sábado, 20 de febrero de 2010

¿quién paga los costes del euro?

Vicenç Navarro *

La creación y el establecimiento de la Unión Europea y del euro ha sido un paso positivo en el proceso de construir un mundo multipolar, permitiendo que Europa se convierta en el punto de referencia por su dimensión social. Ahora bien, el establecimiento de la UE y del euro ha originado también unos elevados costes, los cuales han sido absorbidos, en su gran mayoría, por las clases populares, y de los cuales apenas se habla en nuestros medios.

En mis trabajos he mostrado con datos –que nadie ha rebatido- que la manera con la que se consiguió la adhesión de España al euro fue a base de retrasar la corrección del enorme déficit social de España, heredado de cuarenta años de una de las dictaduras más represivas y con menor sensibilidad social que hayan existido en Europa. La reducción del déficit del Estado, exigida para alcanzar la unidad monetaria, se consiguió en España (durante el periodo 1993-2004) a base de reducir el gasto público social por habitante en términos absolutos durante los años 1993-1995, y en términos relativos a partir de 1996. Ello implicó que el déficit de gasto público social por habitante entre España y el promedio de la UE-15 creciese enormemente (un 24%) (ver Navarro, V. (coord.) La Situación Social en España. Volumen III). Puesto que las clases populares son las que se benefician más del gasto público social (sanidad, pensiones, servicios sociales, vivienda, y otras transferencias y servicios públicos), ello supuso que fueran las clases populares las que pagaran los costes de alcanzar las condiciones para conseguir la integración monetaria de España al euro. Hay que aclarar que la reducción del déficit del Estado, exigida según los criterios de Maastricht, podría haberse conseguido mediante el aumento de los impuestos de los grupos más pudientes de la sociedad, lo cual no se hizo. En realidad, durante aquel periodo los impuestos se bajaron a tales sectores de la población, forzando a que la reducción del déficit del Estado se lograra primordialmente a base de reducir el gasto público social.

Estamos ahora en una situación semejante. Una vez más se está intentando reducir el déficit y la deuda del Estado (a fin de salvar el euro) mediante políticas de austeridad de gasto público que afectan primordialmente a las clases populares. De ahí la lógica impopularidad de tales políticas. Pero la situación de España no es la única. Los criterios monetarios y fiscales vigentes en la eurozona y en la UE están provocando un enorme sacrificio para las clases populares de los países del este de Europa (que están tomando las medidas exigidas por la UE para permitir su integración), tales como Letonia, el país que está en peor situación en Europa. Veamos los datos.

LA AUSTERIDAD FISCAL: CONDICIÓN DE LA UNIDAD MONETARIA: EL CASO DE LETONIA

Letonia está sufriendo una enorme depresión económica. En los dos últimos años su PIB ha descendido un 25%, y se preve perder otros 4 puntos más este año. Su desempleo es más del 22% y continúa subiendo. Sólo EEUU, en la época 1929-1933, sufrió una depresión semejante. Y la razón de que ello ocurra es que el gobierno está llevando a cabo las políticas liberales necesarias para la integración en la Unión Europea, políticas supervisadas por el Fondo Monetario Internacional.

Estas políticas son las políticas estándar que los países tienen que seguir para integrarse a la eurozona. Y que España sufrió en los años noventa y principios del siglo XXI. Incluyen la reducción del déficit del Estado mediante la reducción del gasto público incluyendo el gasto público social. Las medidas de austeridad de tal gasto han incluido, según las páginas económicas del The New York Times (12/2/10), un recorte del 50% de los salarios de los empleados públicos y un 40% de los gastos en los centros hospitalarios del Servicio Nacional de Salud. El problema de tales medidas no es sólo el descenso de la calidad de vida de la ciudadanía, sino la disminución del consumo doméstico, –tal como reconocía The New York Times- creando un problema grave de demanda interna, responsable de la enorme reducción del PIB, un descenso sin precedentes en Europa.

Otro factor que contribuye al descenso de la demanda interna, es la bajada de salarios, también promovida por el FMI (con el apoyo de la UE). En teoría la bajada de los salarios se justifica a fin de que la economía pueda competir mejor y exportar los productos producidos en el país, asumiendo que las exportaciones salvarán al país. Tal argumento se está utilizando también en España. Se subraya que la única manera de salir de esta crisis –dado que no está permitida la devaluación de la moneda, que está fijada al euro –es bajar los salarios, recomendación hecha también para España por Paul Krugman. Como consecuencia de estas políticas, la economía del país está en una situación desesperada. Como era de esperar, el deseo popular de integrarse en el euro se está desvaneciendo muy rápidamente, pues no creían que Europa significara sufrir todo esto. Un hecho semejante está ocurriendo en otros países de la euro zona. El último caso es Francia, donde el rechazo al euro es hoy mayoritario en aquel país. El porcentaje de la población en contra del euro ha pasado de un 39% en 2002 a un 69% este año (Finantial Times, 17.02.10).

OTRO EURO Y OTRA UE ES POSIBLE

Todos estos casos muestran que la manera como ha estado construyéndose la UE está generando grandes sacrificios para las clases populares, sacrificios que podrían haberse evitado, si el euro se hubiera constituido de otra manera, con un cambio muy profundo de las políticas que están rigiendo la construcción de la UE. Estos cambios debieran haber incluido:
1. El desarrollo de una estructura federal europea, auténticamente democrática y participativa, en la que hubiera una instancia de gestión económica y fiscal a nivel europeo. Hoy ni siquiera hay una coordinación de las políticas económicas y fiscales.
2. Un presupuesto europeo que, tal como sugirieron los primeros fundadores de la Comunidad Europea, debiera representar un mínimo de un 7% a un 9% del PIB de tal comunidad.
3. Un Banco Central Europeo dependiente de las autoridades políticas, cuyas políticas monetarias estarían dictadas por el gobierno europeo y aprobadas por el Parlamento.
4. Un Pacto Social a nivel europeo entre el mundo empresarial y el mundo sindical desarrollado dentro de convenios colectivos definidos en un marco legal europeo.
5. Un cambio de los criterios de Maastricht y del Pacto de Estabilidad, el cual debería tomarse en serio el componente de Desarrollo, dándole mayor protagonismo al crecimiento económico y a la creación de empleo.
6. Cambiar el límite autorizado de que el déficit del estado sea menor a un 3% del PIB y la deuda menor a un 60%, permitiendo mayor flexibilidad y facilitando que existiera una diferenciación en el cálculo del déficit del estado entre gasto en inversiones y gastos corrientes.
7. Instruir al Banco Central Europeo que tenga como función el desarrollo de bonos europeos que sirvan para ayudar a los estados a resolver las crisis deficitarias en momentos de recesión.
8. No permitir que un Estado pueda estar en condiciones de no poder pagar su deuda, presentado un frente común que proteja a cualquier país de la UE frente a la especulación de los mercados financieros.
9. Establecer un impuesto europeo que alimentaría un fondo común para gastos de nivelación del consumo, mediante políticas redistributivas dentro de la UE, que estimulen el crecimiento económico, la creación de empleo y la redistribución de los recursos a nivel continental y dentro de cada país.

¿ES ESTO UTÓPICO?

Soy consciente de que estas propuestas pueden percibirse, por amplios sectores, como utópicas e irrealizables. Y en el clima actual, llevan razón. Pero tienen que darse cuenta que estas propuestas se hicieron cuando se planeaba establecer la UE y el euro por fuerzas políticas en la Europa de entonces (dentro y fuera de la socialdemocracia, así como de otros partidos de izquierda), así como sindicatos y movimientos sociales, que fueron ignoradas, escogiéndose en su lugar las políticas liberales que han dañado a las clases populares, que han sido las que han pagado los costes de construir esta UE. Hubo una lucha ideológica y política fuerte en la que unos ganaron (los liberales) y otros perdieron. Los primeros existieron no sólo en los partidos conservadores y liberales, sino también en los equipos económicos y financieros de la socialdemocracia, llegando incluso a ser el pensamiento mayoritario en sus políticas económicas y fiscales. En realidad, la enorme crisis de la socialdemocracia de la Unión Europea se debe precisamente a este dominio liberal de la socialdemocracia. De hecho, la gran mayoría de personas claves en este entramado, desde los Presidentes del Banco Central Europeo, Duisenberg y Trichet, hasta los Comisarios de Economía, Solbes o Almunia, eran todos ellos socialistas (y algunos continúan considerándose como tales) y habían sido y/o continúan siendo miembros activos o simpatizantes de partidos socialistas. El problema fue y es, que el socialismo en la gran mayoría de países aceptó el liberalismo, con las correspondientes consecuencias que estamos viendo ahora.

Pero la situación paradójica es que sin aquellos elementos expuestos en la sección anterior, la unidad monetaria es insostenible. De ahí que la salvación de la UE pasa precisamente por reconducir la UE, en sentido opuesto al que ha estado desarrollando, recogiendo las propuestas entonces abandonadas, a fin de poder construir una Europa, no a las espaldas y en los hombros de las clases populares, sino a su servicio.

* http://www.fundacionsistema.com/News/ItemDetail.aspx?id=2173

la locura financiera no debe gobernarnos

Jacques Delors y Jacques Santer: ex presidentes de la Comisión Europea. Helmut Schmidt: ex canciller alemán. Máximo d’Alema (Italia), Lionel Jospin (Francia), Pavvo Lipponen (Finlandia), Goran Persson (Suecia), Poul Rasmussen (Dinamarca), Michel Rocard (Francia): ex primeros ministros. Daniel Daianu (Rumania), Hans Eichel (Alemania), Par Nuder (Suecia), Ruairi Quinn (Irlanda), Otto Graf Lambsdorf (Alemania): ex ministros de economía y de finanzas.*

Europa, 22 de mayo de 2008

Esta crisis financiera no es fruto del azar. No era imposible preverla, como pretenden hoy altos responsables del mundo de las finanzas y de la política. La voz de alarma ya se había dado, hace varios años, por personalidades de reconocido prestigio. La crisis supone de facto el fracaso de los mercados poco o mal regulados, y nos muestra una vez más que éstos no son capaces de autorregularse. También nos recuerda que las enormes desigualdades de rentas no dejan de crecer en nuestras sociedades, y genera importantes dudas sobre nuestra capacidad de implicarnos en un diálogo creíble con las naciones en desarrollo, en lo que concierne a los grandes desafíos mundiales.

Los mercados financieros se han vuelto cada vez más opacos y la identificación de quienes soportan y evalúan los riesgos se revela como un desafío titánico. El sector bancario denominado "de la sombra", poco o nada regulado, no ha hecho si no crecer en el curso de los veinte últimos años. Los grandes bancos participaron en un juego de "creación y distribución" de productos financieros extremadamente complejos, y se embarcaron en la venta, bajo un embalaje bastante dudoso, de productos financieros vinculados a préstamos inmobiliarios de alto riesgo. Regímenes de primas inadecuadas, una visión demasiado cortoplacista, y evidentes conflictos de interés fomentaron transacciones especulativas.

Los préstamos hipotecarios de baja calidad, basados en la idea irracional de que los precios de los bienes inmuebles continuarían aumentando sin cesar, permitiendo así rembolsar la deuda contraída, son sólo los síntomas de una crisis más amplia en materia de gobernanza financiera y de prácticas comerciales. Las tres agencias más grandes de valoración de riesgos en el mundo evaluaron que estos productos financieros estaban relativamente exentos de riesgo. Un banco de inversión ganó mil millones de dólares especulando a la baja con las hipotecas subprimes que fueron vendidas a sus clientes ¡Es el resumen más elocuente de la pérdida de toda ética en el mundo de los negocios!

Fuimos avisados

Habíamos sido advertidos de los peligros de esta situación. Alexander Lamfalussy y el Comité de Sabios, en un informe del año 2001 sobre los mercados de los valores europeos, subrayaron la relación entre la eficacia aparente de estos mercados y el precio que hay que pagar en materia de estabilidad financiera. Pablo Volker, hace algunos años, ya había expresado su inquietud. Paul Krugman, hace más o menos una década, también llamó la atención sobre las amenazas generadas por el crecimiento de entidades financieras no reguladas. En 2003, Warren Buffett llamó a los productos financieros derivados como "armas financieras de destrucción masiva".

Un informe del Banco de Inglaterra sobre la estabilidad financiera evidenció el peligroso foso existente entre los acreedores y las consecuencias de sus decisiones. El problema reside en el modelo actual de gobierno económico y de empresa, basado en una débil reglamentación, un control inadecuado y una demasiado escasa oferta de bienes públicos.

La crisis financiera es la clara demostración de que la actividad financiera es incapaz de su autorregulación. Es imperativo mejorar el control y el marco reglamentario de los bancos. También hay que ver de revisar el escenario reglamentario de los diferentes instrumentos de inversión. La utilización de instrumentos financieros (como las CDO, las obligaciones vinculadas a financieros activos diversos) debe ser reglamentada. Todas las instituciones financieras deberían, tomando como ejemplo a los bancos, mantener reservas mínimas, y su ratio de endeudamiento no puede ser ilimitado. En fin, los regímenes de primas deben ser revisados con el objetivo de evitar que se tomen riesgos no considerados sin una cierta prudencia.

Nadie habla claro

En cuanto a las consecuencias de esta crisis sobre la economía real, parece como si los expertos económicos de todo el mundo hubieran sido golpeados por un exceso de timidez. Casi todos los institutos de prospectiva económica revisan a la baja las previsiones de crecimiento de los países desarrollados para 2008 y 2009. Pero nadie se atreve a decir claramente si Europa está amenazada por una recesión económica o no. No obstante, ciertos síntomas no engañan. En el caso de la Unión Europea, una recesión este año, o el próximo, tendría dramáticas consecuencias.

A más desigualdad más negocio

La creciente desigualdad social se ha producido paralelamente a un constante crecimiento del sector financiero. Es verdad que los progresos tecnológicos han contribuido de modo significativo a mayores diferencias salariales, favoreciendo la mano de obra altamente cualificada. No obstante, las políticas mal diseñadas han agravado este problema. Hoy, el capital financiero representa quince veces el Producto Interior Bruto (PIB) de todos los países. La deuda acumulada de las familias, de las empresas financieras y no financieras, y de las administraciones públicas americanas, representa más de tres veces el PIB de los Estados Unidos. El doble de lo que representaba durante el crac de la Bolsa en el año 1929.

El sistema financiero ha acumulado una gigantesca masa de capital ficticio, pero sólo ha mejorado poquísimo las condiciones de vida y la preservación del medio ambiente. Esta crisis financiera ha permitido visualizar mucho mejor las enormes desigualdades sociales, que no han dejado de incrementarse en las últimas décadas. Es una ironía que los salarios y las primas de numerosos directores generales crecieran exponencialmente, mientras que los beneficios de sus empresas se estancaban o descendían. ¡La ética de estos comportamientos es manifiestamente mejorable!

Por un capitalismo decente

La libertad de mercado no puede ser ajena a la moral social. Adam Smith, padre del "dejar hacer" económico, también escribió la Teoría de los sentimientos morales (PUF, 1999) y Max Weber estableció una relación entre los valores morales del trabajo y el avance del capitalismo. Un capitalismo decente (esto es un capitalismo respetuoso de la dignidad humana, según las palabras de Amartya Sen) requiere una intervención pública eficaz. La búsqueda del beneficio constituye la esencia de la economía de mercado. Pero cuando todo está en venta, la cohesión social se pulveriza y el sistema se hunde. La crisis financiera actual reduce la capacidad de Occidente para iniciar un diálogo más constructivo con el resto del mundo sobre los desafíos mundiales, sobre la gestión de los efectos de la globalización y del recalentamiento del planeta, mientras que el extraordinario bum económico de Asia plantea nuevos desafíos sin precedente.

Europa no es tan sólida


Los aumentos espectaculares de los precios de la energía y de los alimentos han agravado los efectos de la crisis financiera y son un mal augurio. Es muy significativo que los fondos especulativos hayan contribuido al alza de los precios de los productos básicos. Los ciudadanos de los países más pobres serán los más perjudicados. Nos arriesgamos a un aumento sin precedentes de la pobreza, a una proliferación de "estados fallidos", a flujos migratorios crecientes y a la aparición de nuevos conflictos armados.

Algunos claman alto y claro que Europa cuenta con "economías sólidas", con un mejor control financiero y una mayor reglamentación que los Estados Unidos. Podríamos decir que es así. Pero no olvidemos los problemas crecientes de los mercados inmobiliarios en el Reino Unido, España e Irlanda, y el desánimo económico que se expande por toda Europa. Al mismo tiempo el nacionalismo económico y el populismo van viento en popa.

Los responsables europeos, tanto a escala de la Unión como a nivel nacional, deben aportar una respuesta firme a la actual crisis financiera. Estamos necesitados de pragmatismo, pero también de una visión amplia y cooperativa en la búsqueda de objetivos comunes.

Un Comité Europeo de Crisis


Europa debe estudiar esta situación e identificar las consecuencias previsibles en el corto y largo plazo, a fin de elaborar propuestas de gobernanza global, que permitan resolver los efectos y las causas profundas de esta crisis.

Ya es hora de crear un Comité Europeo de Crisis que reúna a representantes políticos de alto nivel, a antiguos jefes de Estado y de gobierno, a ministros de economía, así como a economistas de renombre y a expertos financieros de todos los continentes. Las tareas de este comité deben ser:

* Analizar detalladamente la crisis financiera en el amplio contexto detallado anteriormente.
* Identificar y evaluar los riesgos socioeconómicos que comporta la crisis financiera para la economía real, en particular en Europa.
* Proponer una serie de medidas al Consejo de la UE a fin de evitar, o al menos limitar, estos riesgos.
* Presentar al Consejo de Ministros de la UE, a los Estados miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, al Director General del FMI, y a todas las autoridades e instituciones concernidas una serie de propuestas a fin de limitar los efectos de la crisis, y preparar una Conferencia Económica Mundial con el fin de replantearse las actuales regulaciones del sistema financiero internacional y de la gobernanza económica mundial.

En 2000, nos pusimos de acuerdo para hacer de la Unión Europea la región más competitiva del mundo. Esta ambición la hemos reiterado en 2005. Debemos garantizar que la competitividad de Europa sea sostenida y que no esté amenazada por los mercados financieros. Debemos actuar, sin mayor dilación, por nuestros ciudadanos: para incrementar las inversiones, para impulsar el crecimiento económico, para avanzar en la justicia social, para lograr nuevas oportunidades de empleos; y en definitiva, por un futuro mejor para todos los europeos.

* http://www.revistalafactoria.eu/articulo.php?id=396