad recíproca? Si EEUU busca involucrar a Rusia en una nueva carrera armamentista y torpedear así su economía, la Casa Blanca podrá equivocarse en sus cálculos. Actualmente, Rusia posee armamento suficiente para responder de manera adecuada y eficaz a los retos que la actual Administración de la Casa Blanca lanza al Kremlin.

Es poco probable que alguien pueda sacar provecho de semejante enfrentamiento. Naturalmente, Europa será la primera en llevarse un chasco. Si Rusia abandona el Tratado INF reorientando sus misiles nucleares hacia los sistemas antimisiles estadounidenses en Europa, se acabará la tranquilidad para los pueblos europeos.

jueves, 18 de diciembre de 2008

CONVENCIÓN MARCO DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO


La temperatura media de la superficie terrestre ha subido más de 0,6oC desde los últimos años del siglo XIX. Se prevé que aumente de nuevo entre 1,4oC y 5,8oC para el año 2100, lo que representa un cambio rápido y profundo. Aun cuando el aumento real sea el mínimo previsto, será mayor que en cualquier siglo de los últimos 10.000 años.

La razón principal de la subida de la temperatura es un proceso de industrialización iniciado hace siglo y medio y, en particular, la combustión de cantidades cada vez mayores de petróleo, gasolina y carbón, la tala de bosques y algunos métodos de explotación agrícola.

Estas actividades han aumentado el volumen de "gases de efecto invernadero" en la atmósfera, sobre todo de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Estos gases se producen naturalmente y son fundamentales para la vida en la Tierra; impiden que parte del calor solar regrese al espacio, y sin ellos el mundo sería un lugar frío y yermo. Pero cuando el volumen de estos gases es considerable y crece sin descanso, provocan unas temperaturas artificialmente elevadas y modifican el clima. El decenio de 1990 parece haber sido el más cálido del último milenio, y 1998 el año más caluroso.

El cambio climático puede tener consecuencias nefastas: nos lo podrían confirmar los dinosaurios, si no se hubieran extinguido. La teoría dominante es que no sobrevivieron cuando un meteorito gigante se estrelló contra la Tierra hace 65 millones de años, levantando tal cantidad de polvo en la atmósfera que la luz solar se vio fuertemente reducida, las temperaturas bajaron precipitadamente, muchas plantas no pudieron crecer y la cadena alimentaria se desintegró.

Lo que ocurrió a los dinosaurios es un claro ejemplo de cambio climático más rápido que el que el ser humano está ahora infligiéndose a sí mismo... pero no el único. Las investigaciones sobre los núcleos de hielo y los sedimentos lacustres revelan que el sistema climático ha sufrido otras fluctuaciones abruptas en el pasado lejano: parece que el clima ha tenido "puntos de inflexión" capaces de generar fuertes sacudidas y recuperaciones. Aunque los científicos están todavía analizando lo que ocurrió durante esos acontecimientos del pasado, es claro que un mundo sobrecargado con 6.300 millones de personas es un lugar arriesgado para realizar experimentos incontrolados con el clima.

Según las previsiones, la actual tendencia hacia el calentamiento provocará algunas extinciones. Numerosas especies vegetales y animales, debilitadas ya por la contaminación y la pérdida de hábitat, no sobrevivirán los próximos 100 años. El ser humano, aunque no se ve amenazado de esta manera, se encontrará probablemente con dificultades cada vez mayores. Los graves episodios recientes de tormentas, inundaciones y sequías, por ejemplo, parecen demostrar que los modelos informáticos que predicen "episodios climáticos extremos" más frecuentes están en lo cierto.

El nivel del mar subió por término medio entre 10 y 20 centímetros durante el siglo XX, y para el año 2100 se prevé una subida adicional de 9 a 88 cm (la subida de las temperaturas hace que el volumen del océano se expanda, y la fusión de los glaciares y casquetes polares aumenta el volumen de agua). Si se llega al extremo superior de esa escala, el mar podría invadir los litorales fuertemente poblados de países como Bangladesh, provocar la desaparición total de algunas naciones (como el Estado insular de las Maldivas), contaminar las reservas de agua dulce de miles de millones de personas y provocar migraciones en masa.

Según las previsiones, los rendimientos agrícolas disminuirán en la mayor parte de las regiones tropicales y subtropicales, pero también en las zonas templadas si la subida de la temperatura es de más de unos grados. Se prevé también un proceso de desertificación de zonas continentales interiores, por ejemplo el Asia central, el Sahel africano y las Grandes Llanuras de los Estados Unidos. Estos cambios podrían provocar, como mínimo, perturbaciones en el aprovechamiento de la tierra y el suministro de alimentos. La zona de distribución de enfermedades como el paludismo podría ampliarse.

El calentamiento atmosférico es un problema "moderno": es complicado, afecta a todo el mundo y se entremezcla con cuestiones difíciles como la pobreza, el desarrollo económico y el crecimiento demográfico. No será fácil resolverlo. Ignorarlo, sería todavía peor.

Hace más de un decenio, la mayor parte de los países se adhirieron a un tratado internacional –la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático– para comenzar a considerar qué se puede hacer para reducir el calentamiento atmosférico y adoptar medidas para hacer frente a las subidas de la temperatura que sean inevitables. El 1997, los gobiernos acordaron incorporar una adición al tratado, conocida con el nombre de Protocolo de Kyoto, que cuenta con medidas más enérgicas (y jurídicamente vinculantes). Se prevé que el Protocolo entre en vigor en breve plazo. Y, desde 1988, un Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático ha examinado las investigaciones científicas y ofrecido a los gobiernos resúmenes y asesoramiento sobre los problemas climáticos.


miércoles, 17 de diciembre de 2008

¿NUEVO CAPITALISMO?

Federico Mayor Zaragoza, Francisco Altemir, José Saramago, Roberto Savio, Mario Soares y José Vidal

La crisis financiera esta de nuevo aquí destrozando nuestras economías, golpeando nuestras vidas. En la última década sus sacudidas han sido cada vez más frecuentes y dramáticas. Asia Oriental, Argentina, Turquía, Brasil, Rusia, la hecatombe de la Nueva Economía, prueban que no se trata de accidentes fortuitos de coyuntura que transcurren en la superficie de la vida económica, sino que están inscritos en el corazón mismo del sistema.

Esas rupturas que han acabado produciendo una funesta contracción de la vida económica actual, con el aumento del desempleo y la generalización de la desigualdad, señalan la quiebra del capitalismo financiero y significan la definitiva anquilosis del orden económico mundial en que vivimos. Hay pues que transformarlo radicalmente.

En la entrevista con el Presidente Bush, Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea, ha declarado que la presente crisis debe conducir a “un nuevo orden económico mundial”, lo que es aceptable, si éste nuevo orden se orienta por los principios democráticos –que nunca debieron abandonarse – de la justicia, libertad, igualdad y solidaridad.

Las “leyes del mercado” han conducido a una situación caótica que ha requerido un “rescate” de miles de millones de dólares, de tal modo que, como se ha resumido acertadamente, “se han privatizado las ganancias y se han socializado las pérdidas”. Han encontrado ayuda para los culpables y no para las víctimas. Es una ocasión histórica única para redefinir el sistema económico mundial en favor de la justicia social.

No había dinero para los fondos del Sida, ni de la alimentación mundial… y ahora ha resultado que, en un auténtico torrente financiero, sí que había fondos para no acabar de hundirse los mismos que, favoreciendo excesivamente las burbujas informáticas y de la construcción, han hundido el andamiaje económico mundial de la “globalización”.

Por eso es totalmente desacertado que el Presidente Sarkozy haya hablado de realizar todos estos esfuerzos con cargo a los contribuyentes “para un nuevo capitalismo”!… y que el Presidente Bush, como era de esperar en él, haya añadido que debe salvaguardarse “la libertad de mercado” (¡sin que desaparezcan los subsidios agrícolas!)…

No: ahora debemos ser “rescatados” los ciudadanos, favoreciendo con rapidez y valentía la transición desde una economía de guerra a una economía de desarrollo global, en que esa vergüenza colectiva de inversión en armas de 3 mil millones de dólares al día, al tiempo que mueren de hambre más de 60 mil personas, sea superada. Una economía de desarrollo que elimine la abusiva explotación de los recursos naturales que tiene lugar en la actualidad (petróleo, gas, minerales, coltán…) y se apliquen normas vigiladas por unas Naciones Unidas refundadas -que incluyan al fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial “para la reconstrucción y el desarrollo” y a la Organización Mundial del Comercio, que no sea un club privado de naciones, sino una institución de la ONU- que dispongan de los medios personales, humanos y técnicos necesarios para ejercer su autoridad jurídica y ética eficazmente.

Inversiones en energías renovables, en la producción de alimentos (agricultura y acuicultura), en la obtención y conducción de agua, en salud, educación, vivienda,… para que el “nuevo orden económico” sea, por fín, democrático y beneficie a la gente. ¡El engaño de la globalización y de la economía de mercado debe terminarse! La sociedad civil ya no será espectador resignado y, si es preciso, pondrá de manifiesto todo el poder ciudadano que hoy, con las modernas tecnologías de la comunicación, posee.

¿”Nuevo capitalismo”?. No!

Ha llegado el momento del cambio a escala pública e individual. Ha llegado el momento de la justicia.

martes, 16 de diciembre de 2008

¿COMPRENDERA OBAMA LO QUE NO QUISO ENTENDER BUSH?

Andrei Fediashin
De la Administración saliente, Obama recibe una herencia muy complicada en materia de política exterior y de un golpe, no será posible desembarazarse de todos los problemas, porque en política internacional, países como EEUU no pueden dar virajes repentinos.
Hará falta cierto tiempo, y el asunto será cuánto tiempo necesitará Obama para reconsiderar los conceptos de su Gobierno sobre Rusia.
EEUU debe reconsiderar sus posturas con respecto a Rusia porque esto ya lo ha hecho Europa y sin un ajuste de estrategia hacia el Viejo Continente, Washington difícilmente podrá sostener su influencia y prestigio.
Seguramente Barack Obama será mejor presidente que George W. Bush porque ser peor que Bush es algo imposible.
Incluso el senador republicano John McCain, teniendo en cuenta su biografía y plataforma política, seguramente también sería mejor que Bush, aunque hay que reconocer que estos planteamientos son más bien reacciones emocionales.
En política, las cosas son diferentes, en algunos casos es poco con ser bueno, y se dan ocasiones cuando ser malo es insuficiente.
El interrogante ampliamente difundido sobre qué será mejor para Rusia, Obama o McCain, se oculta una visión muy limitada de un asunto que en realidad es más complicado.
En realidad, lo que Rusia necesita es que el presidente que asuma el poder en EEUU se ponga al día con la realidad y que la Casa Blanca al fin aprenda a ver, escuchar y comprender lo que está pasando en el mundo.
Independientemente de la forma en que se analice la Administración de Bush-hijo, en lo que se refiere a Rusia, parece que él y Condoleezza Rice no pudieron salir de los esquemas que imperaron en los tiempos de Ronald Reagan.
De esta forma EEUU quedo rezagado de un mundo que ha cambiado vertiginosamente, y ahora, le corresponde alcanzar a Europa, Asia y a Rusia.
Todos los países del mundo marchan hacia delante, mientras que EEUU sigue apostando a que es una potencia monopolista de exclusividad mundial.
La nueva Administración estadounidense debe considerar a Rusia de otra forma porque ya no se trata de la Rusia tambaleante de Borís Yeltsin, ni la Rusia en vías de recuperación de Vladímir Putin, sino una Rusia totalmente nueva.
La Rusia nueva no aspira a restablece una ideología imperialista o recuperar "zonas de influencia".
Sencillamente, Rusia está reafirmando sus intereses nacionales de acuerdo a su importancia económica y geopolítica en el mundo por el perímetro de sus fronteras, lejos de ellas, y en cualquier punto de los dos hemisferios.
La Rusia nueva, no es aquella Rusia que se dejó engañar con que la OTAN no se ampliaría a costa de los países del bloque socialita, las repúblicas bálticas, Ucrania y Georgia.
En muchas ocasiones Rusia dio muestras de buena voluntad y confianza. Actualmente, el balón se encuentra del lado de EEUU, y en consecuencia, debe convencer a Moscú de sus buenas intenciones y no lo contrario.
Rusia sabe muy bien que es lo que no quiere de Obama. Moscú no quiere que Obama siga los juegos nucleares de Bush en la República Checa y Polonia donde planea emplazar su sistema de defensa antimisil dirigido contra Rusia.
Los argumentos de que el sistema es una respuesta a la amenaza iraní ya no convencen a nadie, y recientemente, Medvédev declaró que Moscú responderá al DAM de EEUU con el emplazamiento de misiles Iskander en el enclave ruso de Kaliningrado.
Rusia no quiere que Washington en el perímetro de su frontera siembre régimen con políticos marionetas como Saakashvili. ¿Por qué EEUU no permite que cada país decida su propio destino?
Rusia no quiere que el papel de la ONU sea remplazado por la OTAN en el futuro y que las bases del Derecho Internacional no se rectifiquen según "circunstancias" como ocurrió en Kosovo y Yugoslavia.
Rusia no quiere un progreso ficticio en las negociaciones sobre la estabilidad estratégica, la no proliferación de armas de aniquilamiento masivo y aspira a que se establezca un clima de trasparencia en las negociaciones en torno al DAM en Europa.
Es mucho lo que Moscú no quiere de Obama, pero Rusia no está del todo segura sobre lo que el nuevo presidente estadounidense se dispone hacer.
Es evidente que los estadounidenses no van a renunciar a su idea del liderazgo global, pero la situación actual los obligara a redistribuir sus fuerzas en la arena internacional optando por una cooperación más estrecha con Europa, China y Rusia para solucionar muchos problemas mundiales.
Moscú y Washington no tienen que ser aliados y tampoco adversarios, y si Obama lo quiere, Rusia y EEUU pueden establecer un nivel de interrelación estable a partir de la reducción de armamento.
Podemos ponernos de acuerdo sobre un nuevo tratado global sobre la reducción y el control de armamento nuclear en sustitución del Tratado sobre la reducción y limitación de las armas ofensivas estratégicas (START-1) cuyo plazo expira en diciembre del año próximo.
Semejante tratado puede ser firmado en el verano u otoño boreal de 2009.
Obama puede elegir entre lograr un nuevo régimen de control de armamento y la cooperación con Rusia en asuntos como Irán, Corea del Norte y la renuncia al DAM en Europa.
O optar por una variante menos optimista, que prevé la agudización de las relaciones bilaterales entre Rusia y EEUU que pueden empeorarse todavía más si Washington tutela el ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN.
Aquí cabe recordar que la reciente guerra del Cáucaso tuvo un efecto positivo. Este conflicto obligó a muchos en Occidente a comprender que la expansión de la OTAN hacia las fronteras sur de Rusia amenaza con desestabilizar seriamente las relaciones entre Rusia, Europa y EEUU.
La paliza que recibió Saakashvili fue la última advertencia de que el mundo ya cambió y no es posible encerrar a Rusia con regimenes marionetas.
Cuando Medvédev habla que Rusia tiene intereses privilegiados con sus países vecinos está describiendo las mismas relaciones que tienen otros países, por ejemplo, las relaciones entre EEUU e Inglaterra.
La esencia que encierran las palabras de Medvédev, y que pueden considerarse como mensaje a Obama es simple.
No es posible atentar contra la seguridad regional y las fronteras de Rusia con provocaciones como la aventura georgiana o el DAM en la República Checa y Polonia y al mismo tiempo declarar que EEUU está dispuesto a cooperar con Moscú en el fortalecimiento de la seguridad estratégica y global.
Semejante postura hipócrita, característica de la política de Bush y Rice ya son inadmisibles y a Moscú le gustaría que en política exterior, Obama de un giro y cambie de forma radical su actitud hacia Rusia, de lo contrario, no habrá negocio.

LAS ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS

Noam Chomsky

La palabra que brotó inmediatamente de cada lengua tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos fue «histórica». Y con toda razón. Una familia negra en la Casa Blanca es realmente un evento histórico. Hubo algunas sorpresas. Una fue que la elección no estaba concluida luego de la convención demócrata.

Los indicadores habituales señalan que el partido opositor debería barrer durante una grave crisis económica, tras ocho años de una política desastrosa en todos los frentes, incluido el peor récord en materia del crecimiento de empleos de cualquier presidente de la posguerra y de una rara declinación en la riqueza promedio. Eso, con un presidente tan impopular que su propio partido tuvo que desligarse de él, acompañado de un dramático colapso en la posición de Estados Unidos en la opinión pública mundial.

Como muchos estudios muestran, ambos partidos se hallan bien a la derecha de la población en tópicos importantes, tanto nacionales como internacionales. Tal vez ningún partido refleja la opinión pública en una época en que 80 por ciento de los estadunidenses piensa que el país enfila en la dirección equivocada y que el gobierno está administrado por «algunos grandes intereses que sólo piensan en sí mismos», no en el pueblo, en tanto un asombroso 94 por ciento cuestiona que el gobierno desdeñe a la opinión pública.

Podría argumentarse que ningún partido que hable en defensa del pueblo resulta viable en una sociedad administrada por el mundo de los negocios con tal desusada amplitud. En un nivel muy general, la falta de representación del pueblo es ilustrada por el éxito de la «teoría de las inversiones» en la política, elaborada por el economista político Thomas Ferguson.
Según Ferguson, la política tiende a reflejar los deseos de poderosos bloques económicos que invierten dinero cada cuatro años para controlar el Estado.

En cierto sentido, la elección siguió pautas familiares. La campaña de John McCain fue lo bastante honesta como para anunciar con claridad que la elección no discutiría tópicos.
En cuanto a Barack Obama, su mensaje de «esperanza» y de «cambio» ofreció un pizarrón en blanco en el cual sus simpatizantes podían escribir sus deseos.
Uno puede encontrar sitios en Internet donde cada partido expresa su opinión sobre diferentes temas. Pero la correlación de esas opiniones con la política a seguir no es espectacular. Y de todas maneras, lo que ingresa en las opciones de los votantes es lo que la campaña de cada candidato destaca, tal como saben muy bien los administradores de un partido.

Y fue allí donde la campaña de Obama impresionó a la industria de las relaciones públicas, que lo designaron «el experto en mercadeo más importante del 2008», derrotando con facilidad a Apple.
La primera tarea de la industria es asegurarse que los clientes carentes de información hagan selecciones irracionales, socavando de esa manera las teorías de mercado que proponen exactamente lo opuesto. Y los expertos en relaciones públicas reconocen los beneficios de socavar la democracia de la misma manera.

La organización The Center for Responsive Politics dice que una vez más las elecciones fueron compradas: «Los candidatos con mejor financiamiento ganaron nueve de 10 elecciones, y todos, excepto algunos escasos miembros del Congreso, retornarán a Washington».

Antes de las convenciones, los candidatos viables con mayor apoyo de instituciones financieras eran Obama y McCain, cada uno con 36 por ciento. Los resultados preliminares indican que al final, las contribuciones a la campaña de Obama, por industria, se concentraron en las firmas de abogados (incluidos cabilderos), además de instituciones financieras. La teoría de inversiones en la política sugiere algunas conclusiones acerca de los principios que guían a la nueva administración.

El poder de las instituciones financieras refleja el cambio cada vez más grande de una economía de producción hacia otra de finanzas. Eso comenzó con la liberalización de las finanzas durante la década de los años 60, causa fundamental de los actuales azotes representados por la crisis financiera y la recesión en la economía real (esto es, de la producción y consumo de mercancías). Las consecuencias están a la vista para la gran mayoría de los estadunidenses, cuyos salarios reales se han estancado por 30 años, en tanto sus beneficios han declinado.

Dejando de lado la alta retórica sobre la esperanza y el cambio, ¿qué podemos esperar de la administración de Obama?

La selección del equipo de trabajo de Obama envía una fuerte señal. La primera elección fue para vicepresidente: Joe Biden fue, entre los senadores demócratas, uno de los más vigorosos partidarios de la invasión a Irak, y un insider (persona de adentro, con acceso a información privilegiada) con mucho tiempo de actuación en Washington. Y aunque suele votar de manera coherente con sus colegas demócratas, no siempre lo hace. Por ejemplo, apoyó una medida para que resultara a los individuos mas difícil borrar sus deudas tras declararse en bancarrota.

La primera elección posterior a los comicios presidenciales fue para la crucial posición de jefe de gabinete. Obama designó a Rahm Emanuel, uno de los partidarios más fuertes de la invasión a Irak entre los representantes demócratas y, como Biden, insider de Washington durante bastante tiempo.

Emanuel es también uno de los más grandes beneficiarios de las contribuciones de campaña de Wall Street, informó el Center for Responsive Politics. Durante 2008, «fue el principal destinatario» entre los representantes «de los ejecutivos de fondos de riesgo» y de las «principales firmas de seguros y de inversiones de la industria».
La tarea de Emanuel es ver cómo encara Obama la peor crisis financiera desde la década de los años 30, por la cual sus donantes y los de Obama comparten una amplia responsabilidad.

En una entrevista con The Wall Street Journal, le preguntaron a Emanuel qué haría el gobierno de Obama respecto del «liderazgo demócrata en el Congreso», cuyos «barones del ala izquierda tienen su propia agenda».
Eso incluye, por ejemplo, rebajar drásticamente los gastos militares (algo en que coincide la mayoría de la población) e imponer «drásticos impuestos a la energía a fin de combatir el calentamiento global».

«Barack Obama puede enfrentarse a ellos», aseguró Emanuel al Wall Street Journal. La administración sera «pragmática», y rechazara los intentos de los extremistas de izquierda.

El equipo de transición de Obama está encabezado por John Podesta, secretario del gabinete de Bill Clinton. Otros dos veteranos de Clinton, Robert Rubin y Lawrence Summers, figuran entre las figuras principales en su equipo económico. Tanto Rubin como Summers respaldaron de manera entusiasta la desregulación, un importante factor en la actual crisis financiera.

Como secretario del Tesoro con Clinton, Rubin trabajó de manera denodada para abolir la ley Glass-Steagall, que había separado a los bancos comerciales de las instituciones financieras que incurrían en graves riesgos.

El economista Tim Canova escribe que Rubin tenía «un interés personal en la eliminación de la ley Glass-Steagall».

Tras dejar su posición como secretario del Tesoro, Rubin se convirtió en «presidente de la junta directiva de Citigroup, un conglomerado de servicios financieros que estaba enfrentando la posibilidad de tener que vender su subsidiaria de seguros».
En cuanto al gobierno de Clinton, «nunca presentó cargos contra él por sus obvias violaciones a la ética».

Rubin fue remplazado como secretario del Tesoro por Summers, quien propuso la ley que prohibió la regulación federal de los derivativos, las «armas de destrucción masiva» (como las llama Warren Buffett) que ayudaron a sumergir en el desastre a los mercados financieros.

Summers figura como «uno de los villanos principales en la actual crisis económica», según Dean Baker, uno de los escasos economistas que advirtieron sobre la inminente crisis. Poner la política financiera en las manos de Rubin y Summers, señala Baker, es «como recurrir a Osama Bin Laden para que ayude en la lucha antiterrorista».
Ahora Rubin y Summers proponen regulaciones para ayudar a limpiar el caos que ayudaron a crear.

La prensa de negocios examinó los récords del equipo de transición de Obama, que se reunió el 7 de noviembre para determinar cómo manejarse con la crisis financiera. En Bloomberg News, Jonathan Weil concluyo que «muchos de ellos deberían estar recibiendo citaciones como testigos materiales» por la catástrofe financiera, en lugar de «figurar como miembros del círculo intimo de Obama».
Alrededor de la mitad «han tenido posiciones de importancia en empresas que, en mayor o menor grado, han falsificado sus declaraciones financieras o contribuido a la crisis económica mundial, o ambas cosas a la vez».
Es realmente plausible que «¿no confundirán los intereses de la nación con sus propios intereses corporativos?»

La preocupación principal del nuevo gobierno sera detener la crisis financiera y la simultánea recesión en la economía real. Pero hay también un monstruo en el armario: el ineficaz sistema privado de cuidado de la salud, que amenaza abrumar al presupuesto federal si las actuales tendencias persisten.

Una mayoría del público ha favorecido por largo tiempo un sistema nacional de cuidado de la salud que debería ser mucho menos caro y más eficaz, según indican las evidencias comparativas (junto con muchos estudios). En fecha tan reciente como 2004, cualquier intervención del gobierno en el sistema de atención a la salud era descrito por la prensa como «imposible a nivel político».
Eso significaba que se oponían la industria de los seguros y las corporaciones farmacéuticas.

Pero sin embargo, en 2008, primero John Edwards, luego Barack Obama y Hillary Clinton, adelantaron propuestas que se aproximan a lo que por largo tiempo ha preferido el público. Estas ideas tienen ahora «apoyo político».

¿Que ha cambiado? No la opinión pública, que permanece con la misma opinión de antes. Pero para 2008, sectores importantes de poder, especialmente la industria manufacturera, habían llegado a reconocer que estaban siendo gravemente afectados por el sistema privado de atención a la salud. Por lo tanto la voluntad pública está comenzando a tener «apoyo político».

Hay un largo camino por recorrer, pero el cambio nos dice algo sobre la disfuncional democracia en la cual la nueva administración busca su camino.